Érase una vez Blancanieves, muda y en blanco y negro
Pablo Berger rueda una arriesgada versión del mito infantil
Habrá enanos. Y madrastra. Y padre engañado. Y por supuesto, una Blancanieves que huye de casa, para buscarse la vida en el mundo del toreo. Novedades en esta versión del cuento de los hermanos Grimm: se desarrolla en España, en los años veinte del pasado siglo, en un país de tricornios, flamenco, y toreros, que eran los futbolistas millonarios de la época, los mitos adorados por la gente de a pie, la nobleza de los famosos. De ahí esta Blancanieves taurina.
El director bilbaíno Pablo Berger ha ido al periodo de entreguerras para, encima, complicarse la vida cinematográfica y rodar su Blancanieves en blanco y negro, muda, con intertítulos y sin sonido, salvo la banda sonora que compondrá Alberto Iglesias. Todo sea por acercarse a la impresión que le provocó al cineasta, que debutó como realizador con Torremolinos 73, una proyección de Avaricia, de Erich von Stroheim. "Queremos que las primeras sesiones sean en teatros con orquestas en vivo, un disfrute de los sentidos", dice su realizador, cobijado en una sombra.
A pocos metros, el calor brota del albero en la plaza de toros de Aranjuez. En esa arena, un grupo de figurantes aguanta, vestidos de época, el sol del mediodía. El infierno en la arena supera cualquier tópico posible. A Maribel Verdú, impecable en su maquillaje y vestuario negromadrastril, la protegen con una sombrilla cuando atraviesa la plaza. Fue la primera en subirse a esta aventura, antes incluso de que tuviera financiación. Por suerte o por desgracia, otra película en blanco y negro y muda, El artista, de Michel Hazanavicius, dio la campanada en el pasado certamen de Cannes. Berger se defiende: "Por fortuna hay salas para todos. Yo he hecho una película a favor del público, nada experimental, aunque con muchas lecturas y múltiples guiños a Abel Gance o Carl Dreyer. Tiene terror, humor negro, mezcla de géneros. Solo hay una diferencia: en vez de diálogos, oímos música. Al público ya le gustó Wall.E. Pues, ¿por qué no Blancanieves?". A Berger la idea le fue fraguando en la cabeza según le narraba cuentos a su hija. "Después vi unas fotos de Cristina García Rodero sobre enanos toreros, pensé en Avaricia...". Y así armó este puzle en el que también actuarán Daniel Giménez Cacho (el padre, el torero número uno del escalafón), Macarena García (Blancanieves), Pere Ponce, Ángela Molina o José María Pou. "Quiero que recuerde a Carmen, a esa España exótica inventada por extranjeros de bandoleros, mantillas, mujeres guapas y fatales".
Guapa y fatal: el personaje de Maribel Ver-dú. "Llevo en este proyecto cinco años. Recuerdo la primera llamada de Pablo, que me pidió vernos en persona porque no podía explicarse por teléfono. Al final de la cita me regaló una caja maravillosa, después leí el guion y lloré tanto...". Verdú está encantada con su mala malísima -"solo a la altura de mi personaje en La Celestina"-, que desde el inicio emana veneno. "Está dedicada en cuerpo y alma a joderle la vida a los demás". ¿No hay justificación previa inquiriendo a un espejo por su belleza? "¡No hay espejo! Aunque en un momento dado me pruebo muchos sombreros y puede ir por ahí...". La madrileña es una actriz de ojos, así que, aunque tiene texto que recita, disfruta con el reto. "Pocas ofertas te llegan así en la vida. Por eso le dije a Pablo que esperaría lo que hiciese falta". ¿Y las comparaciones con las otras dos madrastras que llegarán desde Hollywood, Charlize Theron y Julia Roberts, en sendas Blancanieves? "Ya veremos, ya", y estalla con su sonora carcajada, una risa que, claro, no se oirá en pantalla.
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