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Reportaje:diseño

Objetos no tan absurdos

Las buenas ideas pueden surgir en momentos inesperados. Como Atypyk, una empresa que nació cuando dos amigos parisienses se quedaron mirando a una nevera. Sus diseños irreverentes y asequibles llegan a Madrid

Una simple tirita color carne con un diamante incrustado (falso, claro), al que le han puesto el nombre de Diamond plaster o El diamante más barato del mundo y la tirita más cotizada, encierra el espíritu gamberro y surrealista de Atypyk, un estudio de diseño que nació en París hace 13 años. Todas sus piezas tienen algo de ironía. Como la Gun ruler, una regla en forma de pistola. O una tabla de cortar de cocina en forma de libro titulado Romeo y Juliana. O esa libreta para teléfonos que a simple vista parece una guía de Páginas Amarillas jibarizada. Así hasta 300 objetos, de los que 45 se presentaron ayer y están disponibles, hasta el próximo 8 de enero, en el espacio Federica & Co (Hermosilla, 26), mediante la fórmula del pop-up store. Algo así como espacios comerciales de corta duración. Colette de París, el MoMA de Nueva York o Vinçon son otros lugares donde se venden estas piezas.

Jean-Sébastien Ildes (París, 1968) sostiene unas tablas de cortar en forma de marco victoriano delante de un carrito como el de los helados (reciclado, eso sí, y de madera clara huyendo de la estética veraniega). Acaban de colocar las piezas que ha traído a Madrid y de las que es autor junto a su socio Ivan Duval. Ambos eran amigos desde los 20 años. Uno venía del mundo de la publicidad y el otro, Ildes, del diseño. Un día, sin mayores pretensiones pero con mucha intuición, se juntan y delante de una nevera se les ocurre algo para convertirla en una vaca. Y así, como quien no quiere la cosa, lanzan esas pegatinas que ya se han visto por medio mundo. Vendieron 55.000 unidades.

Se hicieron famosos y seguramente ricos. En todo caso, ganaron el dinero suficiente como para abandonar sus trabajos y montar su propia empresa. "Nos llevamos una gran sorpresa con ese éxito y decidimos que queríamos seguir haciendo más objetos. Desde el principio expusimos en la feria de París Maison & Objet", comenta sonriente Ildes. "Todos los objetos son preguntas que ofrecen falsas soluciones". Como, por ejemplo, el libro Kill time, un cuaderno de ejercicios para matar el tiempo. Los ejercicios son lo más parecido a los de caligrafía escolar, a esas repeticiones a las que obligaban hasta que se conseguía escribir bien. El que más éxito ha tenido es ese que invita a dibujar unas medias de red a unas 50 piernas.

Entre sus simpatías, Jean-Sébastien Ildes menciona al artista Mario Cattelan o al movimiento dadaísta. Pero sobre todo se inspira en "la gente normal". Lo que busca, dice, con sus objetos es "hacer pensar a la gente". Para eso echa mano de la provocación, de la reinterpretación de los objetos cotidianos cambiando pequeños detalles, o mezclando ideas, como esos cubiertos de madera para servir ensalada con forma de llave inglesa. Sus precios oscilan entre los dos euros de un mechero hasta el objeto más caro: un felpudo en forma de perro que cuesta 60 euros. El 90% de las piezas se producen en Francia o en Europa, que no en China.

¿Y después de este alarde de ingenio? "Seguir con los objetos y crear una tienda Atypyk en París".

Jean-Sébastien Ildes, de Atypyk, y una toalla para hacer el fantasma.
Jean-Sébastien Ildes, de Atypyk, y una toalla para hacer el fantasma.LUIS SEVILLANO
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Perro felpudo.
Perro felpudo.LUIS SEVILLANO

Venta especial en el jardín

Los diseños de Atypyk se venden en todo el mundo, pero no en cualquier espacio. En Madrid han elegido Federica & Co (Hermosilla, 26), propuesta que de alguna forma se asemeja a Merci en París o Corso Como en Milán. En torno a un patio ajardinado se mezclan muebles antiguos, piezas de plata, ropa o perfumes. "No somos decoradores, ni vamos a la moda", dice Federica Barbaranelli. "Trabajamos con materiales orgánicos y sin pretensiones, sin objetos de firma, sino lo que sale de la vida sencilla". Excepcionalmente se hace alguna presentación: el jueves 24, la joyería Pomellato. "Los únicos a los que dejamos, porque son italianos".

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