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Un barrio harto de los autocares

Vecinos de la Sagrada Família se movilizan contra los vehículos turísticos, que colapsan la zona - La protesta también pide que las colas no ocupen las aceras

Camilo S. Baquero

Son las 10.30 horas y una fila de 11 autocares bloquea el tráfico de la calle de Sardenya, frente al templo de la Sagrada Familia. La velocidad se mide en centímetros y minutos. Sin embargo, nadie usa el claxon ni el desespero aparece en los rostros de los conductores. "Nos hemos acostumbrado, es lo que tienes que pagar por vivir aquí", dice Maria Lloberta, que espera en su coche a que la vía se despeje. Con suerte, los turistas se espabilan y abordan el autocar con rapidez. "Hay que salir 10 minutos antes", se ríe la mujer, que lleva una década viviendo en la calle de Rosselló.

La escena se repite de lunes a domingo y hasta en Navidad y Reyes. En una hora punta puede haber hasta 220 autocares, según cifras oficiales. El problema es tan viejo como la extraña relación de amor odio de los barceloneses con la obra inacabada de Gaudí, que en este barrio alcanza su máxima expresión. "Los planes del Ayuntamiento para organizar los autocares y el impacto del turismo se han quedado en el aire", denuncia Joan Balañach, miembro de la Asociación de Vecinos de Sagrada Família. Cansados de esperar, los residentes se reunirán hoy para ultimar una concentración el 18 de junio.

El Ayuntamiento planea prohibir las paradas aledañas al templo

Históricamente, los vecinos han pedido un plan de usos, similar al de Ciutat Vella, para evitar que la zona "se convierta en un parque temático" y preservar la vida de barrio de los servicios orientados a atender a los turistas. "Las colas para entrar al templo deberían estar dentro del recinto; no puede haber ocupación del espacio público", puntualiza Balañach. El líder vecinal agrega que siempre han planteado la idea de peatonalizar una parte del barrio los fines de semana.

También creen que un poco de caminata no haría mal a los turistas. Ahora los autocares los dejan enfrente de la fachada de la Natividad y los recogen en la de la Pasión. Durante los recorridos, los buses esperan en un aparcamiento en Consell de Cent o en la Zona Bus de la Diagonal.

Un portavoz del distrito del Eixample explica que se eliminarán las paradas en el templo y se trasladarán a zonas aledañas, creando un nuevo eje de flujo, aunque aún no hay una fecha fijada. Urbanismo suspenderá las licencias de actividades en estos nuevos recorridos para evitar el florecimiento de más tiendas de souvenirs. El Ayuntamiento también fía el alivio de los problemas a la creación de diversos aparcamientos subterráneos, como el de la plaza de la Hispanitat. La crisis económica parece nublar el panorama.

Una de las tareas que le quedará al próximo gobierno de la ciudad es la aplicación del Plan Estratégico de Turismo. Según el documento, el patronato del templo debe mejorar la gestión del flujo de visitas y también "habría que restringir la oferta a la capacidad" del espacio público.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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