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La guerra en Libia

Los rebeldes se quedan sin petróleo

Los ataques de los leales a Gadafi contra los yacimientos del este de Libia obligan a interrumpir la producción de crudo para financiar el conflicto

A pesar de estar arrinconado en Trípoli y de tener varios frentes abiertos en el territorio bajo su control, Muamar el Gadafi intenta reconquistar los yacimientos petroleros de la zona rebelde. El régimen ha intensificado la ofensiva militar en el este de Libia, y los ataques a los pozos han obligado a interrumpir la producción de crudo. Un golpe para Bengasi, capital de la rebelión, que se ve así privada de un recurso vital.

Hace apenas mes y medio, el optimismo reinaba en las oficinas de la Arabian Gulf Oil Company (Agoco). La principal filial de la petrolera estatal libia, con sede en Bengasi, había roto con la casa matriz y se había unido a la rebelión. Su producción de crudo (425.000 barriles diarios, casi un tercio del total nacional) se había reducido por la salida de los técnicos extranjeros, pero la protección aérea de la OTAN ofrecía un futuro promisorio. Hoy todo es distinto. "Hemos tenido que cerrar nuestros seis campos por los problemas de seguridad", explica Abdeljalil Mayuf, ejecutivo y portavoz de la empresa. "En el este ya no hay producción de crudo. Cero".

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Organizadas en patrullas móviles, con vehículos blindados provistos de lanzacohetes, las tropas de Gadafi asedian los yacimientos de la rica región de Sarir. Las instalaciones de Mesla han resultado seriamente dañadas. El sabotaje a la estación de bombeo en el oleoducto que conecta los campos petroleros con el puerto de Tobruk ha paralizado los trabajos en los demás pozos. "Ponerlos de nuevo en marcha es costoso y llevará tiempo", señala Mayuf. "Es lo que intentábamos evitar".

Las tropas de Gadafi, además, están multiplicando los ataques contra las poblaciones de la región. El sábado lanzaron una nueva ofensiva contra Yalu, situada en un oasis a unos 200 kilómetros al sur de Ajdabiya, frontera fantasma entre el oeste gadafista y el oriente rebelde. También la vecina Auyila ha sufrido los embates. Las autoridades de Bengasi no dan detalles, pero aseguran que los enclaves, poblados originalmente por tribus bereberes, siguen bajo su control. "El régimen está atacando pero no puede mantener sus posiciones porque los oasis están combatiendo con la revolución", afirma Abdul Hafiz Ghoga, vicepresidente y portavoz del Consejo Nacional de Transición.

Con todo, el cierre de los pozos priva a las fuerzas rebeldes de una sustancial fuente de recursos. Hasta principios de abril, Agoco había exportado 2,6 millones de barriles de crudo a China, Catar y Austria. "De momento aguantamos", dice Abdeljalil Mayuf. "Tenemos reservas y esto es una situación temporal. Esperemos".

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La estrategia de Gadafi parece ir más allá de asegurarse el control de los pozos o de estrangular la economía de la Libia liberada: los ataques de las últimas semanas sugieren que intenta penetrar en el territorio rebelde por los desiertos del sur y ascender hacia la costa, cerca de la frontera egipcia.

En condiciones de clara inferioridad militar, las autoridades de Bengasi han reforzado la zona con nuevos contingentes. Pero, una vez más, las miradas se dirigen a la OTAN. "Ellos han realizado algunas intervenciones, pero... son lentos. No sé, tal vez tienen otros cálculos", se lamenta un dirigente rebelde.

Pero ayer no era momento de críticas en Bengasi, ensordecida por las ráfagas de artillería y de los fusiles Kaláshnikov. Los combatientes llegados del frente del Ajdabiya, congelado desde hace semanas, celebraban el avance de unos pocos kilómetros, facilitado por los bombardeos aliados contra las posiciones gadafistas. Los rebeldes se adjudicaron la muerte de 57 soldados y la destrucción de 17 vehículos. Otras fuentes indican, sin embargo, que las bajas fueron provocadas por la OTAN.

Además de reactivar el frente del este, la coalición internacional lanzó contra Trípoli un intenso ataque en la madrugada del martes. Los bombardeos alcanzaron dos edificios oficiales (uno de ellos, utilizado por los servicios de inteligencia militar; el otro, una joya arquitectónica de la etapa colonial) y al cuartel general de Gadafi. El dictador libio no ha aparecido en público desde el pasado 30 de abril, cuando un ataque aliado mató a su hijo menor y a tres nietos.

Mientras, la OTAN informó ayer de que ha destruido 30 objetivos militares de los leales a Gadafi en los alrededores de la sitiada ciudad de Misrata, que está fuera del control del Gobierno.

Un rebelde, ante una instalación petrolífera atacada por las fuerzas de Gadafi en marzo.
Un rebelde, ante una instalación petrolífera atacada por las fuerzas de Gadafi en marzo.A. WAGUIH
Khaled Abdlrashikh, de 30 años. Ras Lanuf. Desde el comienzo de la guerra se dedicó a llevar medicinas, armas y comida al frente, y trasladar a muertos y heridos a los hospitales. Antes estaba en el paro. "Teníamos que hacer algo. Imagine que su rey se pusiera de repente a dispararles. Tendrían que defenderse, ¿no?".
Khaled Abdlrashikh, de 30 años. Ras Lanuf. Desde el comienzo de la guerra se dedicó a llevar medicinas, armas y comida al frente, y trasladar a muertos y heridos a los hospitales. Antes estaba en el paro. "Teníamos que hacer algo. Imagine que su rey se pusiera de repente a dispararles. Tendrían que defenderse, ¿no?".MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ

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