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Elecciones municipales y autonómicas
Columna
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Anuncio con palabras

Para el futuro económico, social y político de España, resulta hoy inexcusable recuperar la confianza y el crédito de la comunidad internacional, pero también de la propia. Tal vez lo mejor para ello sería un breve anuncio difundido urbi et orbi: España: Elecciones anticipadas.

Puede resultar chocante que se diga esto a menos de un mes para la celebración de las elecciones locales y autonómicas, pero es lo que dicta el sentido común y lo que piensa la inmensa mayoría. Sin embargo, los socialistas se empeñan en subrayar la necesidad de agotar la legislatura (?). La última en hacer sonar la consabida melodía en el organillo madrileño ha sido la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, quien, además, no ha tenido empacho en adornar la tocata anunciando el porvenir de una ilusión: el zapaterismo continuará sin Zapatero. No hay que preocuparse, se trata una personalidad que, aunque, visionaria, milita en el realismo político: hace poco visitó Damasco y presentó el régimen sirio como ejemplo de diálogo y moderación. Hoy la represión del régimen a las revueltas populares ha elevado la cifra de muertos por encima de los cuatrocientos.

Los socialistas se empeñan en subrayar la necesidad de agotar la legislatura
Zapatero y su PSOE han sido como un agujero negro para la existencia del espacio político
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El zapaterismo es magnífico: hace nada que el propio Zapatero inició su primer mitin preelectoral con la sincera afirmación de que él no es "el responsable de esta crisis". No cabía esperar menos de quien dice que con muchas ganas y solo una idea general del país, se puede ser presidente de Gobierno. Y... ¡Oiga! Habla de España y no de ninguna Ínsula Barataria. Seguramente, la crisis viene de Marte y su particularmente grave y dramático impacto en España ya venía en el compacto del programa sin que aquí pudiéramos hacer nada por evitarlo.

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Pero, con todo, lo que más me está molestando del socialismo madridista es cómo se están montando la laminación de Zapatero y la elusión de sus responsabilidades. Sí: Zapatero podrá decir (solo decir) que es del Barça, pero, desde luego, su entorno es del Madrid. Ahora resulta que las culpables de que la crisis se haya cebado especialmente con España son además de los Ayuntamientos, unas instituciones que nacieron con la Constitución democrática del 78: las comunidades autónomas ¡Claro! Son instituciones que él no preside y en las que, a la luz de las encuestas, los socialistas van a perder el poder casi de forma absoluta. La realidad, por el contrario, es que cerca del 70% del endeudamiento público corresponde a la Administración General del Estado y apenas el 30% a las comunidades autónomas.

Ciertamente no es el endeudamiento público el causante ni el único agravante de la crisis. No procede cargar el total de la factura sobre las comunidades autónomas. Pero hay más: el reconocimiento de la España plural y su derecho a la existencia es un reconocimiento constitucional y democrático no vinculado a las épocas de bonanza o tormenta económica del país. Algunos, y ya no precisamente de la derecha ni en el centro político, deberán reaprender que se puede ser español sin ser del Madrid, hablar exclusivamente castellano y no diferenciar entre la playita de Cullera y la de Cádiz o Mazarrón. El colmo de la desfachatez y la irresponsabilidad políticas alcanza su máximo esplendor con la ministra de Economía Elena Salgado que adecenta sus cuentas nacionales a costa de retrasar o negar transferencias debidas a las autonomías (particularmente a la valenciana).

Y así se cierra el círculo: 1.- Vamos a cambiar a Zapatero. 2.- Aunque él no ha tenido la culpa de la pertinaz crisis que nos azota. 3.- Nosotros, el PSOE, tampoco hemos tenido la culpa de que Zapatero haya llegado a gobernar España solo con muchas ganas y una idea general del país y tampoco, tampoco, tenemos ninguna responsabilidad en el asunto de la crisis económica y la debacle social que ya está aquí pero aún menos de lo que se avecina. 4.- Quien sí tiene culpa son los Ayuntamientos y comunidades autónomas que, además, los muy irresponsables, se endeudan más y más arguyendo (falsamente claro) que no les transferimos desde el Gobierno el dinero que les corresponde para ejecutar sus competencias y atender a los derechos de los ciudadanos reconocidos en la Constitución y los estatutos de autonomía. Que asuman ellas las responsabilidades políticas y paguen los platos rotos porque, además, la mayoría están gobernadas por el PP... ya se sabe: la derecha retrógrada, antidialogante y caciquil. Y 5.- Será mejor que, mientras los del PSOE recomponemos la pose, hablemos todos de otras cosas, de la auténtica realidad que afecta a los ciudadanos y ciudadanas de España, tal y como ya hemos venido haciendo en el pasado: la memoria histórica, la alianza de las civilizaciones, si Rubalcaba o Carmen Chacón, si primarias en el PSOE o no e, incluso: Bildu para aquí Bildu para allá. Eso sí: del asunto de los ERE y del caso Faisán no hay que hablar. Así que hay que meter la tijera y cuestionar las televisiones autonómicas, porque para hablar del caso Gürtel, que de eso sí toca hablar, ya vale todos los días con Televisión Española.

Pero lo cierto es que este ochenio va a ser conocido como el de la superficialidad, la desfachatez y el descrédito de la política. Zapatero y su PSOE han sido como un agujero negro para la existencia del espacio político. En este desierto de la política ¡Hasta Pepiño Blanco parece un hombre de Estado! En este país, abruptamente superficializado, el debate y la acción política han sido progresivamente desaparecidos y sustituidos por una especie de simulacro. Así nos luce el pelo. Incluso Berlusconi nos da una lección y hace política, negocia y se saca para Italia la próxima presidencia del Banco Central Europeo.

Mientras reivindicamos, frente a Zapatero y su ley seca para la Comunidad Valenciana, que la democracia es el menos idiotizable de los sistemas políticos posibles, desde el PPCV centraremos el debate electoral en lo que de verdad importa: nuevas propuestas y proyectos reales para devolver el optimismo a los valencianos y valencianas ganando el futuro. Del pasado, de Zapatero y sus mariachis, ya se ocupará la ley del olvido histórico.

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