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Reportaje:compras

Gusto por lo oculto

Tras un portón del barrio de Salamanca se oculta un jardín muy especial. En Federica & Co. no impera el culto a las marcas, sino el amor por el objeto

Como en algunos espacios del Mitte en Berlín, aquí se llega casi por sorpresa. Nada indica que tras un portón del barrio de Salamanca hay un patio ajardinado que esconde un pequeño reino de compras. Lugares que tienen premeditadamente algo de oculto. Así es Federica & Co., un multiespacio que a la hora de comprar no se rige por ninguna norma. En Hermosilla, 22 se encuentra casi de todo: muebles antiguos, cristalería francesa, linos de Hungría, ropa. "Al consumidor se le ofrece todo lo que le pueda gustar", explica Federica Barbaranelli, al frente de este concept store con la ayuda de su marido Jaime Mato. "Es una fórmula muy neoyorquina donde no impera el culto a las marcas, sino el amor al objeto".

Esta no es la primera aventura comercial de Barbaranelli (Roma, 1978). Tras viajar por medio mundo recaló en Madrid. Quería ser escritora, pero no lo veía claro. Así que sacó su vena práctica y abrió en 2002 con una amiga su primer Federica & Co. en Lagasca. "Solo comprábamos lo que nos gustaba y nos arruinamos", cuenta. Siguió intentándolo en un almacén de licores en la misma calle. Más decoración y hasta collares para perros. "La gente nos quería mucho, pero la fórmula no se conocía y no cuajó", relata.

Un día se topó con este local con magia y muchas posibilidades: 400 metros cuadrados con jardín. Y regresó a una receta que ya había ensayado en Chueca: mobiliario y objetos provenientes de desembalajes de Francia, donde es habitual la venta de esas mercancías en los mercadillos de los pueblos y adonde acuden profesionales de todo el mundo. Con esto, el pasado mes de abril inauguró la nueva etapa de Federica & Co. "Nos lanzamos a todo lo nórdico de los siglos XVIII y XIX, que no es pretencioso, no son muebles de caoba ni oros, sino maderas rubias decapadas de campo", explica Barbaranelli entre piñas que conviven sin dificultad con una silla Bergere o un banco sueco.

Pero en este jardín caprichosamente desordenado también caben otros espacios: como Yelow & Stone, donde Ana Díaz (Bilbao, 1977), que ha trabajado en el grupo Inditex, vende sus diseños artesanales y prendas inspiradas en la ropa de trabajo. "Coco Chanel también hacía este tipo de ropa", dice Díaz. O marcas de moda como Sister Jane, de flores como The Workshop Flores, o French Sole, de bailarinas que (presumen) llevan las celebrities. Y hasta el 8 de enero, objetos de los irreverentes diseñadores Atypyk: desde una torre Eiffel que hace de salero hasta el llavero Paradise, un simple objeto que ofrece la entrada al paraíso. En este caso, de las compras.

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