La dieta del mediocentro
Tras dejar la comida basura, Banega se consolida en la dirección del juego del Valencia
Hubo un tiempo, la temporada pasada, en el que Ever Banega (Rosario, Argentina, 1988) se llevaba la comida a casa desde Paterna, preparada por los cocineros del Valencia. Tal era la desconfianza que generaba en el club la alimentación del mediocentro argentino, muy aficionado a las hamburguesas y muy propenso al sobrepeso. Más tarde, el Valencia incluso llegó a enviarle una cocinera a su casa. Ahora, sin embargo, "cumple las indicaciones a rajatabla", dice el médico del club, Jordi Candel, lo que repercute en su peso y en su rendimiento.
Jugador de picos muy exagerados, incluso en el mismo partido, es noticia que Banega haya encadenado tres encuentros y medio a pleno rendimiento. El medio fue el de hace dos semanas en Leverkusen, en una primera parte fantástica, emborronada por una segunda sin carácter para frenar el ímpetu atacante del conjunto alemán, que hoy visita Mestalla con la intención de empatar. Ya después, en medio de la crisis generada por esa derrota, con el público de Mestalla afilando las garras contra sus futbolistas, emergió Banega, pidió la pelota y no la soltó hasta sumar un empate y dos victorias frente al Athletic (1-1), el Zaragoza (0-1) y el Getafe (3-1).
El año pasado, el club le envió una cocinera a su casa para que comiera saludable
"Está más delgado, en su peso ideal, y la continuidad de partidos le ha subido la autoestima", explica Juan Carlos Carcedo, segundo entrenador del Valencia, que ha tratado de corregirle en varias direcciones: "Es capaz de grandes cosas, pero queremos que esté más cerca del otro pivote [Albelda o Topal] para evitar que el equipo se alargue demasiado, y que pueda incluso salvar algún gol como el otro día ante el Getafe. Además, le pedimos que se incorpore al ataque cuando pueda". En eso, también ha dado un paso adelante, participando de las tres acciones de gol del pasado sábado frente al Getafe. Es el octavo mejor pasador de la Liga y, en la pasada jornada, fue el segundo, tras Xabi Alonso.
Banega es, tras Messi, el segundo mejor regateador en estas 10 jornadas ligueras, un dato sorprendente al tratarse de un mediocentro. Se cambia el balón de pie con mucha facilidad. A eso le añade la habilidad para proteger la pelota con cualquier parte del cuerpo, el culo preferentemente.
Pero esa cualidad regateadora puede ser contraproducente en ocasiones, pues enlentece el juego de su equipo, demasiado sudamericano, cuando se pierde en regates innecesarios que frenan el ataque del Valencia. "Él tiene que ser el eje y dar continuidad al balón, no pararlo, porque te marca la forma de jugar", interviene el director deportivo del Valencia, Braulio Vázquez. "Debe saber cuándo regatear y cuándo no. En nuestro campo no debe hacerlo", añade.
El gran mérito de Banega ha sido asumir el protagonismo en el peor momento, cuando nadie quería la pelota. Es decir, en el choque ante el Athletic, con un público tan agresivo con sus jugadores que el técnico del cuadro bilbaíno, Marcelo Bielsa, no podía creer la excesiva exigencia de la grada de Mestalla. Tras proclamarse medalla de oro olímpico en Pekín, a las órdenes de Checho Batista, Banega llegó en enero de 2008 al Valencia, que pagó 18 millones al Boca Juniors.
Su estabilidad es cogida con pinzas en el club, sacudido demasiadas veces por sus episodios extradeportivos. El entrenador, Unai Emery, cumple 40 años este jueves día 3. Y no parece que vaya a celebrarlo invitando a sus jugadores, tal y como hizo el año pasado, en una fiesta que acabó con Banega acudiendo a la mañana siguiente al entrenamiento con 40 minutos de retraso, en un estado precario.
Harto de indisciplinas y de un rendimiento tan intermitente, el Valencia había previsto traspasarlo en verano pasado, aprovechando el escaparate de la Copa América disputada en Argentina. La pésima actuación de la selección anfitriona, de la que no escapó el propio Banega, frustró la venta. Poco después, a Ever se le ocurrió fotografiarse posando con una camiseta del Real Madrid junto a un amigo y colgar la imagen en una red social, propiciando la ira de la hinchada valencianista, a la que pidió perdón al regresar a España.
"Papá, me quedo". Al volver de la Copa América, Banega llamó al director deportivo y le dijo que quería seguir como fuera en el Valencia, confiado en que esta iba a ser la temporada de su despegue. Lejos de las hamburguesas y cerca del otro pivote, su gran reto ahora es conseguir que todos los demás bailen a su son. Su brillo personal no ha estado acompañado por el del colectivo, salvo en la media hora frente al Leverkusen. El objetivo de Emery es que ese rato, con Banega al mando, se alargue todo lo necesario.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.