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Reportaje:

Los pastores que leen el Corán

El 70% de los rehaleros de ovejas y cabras empleados en las explotaciones ganaderas de la región son inmigrantes - La mayoría procede del Magreb

Juan Diego Quesada

Lo que sigue es la historia de un pastor rumano que toca el acordeón. Se llama Mario Bocan. Es ingeniero agrónomo. Trabajó cinco años en Palencia cuidando un rebaño de ovejas y vacas. Por las noches dormía en un pajar. Cierto día, un carnero que pesaba más de 100 kilos le pisó y le rompió dos dedos. Desde entonces arrastra una cojera que se le nota al bajar por el camino de tierra que lleva hasta una finca de Colmenar Viejo, donde está ahora al cuidado de 600 cabras.

Bocan presume de no usar la garrota con los animales. "No me hace falta. Llamo a cualquiera de ellos a 500 metros y reconocen mi voz. Les doy mucho cariño". A una oveja marcada con el 33 la llama Livio, como un buen amigo que vivía en ese mismo número de calle. La soledad del campo no es un problema para él. "No me aburro. Cuido también de dos yeguas, dos burras y seis gatos. A todos les doy de comer de mi mano. Excavo, riego en la finca, cuido de un huerto y de los árboles frutales". Acompañado siempre de dos perros, le ayuda Hafet, un marroquí muy tímido de 42 años. Hacen quesos y yogures ecológicos con la marca Suerte Ampanera, el nombre de la finca.

El sueldo es de cerca de 1.500 euros, pero "es duro y sacrificado"
"Llamo a cualquier animal y reconoce mi voz", presume uno de los pastores

Juntos toman un café a primera hora de la mañana, ordeñan a las cabras hasta las 11.00 y, después, se echa al monte con el rebaño. La mayoría de los pocos pastores que quedan en la Comunidad de Madrid, unos 1.000 calculando el número de explotaciones en activo, son inmigrantes (el 70%) y la casi todos son de origen magrebí, según datos de asociaciones ganaderas. Cualquiera que pasee por los campos de Valdemoro podrá toparse con Abdul, un joven pastor, leyendo tranquilamente el Corán. Rumanos, búlgaros y polacos también se han empleado en la trashumancia durante la última década. Un número indeterminado de ellos no tiene contrato.

El sueldo de pastor ronda los 1.500 euros al mes brutos. Paloma Díez de Tejada, veterinaria responsable de la agrupación de defensa sanitaria, lo define como un trabajo "duro y sacrificado". "Requiere muchas horas en el campo, haga sol o un frío que pela. Los ganaderos han tenido muchos problemas para encontrar mano de obra española y se tenía que echar mano de trabajadores de fuera". La veterinaria señala que, salvo excepciones, se trata de gente no cualificada que en muchos casos no ha visto un animal en su vida. "La rotación es alta. Normalmente, cuando encuentran algún trabajo más cómodo se marchan. Incluso con esta crisis es difícil encontrar gente que quiera trabajar en el campo".

El pastor que toca el acordeón lleva muchos años, pero ha tenido compañeros de trabajo que solo le han durado un día. Ángel Trujillo, ganadero de Valdemoro, recuerda el día que llegó un chico tiritando de frío a su finca. Le dejó una chaqueta. Se unió a su equipo de pastores. Un año después se fue sin decir nada. Lo mismo que otro matrimonio, que estuvo dos años y cierto día nunca más supo de ellos. Pero desde hace tiempo tiene en la finca a cuatro pastores marroquíes, el más antiguo de ellos un tipo serio que se llama Mousa y que trabajaba en su país como ferrallista. Lleva ocho años empleado en la finca, donde cuida de 1.200 cabezas de ganado ovino y caprino. Con él trabajan Mohamed el Mamouni, un rehalero con barba que no sabe muy bien que edad tiene, capaz de cazar conejos con una honda; Abdul, un joven con experiencia en el campo, el mismo que lee el libro sagrado del islam; y Mohamed, antiguo empleado de una fábrica de telas. Los cuatro viven en un caserón dentro del recinto y se han encariñado últimamente de una pequeña oveja que se comporta como un gato mimoso.

Los pastores crean una relación especial con los perros. Estos no atienden otra orden que no sea la de su dueño. Recuerdan a un mastín que paraba a los coches en mitad de los caminos para que pasasen las cabras (murió atropellado) o aquellos a los que atan con una cuerda a sus padres para que les enseñen de primera mano el oficio.

El panorama en otras comunidades autónomas es distinto. Diego Albardonedo, secretario ejecutivo de Ovinos Precoces, señala que Madrid apenas tiene una pequeña parte del censo nacional de ovino (104.000 cabezas). El fenómeno de los pastores inmigrantes en otras regiones como Extremadura o Andalucía, que superan las dos millones de ovejas, se ha reducido mucho en los últimos años, sobre todo tras la crisis desatada en el sector en 2006. A diferencia de Madrid, tan solo unos cuantos ganaderos tienen pastores venidos de otras tierras.

Precisamente de donde vino el pastor Mario Bocan, un hombre que invita a la finca a todo el que quiera conocer de primera mano cómo vive en el campo. Siempre recibe a las visitas tocando el acordeón.

Mario Bocan, pastor rumano que trabaja en una de las explotaciones ganaderas de Colmenar Viejo.
Mario Bocan, pastor rumano que trabaja en una de las explotaciones ganaderas de Colmenar Viejo.SANTI BURGOS
El marroquí Hafet, uno de los mil pastores de la Comunidad de Madrid.
El marroquí Hafet, uno de los mil pastores de la Comunidad de Madrid.SANTI BURGOS

El Madrid rural

- La Comunidad de Madrid cuenta con 747 explotaciones de ovino y 330 de caprino, según los datos facilitados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El censo de cabezas de ganado es de 104.000, mientras que el de caprino es de 21.500.

- A finales de noviembre tiene lugar el tradicional paso de ganado por la Cañada Real de la Puerta del Sol, entre la Casa de Campo y Cibeles. Cada año lo organizan pastores de diferentes regiones. El encuentro sirve en ocasiones para debatir sobre el futuro de la profesión.

- Las explotaciones ganaderas madrileñas de ganado bovino suponen tan solo un pequeño porcentaje de la producción. Tres comunidades (Extremadura, Galicia y Castilla León) suman entre ellas el 50% del total del censo de animales y producción.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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