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Reportaje:

Investigue a ese directivo; no me fío de él

Kroll ofrece servicios de inteligencia a las empresas para reducir riesgos

David Fernández

La información es poder. Y dinero. Su nombre se escapa al gran público. La confidencialidad es su tarjeta de presentación. Las grandes empresas de este país han echado mano de sus servicios cuando les ha estallado un problema. Su denominación oficial es consultora de riesgos y gestión de crisis; oficiosamente se la conoce como un detective empresarial.

Kroll saltó a la fama en España por el Informe Crillón, un dossier sobre Mario Conde encargado por el Gobierno. El actual responsable para España y Portugal de la compañía, Alfonso Barandiarán, prefiere pasar de puntillas por ese asunto y mirar al futuro. "Creo que es un momento dulce para nosotros", enfatiza.

Fundada en Estados Unidos hace 40 años, Kroll tiene presencia en 27 países y cuenta con 11.000 empleados. Su actividad se divide en cuatro áreas de negocio: el chequeo de currículos para evitar que los candidatos mientan; la recuperación o destrucción de información en cualquier soporte; la seguridad y gestión de crisis, y la división más clásica: la investigación. "Trabajamos todo lo que está alrededor de la investigación. Desde la entrada de una compañía en un nuevo mercado, al historial de posibles socios, pasando por el rastreo de potenciales fraudes ya sean de proveedores o de empleados, además apoyamos a los despachos de abogados en la búsqueda de la prueba, asesoramos cuando se produce una opa para identificar los puntos débiles del opante... Y todo, por supuesto, respetando la legislación vigente", señala Barandiarán.

"Saber gestionar o no una crisis tiene un impacto del 22% en la cotización"
"En España los empresarios se fían demasiado de los empleados"

La experiencia lleva a Kroll a concluir que la crisis ha elevado los casos de fraude. "Más que el robo físico, lo que está creciendo es el fraude tecnológico". En la época de bonanza económica no se miraban con lupa los costes, no hacían auditorías internas con tanta frecuencia. "Ahora, sin embargo, hay menos recursos, los márgenes bajan y se intenta mantener la rentabilidad. Eso significa que se están revisando los contratos con los proveedores y las compañías se están encontrando con que había bastante fraude interno que no se había investigado", explica Barandiarán.

En España los fraudes más extendidos, según esta consultora, son los siguientes: fraude por corrupción (cobro de comisiones ilegales); conflictos de interés; fraude con proveedores; fuga de información, y operaciones de riesgo (sobre todo en el sector financiero). "En España es relativamente fácil cometer un fraude. Creo que es un tema puramente cultural. En el mundo anglosajón piden informes independientes para casi todos los temas. En España se contrata personal y se confía en él como si fuera de la familia. Luego vienen los chascos. Los altos directivos o los propietarios de una empresa en España se fían demasiado de los empleados", sostiene este profesional.

Las empresas, en general, no suelen estar preparadas para afrontar imprevistos y Kroll ofrece formar a directivos, entrenar situaciones extremas con simulacros... "Si fuera accionista de una compañía exigiría a los directivos que tuvieran un plan de gestión de crisis. Un desastre natural, un accidente, un robo, un golpe de Estado en un país donde se tiene presencia... son escenarios que pueden materializarse y hay que saber reaccionar. La Universidad de Oxford tiene un estudio en el que se afirma que la acción puede variar hasta un 22% en función de si la empresa tiene un programa de gestión de crisis o no", según Barandiarán.

Las empresas españolas tienen una relevante implantación en el norte de África y en los países del Golfo. El movimiento conocido como primavera árabe ha traído cambios políticos de calado en la zona. "En estos países siempre hay riesgos, por eso hay que estar muy bien informado. ¿Qué puede pasar en la zona? Creo que las cosas se irán calmando. No espero cambios drásticos. Las empresas españolas están bien preparadas y cuentan con buenos equipos, aunque deberían informarse un poco más y tener a alguien que les asesorase de forma periódica", señala el responsable de Kroll.

La expansión internacional de las empresas españolas es un filón de negocio para esta consultora. En un primer lugar, el salto exterior se produjo hacia América Latina, destino natural para los grupos nacionales; luego sus intereses se extendieron al mundo anglosajón y Europa continental, y desde hace unos años el desembarco se ha acelerado en Asia, principalmente en China. "Hay empresas que llevan allí bastante tiempo y conocen bien el mercado. Sin embargo, otras muchas acuden a pecho descubierto, sin estudiar con detenimiento dónde se meten", avisa Barandiarán. "China es muy grande. Una empresa, cuando decide introducirse en un mercado tan distinto del nuestro, con un enfoque y unos valores tan diferentes, debería estudiar con detalle esa operación. Si no lo hacen pueden encontrase con sorpresas desagradables a medio plazo".

Con el acceso al crédito bancario cerrado y unos mercados de capitales con aversión al riesgo, empresas e incluso Administraciones públicas están mirando cada vez más a los fondos soberanos como una vía alternativa de financiación. ¿Son estos inversores unos socios fiables? "Yo entiendo que sí. Ahora bien, nosotros ofrecemos la posibilidad a las empresas de saber quiénes están realmente detrás de esos fondos, quiénes son sus directivos... Lo interesante es ver dónde están invirtiendo estos fondos para ver si su estrategia coincide con la nuestra y certificar que su dinero realmente procede de los Estados", según este experto.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.
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