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Reportaje:

"Hoy el enemigo no está tan claro"

El Festival Play-Doc de Tui programa la primera retrospectiva del cineasta francés Marcel Lozinski en España

De todos los presentes en la estación de tren fronteriza entre Bielorrusia y Polonia, el único que tiene prisa es un gato en busca de comida. La llegada del convoy que hace la ruta Moscú-París transforma el letargo en la rutina gastada de elevar los vagones sobre una plataforma que les permita circular por las vías polacas que, al igual que las europeas, miden 89 milímetros menos que las de la antigua Unión Soviética. Mientras trabajan los obreros, bajo la mirada expectante de los viajeros, un perro se escapa del tren y un niño se acerca a hablar con uno de los hombres. La única conversación en los doce minutos de duración de la película alude a la pesadez de la tarea de los operarios, antes propia de épocas pasadas que de la década de los noventa.

El realizador usa géneros híbridos con difícil separación de realidad y ficción

Aparentemente no ocurre nada más. En 89 mm od Europy (A 89 mm de Europa) el realizador polaco Marcel Lozinski (París, 1940) construye un vínculo metafórico con la fecha de la caída del muro de Berlín y una medida de longitud que encierra todo tipo de distancias. La cinta, que obtuvo una nominación a los Oscar en 1994, se proyectó en la primera retrospectiva de Lozinski en España, organizada en el marco el Festival Internacional de Documentales de Tui, Play-Doc, y que hoy llega a su fin con el visionado de Jak zyc (Cómo vivir, 1977), para cuyo rodaje introdujo dos parejas de actores en un campamento para familias socialistas. Para el ciclo fueron seleccionados siete trabajos de etapas distintas que muestran la evolución de su cine, desde el ensayo sociopolítico a las preocupaciones individuales, siempre bajo el denominador común de la hibridación de géneros que complican la separación entre ficción y realidad.

Si 89 mm od Europy representa un modo de filmar, a través del símbolo extraído de la realidad, el mediometraje Wszystko moze sie przytrafic (Todo puede ocurrir, 1995) ejemplifica otra versión del método de Lozinski para "abrir la realidad": preguntar cosas elementales a las personas a través de otro, como su hijo Tomaszek, de seis años, que interroga a los ancianos en un parque. "Él hizo las preguntas que yo no me atreví a formular y el resultado es formidable. La gente mayor, sobre todo, sufre muchísimo y nadie parece tener ni el tiempo ni la paciencia para escucharles. En cuanto alguien se interesa, lo cuentan todo".

Este profesor en la prestigiosa escuela de dirección Andrzej Wajda de Varsovia y compañero de generación del director Krzysztof Kieslowski, pronunció ayer una clase magistral en el Teatro Municipal de Tui, sede del certamen. "Lo primero que les pregunto a mis alumnos es si están seguros, porque es una profesión muy difícil. Después les recomiendo que miren a su alrededor con atención, porque no es necesario alejarse para encontrar cosas que contar, y que intenten comprenderse a sí mismos para saber qué quieren comunicar", resume quien durante años vio sus películas, realizadas en la etapa comunista para la televisión estatal y el Warsaw Documentary Studio, ocultas en los armarios. "La censura política nos obligó a buscar un lenguaje cinematográfico más imaginativo, por eso nuestras películas aún están vivas. Hoy es difícil esquivar la censura económica, están el fascismo, la Iglesia... El enemigo no está tan claro".

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