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El perfil

Granados busca su sitio

El 'ex número tres' de Aguirre, descolocado tras salir del Gobierno, diseña su estrategia para regresar al poder

Jesús Sérvulo González

Cuentan diputados del PP que la caída en desgracia de Francisco Granados se veía venir. No supo verlos, pero los indicios estaban ahí. Poco antes de las pasadas elecciones, Esperanza Aguirre emprendió una frenética gira por los pueblos. En uno de esos pequeños municipios, los afiliados del PP organizaron una verbena. Sonaba un pasodoble: Paquito el chocolatero. La presidenta, con su desparpajo habitual, ordenó a su consejero de Presidencia, Justicia e Interior: "Paco, anda, sal a bailar tu canción". Granados acató la orden y se lanzó bailar algo abochornado. La escena, cuenta un dirigente del PP, revela la especial relación que la lideresa mantiene con el secretario general de su partido.

Francisco Granados Lerena (Valdemoro, 1964) ha sido hasta hace cuatro meses el número tres del Gobierno regional. Listo, ambicioso y con olfato político emprendió un pulso con el vicepresidente Ignacio González. Lo ha perdido. "Llegó un momento en que Aguirre tuvo que decantarse entre González y Granados. Y nunca tuvo dudas", apunta un parlamentario del PP. El pasado mayo, la dirigente popular excluyó a Granados de su Gobierno tras ocho años en los que había medrado: de consejero de Transportes (entre 2003 y 2005) a superconsejero de Presidencia, Justicia e Interior (entre 2008 y 2011).

Durante semanas pareció a punto de abandonar, pero resucitó. Se ha volcado en el partido. Defiende su parcela como secretario general del PP de Madrid. "Está buscando su sitio, pero no lo ha encontrado", afirma un veterano cargo del PP. Se reúne con alcaldes, ofrece ruedas de prensa para opinar sobre cualquier asunto. Tiene más actividad que cualquier consejero de relumbrón. Pero el lustre de estas convocatorias dista mucho de las que organizaba como miembro del Gobierno. "Trata de aprovechar el hueco. Aguirre ha reducido su agenda y en el Gobierno no hay tanta gente con perfil político", reflexiona un diputado que conoce los entresijos del partido. Fuentes de Sol liman asperezas: "Es el secretario general y hace bien llenando su agenda. Está asumiendo su papel, quizá no es el que quiere, pero lo hace bien".

También hay quien considera que se ha quedado fuera porque estaba señalado: era el responsable de Interior cuando estalló el caso del espionaje en Madrid. Él contrató a los tres ex guardias civiles que han sido imputados por seguir a destacados dirigentes del PP en la región. La cuestión está en los tribunales. En esa época, también, comenzaron a circular varios dosieres sobre su patrimonio y supuestos negocios turbios. Granados denunció la filtración de estos informes. No se demostró su participación en nada irregular. "Fue el peor momento de mi vida política", reconoce Granados, que tuvo que recurrir a los tribunales para frenar las acusaciones del directivo de una empresa que al final se retractó.

La carrera de Granados ha sido fulgurante. En 1999, con 35 años, alcanza la alcaldía de su pueblo, hasta entonces uno de los bastiones del PSM. Cuatro años más tarde, Aguirre lo llama para formar parte de su Gobierno. Tras presidir la comisión del tamayazo, se convirtió en consejero de Transportes. Su paso por ese departamento le granjearía enemigos, como la actual secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que le sucedió en el cargo.

Hace cuatro meses, cuando el PP regional aún estaba embriagado por su incontestable victoria electoral, Aguirre citó a Granados en su despacho. Le propuso ser el portavoz popular en el Parlamento autonómico. "La discusión fue acalorada. Él creía que se merecía más. Pensaba que no era justo", revela un alto dirigente popular. Rechazó la oferta tras una agria discusión. "Se equivocó". El mismo día, Aguirre convocó a todos los diputados del PP para nombrar a la dirección del grupo. Granados, con gesto sombrío, se sentó en la última fila. Estaba herido. "Pensé en volver al banco", reconoce. "Es un superviviente. Buscará su sitio hasta que llegue su momento", desliza un parlamentario madrileño.

Durante semanas estuvo solo. Pero se esforzó por recuperar terreno. "Busca mantener su influencia. Tener apoyos para defenderse cuando le toque". Su entorno cree que mantendrá el cargo de secretario general hasta el próximo congreso. Entonces, creen, González maniobrará para colocar a su protegido: Borja Sarasola, responsable territorial del PP. "Los problemas de Paco no son con la presidenta. Son de convivencia con González", cuenta un miembro de la ejecutiva del PP. "Durante las elecciones quiso colocar a personas de su confianza en las listas. No pudo pese a ser el secretario general, fue un pulso desigual", añade este cargo popular. Granados sigue moviendo los hilos. Habla todos los días con la presidenta. "Pasa mucho tiempo en Génova y sube con frecuencia a las plantas nobles. Busca aliados en la dirección nacional", cuenta el mismo dirigente. Algo se mueve en el PP de Madrid y "Paco" estará preparado para cuando ocurra.

SCIAMMARELLA

Pasión política

- Vive en Valdemoro, donde nació en 1964. Economista y exasesor financiero de un importante banco. Hincha del atleti y político por pasión.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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