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Crónica:MANCHESTER CITY 2 - MANCHESTER UTD. 3 | FÚTBOL | Internacional
Crónica
Texto informativo con interpretación

El United todavía es el hermano mayor

El City desperdicia dos goles de ventaja y pierde la Supercopa inglesa en el último segundo

Jordi Quixano

El Manchester United todavía es el hermano mayor, el que suelta un capón al pequeño si se rebela. La Supercopa inglesa (Community Shield) fue, en cualquier caso, un aperitivo de lo que se presume este curso. A no ser que se estropee, el Manchester City está capacitado para tomar el relevo de su vecino y eterno rival, siempre con permiso del Chelsea, en un proceso sugerente de modernización con Vilas-Boas. Pero el City se lo debe creer porque al Mufc le sobra la confianza, porque gana por costumbre, porque tiene el gen competitivo más desarrollado que nadie. Así ocurrió en Wembley, en un duelo que gobernaron los citizens por dos goles sin hacer nada del otro mundo; en un partido que voltearon los del United con tres fogonazos: uno, por inercia; otro, de calidad exquisita resuelto por Nani, y el último, por castigo, cuando se daba por descontada la rueda de los penaltis.

A Mancini, que no pudo contar con Agüero, con molestias, le falta un creador
De Gea dejó dudas en los dos tantos: en uno no reaccionó y en otro lo hizo tarde

Quizá porque entendió que este trofeo era un premio para los jugadores del año anterior, Mancini alineó un once del ejercicio pasado. Un plan que evidenció por enésima vez que al equipo le sobra músculo y le falta un medio con ingenio, capaz de moverlo, de filtrar pases interiores. Tampoco los fichajes reparan el desaguisado -el lateral zurdo Clichy (ocho millones), el central Savic (12) y el ariete Agüero (45)-, toda vez que refuerzan la apuesta de blindar el área propia y dinamitar la contraria. Falta un constructor con llegada, una pieza que reclama Mancini, que parece enfocarse en el media punta Sneijder, del Inter. El United también flaquea en el medio, pero más que un cerebro, función que se reparten con apuros los dos ejes, Carrick y Anderson, necesita un trampolín, alguien capaz de dar el pase definitivo en la zona de los tres cuartos.

Desde Old Trafford se exige remozar un equipo que ha perdido a sus viejos rockeros: Scholes y Neville se jubilaron, O'Shea y Wes Brown fueron traspasados al Sunderland y Hargreaves busca club con la carta de libertad. Unas ausencias que no resquebrajan la apuesta de juego de Ferguson, contundente en la zaga, sin complicaciones en medio y siempre volcado sobre los costados para buscar el chut definitivo. Pero no hay pases por dentro, función que recaía en Scholes, ahora en Giggs, reconvertido el año anterior a mediocentro. Young, incorporación estrella de este verano, capitaliza por el momento la banda izquierda y otorga regate y profundidad, pero aún no se desenvuelve con soltura por la tendencia a irse hacia dentro y estorbar a Rooney, que es el falso delantero que pretende dar el pase y poner también el remate. Y, sin Chicharito, lesionado, en el frente, sin el futbolista que todo lo puntea y casi siempre a gol, el Mufc cojea. Así se demostró ante el City, pues apenas hubo remate. El justo y necesario, en cualquier caso.

Los citizens no tienen ese problema con unos puntas en nómina que asustan, con Balotelli, Dzeko, Agüero (en el banquillo con molestias en un pie) y con Tévez de regreso forzoso porque no ha encontrado un equipo que alivie su morriña. Si recibieran balones medidos y en ventaja, serían unos arietes demoledores; sin ellos, más allá de alguna genialidad de Silva, que las pone al primer toque, se las apañan para resolver los entuertos. Así lo aclaró Dzeko, que recibió el balón en la divisoria, dio tres zancadas de gigante y, ante la falta de oposición, soltó un zapatazo raso y a la derecha de De Gea, que reaccionó tarde y se contentó con rozar la pelota. El gol constató que el City tiene olfato. Antes, el central Lescott remató en el área chica -parcela de De Gea- un centro envenenado de Silva.

No fue una buena tarde para el exportero del Atlético, que, en su estreno oficial con el United, dejó dudas en los dos goles y se le vio en ocasiones reprimido a la hora de echar broncas, como una vez que trató de corregirle la posición a Ferdinand. Pero se llevó la medalla, el título y quedó patente que es el guardameta titular por delante de Lindegaard.

Mancini, puesto en tela de juicio desde que llegara al club, pero atornillado al banquillo porque sus jugadores creen en su propuesta, tiró de su racanería. Líneas retrasadas, los mediocentros como figurantes en el ataque y soledad de Silva y Dzeko. La oportunidad del United, de Nani y Rooney, que se buscaron continuamente con paredes. En una de esas, tras negárseles toda la tarde, lograron conectar con el joven Cleverley como invitado de lujo. Uno, dos; uno, dos, tres; y picadita de Nani. Un gol que servía para empatar tras una diana previa de Smalling a centro de Young.

Firmadas las tablas, Mancini quitó a un delantero, Balotelli, para poner a un mediocentro, Barry. Símbolo de debilidad. Algo de lo que no entiende el Mufc, que en el último suspiro, tras una falta lateral en contra, vio cómo Rooney armó un contragolpe con un pelotazo. Kompany, en un error de benjamín, no lo desvió y Nani, cohete él, se llevó el cuero, encaró al portero y, tras doblarle, chutó a gol para ganar la Supercopa inglesa, para recordar al Manchester City quién es el hermano mayor.

De Gea (a la derecha) y sus nuevos compañeros del Manchester United alzan el primer trofeo de la temporada.
De Gea (a la derecha) y sus nuevos compañeros del Manchester United alzan el primer trofeo de la temporada.KERIM OKTEN (EFE)K. OKTEN (EFE)
Agüero, en el calentamiento.
Agüero, en el calentamiento.

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