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Gracias y desgracias
Columna
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OBSESIÓN POR PIPPA MIDDLETON

Eugenia de la Torriente

Una cadena de restaurantes británicos encargó hace un mes dos retratos gigantes de Pippa Middleton realizados con 15.000 bollitos. Los mosaicos eran una enrevesada estrategia de promoción ya que, según una encuesta, Pippa es la mujer con la que sus clientes desearían desayunar. Una absurda noticia que no desentona en el inane y copioso flujo informativo que esta mujer ha generado desde el enlace de su hermana con el príncipe Guillermo de Inglaterra. Que si lleva un vestido de Zara, que si sale a correr... Cualquiera mataría por una entrevista con ella, aunque no está muy claro qué tiene que decir la editora de la revista The party times, publicación de la empresa familiar de objetos para fiestas.

A algunos la posición de Pippa les parecerá envidiable. Es cierto que convertirse en la dama más admirada de la corte británica hubiera sido estratégicamente relevante en las tramas palaciegas de Los Tudor. Pero era tan peligroso entonces como ahora, cuando hasta la realeza usa Twitter. La cuenta de Clarence House informa a sus 151.000 seguidores de los movimientos oficiales de su familia política. Para notificar cada paso de Pippa, está la prensa del corazón.

Que tu tono de piel sea bautizado como Royal Mocha y se convierta en el bronceado más anhelado por las británicas resulta tan escalofriante como ver tu cara transformada en un pantagruélico desayuno. Ante estos y otros despropósitos -la página de Facebook de apreciación de su trasero cuenta con 240.000 adscritos-, Pippa de momento sonríe. De esa forma que las dos hermanas parecen haber practicado juntas y que hará que sus padres estén orgullosos de cualquier dinero que se gastaran en dentistas.

La revista Tatler dedicó su portada de agosto a Pippa. El texto suple la voz de la interesada con una teoría sobre el fenómeno. Apunta que, aprendida la lección con Diana, público y medios se muestran más respetuosos con la intimidad de Catalina, pero se acodan en una barra libre acerca de su hermana. Alguien curiosamente cercano al fenómeno de ser familia de la fama, Rebecca Miller -hija de Arthur Miller y mujer del actor Daniel Day-Lewis-, escribió La vida privada de Pippa Lee. La novela retrataba a otra Pippa, alienada en una existencia aparentemente perfecta, que Robin Wright interpretó en el cine. Nada indica que sea el caso de Middleton. Pero el título ilustra lo único que nadie parece dispuesto a concederle a esta Pippa que continúa, sonriente, con su pública vida.

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