Antídoto: formación dual alemana
Trabajar y estudiar a la vez. Y cobrar por ello. Es el modelo que durante años han venido aplicando algunas economías europeas con resultados infalibles. Mientras España sufre la tasa de paro juvenil más alta de Europa, Alemania, Austria u Holanda están en el extremo opuesto, con tasas entre el 7% y el 10%. En Suiza es del 3,8%, una de las más bajas del mundo. ¿Cómo es posible? Los expertos coinciden: el sistema de formación profesional dual instaurado en estos países es la clave del éxito.
"Es un modelo contrastado durante años, todos ganan. Las empresas forman talento adaptado a sus necesidades y los jóvenes adquieren experiencia y consiguen su primer empleo a los 20 o los 21 años", explica Lutwin Strauch, director de formación de la Cámara de Comercio de Ludwigshafen, ciudad de 164.000 habitantes al suroeste de Fráncfort. Alemania es el paradigma de este sistema. Cada año el 56% de sus jóvenes opta por la formación profesional (FP), una de las tasas más altas de la OCDE. Solo el 36% escoge la universidad (en España es el doble). La FP goza allí del prestigio que no tiene en nuestro país. Desde 1969 está regulada por ley y las empresas la utilizan como fuente continua de talento.
Los estudiantes pueden enrolarse desde los 16 años a cursos de dos o tres años de duración. En ellos dedican casi la mitad del tiempo a realizar prácticas remuneradas en compañías, entre 500 y 800 euros al mes, y cotizando a la Seguridad Social. Lo mejor: el 78% de los jóvenes es contratado al finalizar el programa. Gobierno y empresas corren con los gastos, los sindicatos apoyan sin fisuras y las cámaras de comercio gestionan la relación entre las firmas y los centros de formación. El resultado es una de las tasas de paro juvenil más bajas de la historia de Alemania, un 7,9%.
"Si se implantara un sistema similar en España la reducción del paro juvenil sería radical. El problema es que llevamos 30 años sin hacer nada al respecto", dice Santiago García Echevarría, profesor emérito de política económica de la empresa de la Universidad de Alcalá, quien echa de menos más compromiso del sector empresarial: "Necesitamos lo que hicieron los alemanes, un pacto liderado por los empresarios y en el que estén todas las partes involucradas. De lo contrario jamás tendremos una economía productiva y competitiva".
La competitividad es el caballo de batalla de la canciller alemana Angela Merkel, que quiere aprobar un pacto europeo al respecto y lucha por atraer jóvenes parados españoles para alimentar la veloz recuperación de su economía. Según el Instituto de Economía Alemana de Colonia, el país necesita 117.000 profesionales especializados en matemáticas, ciencias naturales, informática y técnica. Ni la enseñanza dual ni el sistema universitario dan abasto para generar suficiente mano de obra cualificada.
Más allá de pilotos aislados y promesas electorales, en España todavía no se ha logrado instaurar un modelo de formación dual financiado por empresas y Gobierno. El País Vasco experimentó con un sistema inspirado en él en los noventa. "Nos costó muchísimo convencer a empresas y sindicatos, pero funcionó, redujimos el paro juvenil", dice José Luis García, exdirector de formación de la Confederación Empresarial Vasca. "Lanzamos otra iniciativa similar en 2007, pero se nos echó encima la crisis y las compañías ya no querían financiarla", agrega.
En Alemania las empresas pagan 18.000 euros por año y curso. Al finalizar la formación pueden contratar a estudiantes perfectamente instruidos. En España, la Asociación Hispano-Alemana de Enseñanzas Técnicas (ASET) ofrece programas similares en los que las empresas pagan todavía menos, 12.000 euros. Aún así se encuentran con dificultades. "Muchas dicen que por ese dinero pueden incorporar a alguien full time", explica Harald Jansen, director de ASET en Madrid.
Según García Echevarría, implantar el modelo alemán en España para reducir el paro juvenil requeriría un cambio drástico de mentalidad. "La economía no está para servir a los mercados, sino a la sociedad. Si la patronal, junto con el Gobierno y los sindicatos, no impulsa este cambio de actitud, nunca lo conseguiremos", zanja.
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