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PORTERA DE DÍA | PROTAGONISTAS
Columna
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Medio pelo

Paren máquinas, siempre he querido soltar esa frase y no veía el momento. Rosario Mohedano y Andrés Fernández han sido padres de una niña llamada Alejandra el pasado 1 de octubre, ¿cómo te quedas? Yo comprendo que para los Fernández y los Mohedano el natalicio es un hito superior a la caída de Gadafi y todo su equipo. Pero resulta que el evento ocupa la portada y nueve páginas del ¡Hola!, qué menos. Eso es una exclusiva mundial y no Wikileaks. Al lado de tamaña primicia, el viaje humanitario de la reina Sofía a Haití, la tercera boda del beatle McCartney, las lágrimas de Marina Danko por su divorcio de Palomo Linares y la salida del hospital de Eugenia Alba comidita de forúnculos pasan a segundo plano. El mundo no es el que era. Ni el ¡Hola!

La gente corriente asalta las revistas de culto. En la tele hace tiempo que campa a sus anchas, y todo se pega menos la hermosura. De qué iba a abrir esa recién nacida la biblia del corazón si no es por su abuela materna, Rosa Benito, cuñada que fue de la Jurado. Otra cosa no, pero Benito se lo ha currado. Se fue al culo del mundo y perdió más de una arroba para ganar Supervivientes. Si eso no es dejarse la piel en el pellejo con tal de estar en el candelabro, que lo diga Sofía Mazagatos. No tengo nada contra los nuevos aristócratas, del corazón o de lo que sea, mira el marqués de Del Bosque. Me limito a constatar un hecho, ya se escribirán tesis sobre el asunto.

En tiempos de migraciones, los editores no saben dónde demonios están los lectores. Y ya no saben qué hacer para dar con ellos. Si hay que bajar el listón, no se les caen los anillos. Mira la sección de Vida Social de esa cabecera. Esta semana, por primera vez en la historia, las crónicas remuneradas de bodas, bautizos y comuniones de pijos de todo pelaje van en color y no en blanco y negro. Quien paga, manda. Ya lo dijo Warhol: todos tenemos derecho a nuestro minuto de gloria, aunque sea pasando por caja.

La culpa es nuestra, que nos habíamos hecho ilusiones. Llevábamos meses de bodas del siglo -Catalina, Charlene, Cayetana: novias con glamour, cada una en su estilo- y pensábamos que todos los miércoles iban a ser fiesta en el quiosco. Este último ha sido la nacional, nada menos. El desfile de marras, ese coñazo que diría Rajoy, tenía el aliciente de ver los estilismos de ellas, ellos van de uniforme. Pues ya ni eso. Letizia, Elena y Cristina repitieron modelo. Aburrida iba un rato, pero hay que reconocerle a Elena el mérito de caber en un Lacroix de hace tres lustros. A mí los vaqueros de Zara de esa época no me suben de los tobillos, y eso que eran de pata de elefante.

Lo dijo Benito en directo: es su momento. Vayan desde aquí mis mejores deseos para la neonata Alejandra, que crezca con salud y que nosotros lo veamos. La nena es una monada, morena como la de la copla, eso sí, las mechas no se heredan. Hablando del tema, qué me dices de Julia Timoshenko. A la exprimera ministra ucrania la han juzgado por abuso de poder y había que verla en el banquillo con unas raíces hasta el cuello. Muy eslava pero es rubia de bote. Y esto no es sexismo: mira Putin, de bótox hasta las cejas. Todos somos humanos, de acuerdo. Pero una cosa te digo: para ver celulitis, granos y carriles bus en vez de rayas del pelo, no necesito revistas. Bastante tengo con mirarme al espejo.

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