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La llegada de Petraeus a la CIA afianza la cooperación con el Pentágono

El general abandona el mando de las fuerzas internacionales en Afganistán

Antonio Caño

El militar con más prestigio y reconocimiento de EE UU, el general David Petraeus, dejó ayer el campo de batalla en Afganistán para emprender el camino hacia una enmoquetada oficina en la sede de la CIA en Langley (Virginia), donde su misión no es, sin embargo, más confortable: elevar la eficacia de la principal agencia de espionaje y abrir una nueva época de colaboración entre esta y el Pentágono.

Su salida de Afganistán no se produce en medio del entusiasmo de la victoria. Durante el año en que ha dirigido las tropas de la OTAN se han registrado progresos en cuanto al control de un territorio que antes estaba en manos de los talibanes y en la formación de un Ejército afgano más capacitado. Pero no ha podido reproducir el éxito que su famosa estrategia contrainsurgente tuvo en Irak y, más que la culminación de un triunfo, su retirada representa el final del intento norteamericano de estabilizar militarmente Afganistán.

No ha reproducido en la guerra afgana el éxito de su estrategia en Irak
Defiende contratar en los países agentes locales que actúen de forma directa

En su despedida, Petraeus destacó ayer que el Ejército afgano está demostrando al extremismo islámico que "es capaz de resistir la campaña de violencia e intimidación". Es su mayor aportación. Pero, al mismo tiempo, como destacó su sucesor, el general John Allen, "habrá días duros por delante y no hay que hacerse ilusiones sobre los retos que aún tenemos que encarar".

Lo que queda por hacer en Afganistán, básicamente completar la retirada en los mejores términos, será ya cosa de Allen y del nuevo secretario de Defensa, Leon Panetta. Pero el próximo trabajo de Petraeus no estará tan lejos como puede pensarse de la actividad en Afganistán y en otros frentes en los que EE UU libra lo que antes se llamaba la guerra contra el terrorismo.

Esa guerra es, crecientemente, una labor compartida de los servicios secretos y el Pentágono, y el nombramiento de un militar de tanto renombre como director de la CIA prueba que el presidente Barack Obama pretende que lo sea aún más en el futuro.

Petraeus, como ha sostenido en sus libros y ensayos -debajo del uniforme hay un intelectual formado en la universidad de Princeton-, es un convencido de la necesidad de que militares y espías trabajen juntos ahora que las guerras se libran más con tecnología y penetración cultural que con tanques y aviones.

Tanto en Irak como en Afganistán, Petraeus desarrolló una gran colaboración, hasta entonces casi inexistente, entre las fuerzas de operaciones especiales del Pentágono y la división de actividades especiales de la CIA. Ambas hacen casi lo mismo: recopilación de información y acciones quirúrgicas de comando. Las dos cooperaron en misiones como la muerte de Osama bin Laden y las dos cargan ahora con el peso de la actuación en Somalia o Yemen.

Pero el terreno de más extensa y trascendente colaboración entre la CIA y las Fuerzas Armadas es el de los aviones sin tripulación, conocidos en inglés como drones. Diariamente este tipo de aparatos, que operan ya con mucha más frecuencia que los aviones convencionales, son activados desde ordenadores de la CIA para obtener información que facilita el trabajo de los soldados sobre el terreno. Pero también ocurre al contrario: drones conducidos desde bases militares que sirven de apoyo a la labor de un grupo operativo de la CIA. Esto no era frecuente antes. De hecho existía entre militares y espías el tipo de rivalidad tradicional entre todos los cuerpos de seguridad en todo el mundo. Esa descoordinación es una de las causas de muchos de los males que ha padecido EE UU en los últimos años, incluido el ataque del 11-S.

Petraeus llega para evitar esa descoordinación. No va a ser fácil. Instituciones tan poderosas como la CIA suelen estar penetradas por una aristocracia interna resistente a los cambios. Pero el célebre general tiene claro lo que pretende. En una reciente entrevista al semanario Newsweek citó su deseo de reforzar el Servicio Nacional Clandestino, la sección de la CIA que contrata en los países adecuados los agentes capaces de actuar de forma directa y al margen de la burocracia.

El presidente afgano, Hamid Karzai, condecora al general David Petraeus, ayer en Kabul.
El presidente afgano, Hamid Karzai, condecora al general David Petraeus, ayer en Kabul.REUTERS

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