Serafín Moralejo, intérprete del Pórtico de la Gloria
El catedrático de Harvard escribió estudios canónicos sobre el románico
El arte es una parte de la historia y el historiador del arte es un historiador como otro cualquiera. En eso consistió la principal lección de Serafín Moralejo a los cientos de alumnos a los que enseñó, además y sobre todo, a comprender la escultura medieval gallega y, por extensión, europea. "Sus estudios son muy importantes para comprender los orígenes del arte románico en toda Europa y lo que significa, por ejemplo, el Pórtico de la Gloria", expone su colega, el catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Santiago de Compostela, José Carlos Bermejo, quien además gestionó la publicación de su único libro, Formas elocuentes (Akal, 2004).
Moralejo, nacido en Santiago de Compostela en 1945 y muerto en la misma ciudad la semana pasada, ocupó la cátedra de Historia de Arte Antiguo y Medieval de la universidad de la capital de Galicia. Lo hizo desde 1978 y hasta que Harvard lo fichó, también como catedrático, a mediados de los noventa. "Fue una excepción; ningún otro profesor salido de la universidad gallega llegó allí", señala Bermejo.
Moralejo se licenció en 1968. Al poco tiempo ya marcaba a fuego la conciencia del alumnado con su frondosa cultura y su erudición polivalente. No pocos estudiantes, recuerda Bermejo, escuchaban por primera vez los nombres de Foucault o de Lévi-Strauss en sus clases y departían con el profesor sobre Bob Dylan. "Además, introdujo en la universidad gallega y en la española el estudio iconográfico, una historia del arte más allá de la mera catalogación o del recuento de los pliegues de una escultura", afirma. El arsenal teórico de Moralejo lo conformaban entonces las obras de intelectuales proscritos en la academia franquista: Erwin Panofski o el marxista Arnold Hauser.
Con esas herramientas se internó en el trabajo de su vida, el estudio de la escultura románico-gótica, y redactó sus trabajos de mayor trascendencia: aquellos en los que leyó más en profundidad que nadie el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago. Apunta Bermejo: "Explicó que se trataba de una representación del paraíso, y buscó las fuentes literarias en las que se inspiró el maestro Mateo", autor del conjunto escultórico de la catedral compostelana. Sus ensayos sobre la portada de la basílica ponían en práctica sus síntesis teóricas y su enfoque de la historia del arte, a la que aportó todo su conocimiento sobre literatura medieval y escritos sagrados.
Fue un investigador incansable hasta que hace tres lustros se manifestó la enfermedad neurodegenerativa que acabó con su vida. En 2004 la Xunta de Galicia reunió sus artículos y varios homenajes a su labor bajo el poco sugestivo título de Patrimonio artístico de Galicia.
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