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Un vertido de gasoil daña un humedal protegido en Lugo

Una empresa de Begonte derrama 11.000 litros en el área del río Ladra

"Si hubiera llovido como lo hizo no hace mucho, las consecuencias quién sabe hasta dónde podrían haber llegado". Es el razonamiento de un vecino de Rábade al referirse a un vertido accidental de 11 metros cúbicos de gasóleo procedentes de una empresa de biodiésel, ubicada en el municipio lucense de Begonte. De momento, ha llegado hasta el humedal Ladra-Támoga-Parga, que tiene la consideración de Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), y ha desencadenado la inquietud sobre los usuarios de las redes de abastecimiento de Outeiro de Rei, Rábade y Lugo, aunque, a última hora de ayer parecía improbable que pudiera llegar a una red fluvial.

El accidente también ha servido para reavivar el debate sobre la idoneidad de la ubicación de algunos suelos industriales, o sobre los asentamientos empresariales que se producen en los mismos. En este caso, el vertido se filtró por las zonas de escorrentía de aguas pluviales y ha llegado, sin grandes dificultades, al espacio LIC. De todas formas, según técnicos de Medio Ambiente desplazados hasta el lugar, el combustible derramado únicamente ha afectado a los bordes de la carretera que delimita este espacio.

Temor entre los usuarios a que el abastecimiento de agua resulte afectado

Aun así, agentes de la Guardería de la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil han denunciado a la empresa Bgal ante el organismo de cuenca, como presunta responsable de contaminación del dominio público hidráulico. A partir de este momento se verá si procede abrir un expediente sancionador, aunque con anterioridad será necesario evaluar los daños.

Los técnicos de la confederación serán los encargados, en función de lo que establece la Ley de Aguas, de determinar la responsabilidad que pudiera recaer sobre la empresa, que inicialmente ha asumido que el problema se ha localizado en una válvula.

El gerente de esta industria transformadora de biodiésel, perteneciente a Biocarburantes de Galicia, José Antonio Pereira, calificó el escape de "un accidente", como consecuencia de la rotura de una válvula la tarde del domingo, cuando en la factoría no había ninguna actividad. Se trata de una avería nada habitual cuyo origen intenta desvelar un perito que está trabajando para determinar cuáles han sido las posibles razones del derrame. El vertido no llegó a los cauces fluviales de los ríos Ladra o Miño, tanto por la prontitud con la que se actuó como por la ausencia de lluvia.

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La empresa, en colaboración con las Administraciones, puso en marcha un operativo para frenar el progreso del combustible, que se consiguió parar en una zona delimitada y se confinó mediante barreras físicas. A última hora se habían recuperado unos 5.000 litros.

El vertido procedente de una industria de Begonte, tras alcanzar el humedal protegido.
El vertido procedente de una industria de Begonte, tras alcanzar el humedal protegido.XOSÉ MARRA

La captación de aguas, suspendida durante horas

Los vertidos de gasóleo son muy contaminantes. De ahí que, desde el momento en que se tuvo conocimiento del accidente de Begonte, con el vertido de 11.000 litros, las alarmas se dispararon entre los municipios que se abastecen de cuencas fluviales de la zona.

La posibilidad de que el producto derramado pudiera llegar al río Ladra, afluente del Miño, era algo más que real. Esta alarma dio lugar a la necesidad de actuar con celeridad y adoptar medidas preventivas, para evitar que pudiera alcanzar los puntos de captación del río Miño que abastecen a los municipios de Outeiro de Rei, Rábade y Lugo.

De hecho, la Concejalía de Medio Ambiente de Lugo estuvo más de 12 horas sin bombear agua en los dos puntos de captación, a la espera del devenir de los acontecimientos y sabiendo que en los tres depósitos de los que dispone la ciudad había agua suficiente para aguantar durante 24 horas. Además, las tareas de prevención se vieron completadas con la instalación de barreras anticontaminantes en los puntos donde se capta el agua de la traída.

Hasta el mediodía de ayer, los responsables políticos no respiraron tranquilos. La incertidumbre comenzó a aminorar cuando desde la Consellería de Medio Ambiente, la Confederación del Miño-Sil y la empresa Tragsa consiguieron colocar las medidas de protección suficientes para evitar que el vertido llegara al río Ladra y, desde ahí, desembocar en el Miño.

Aliviado por la situación, el edil local de Medio Ambiente, Lino González Dopeso, pudo autorizar que continuara la captación "lentamente", aunque eso sí, sin quitar las barreras que se mantienen de forma preventiva. Al mismo tiempo, el portavoz del Gobierno local, José Rábade, comparecía ante la prensa para "tranquilizar" a la población y declarar que el agua de la traída es apta para el consumo.

Pese a la buena evolución del suceso, los servicios de conservación y evaluación ambiental de las Consellerías de Medio Rural y Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas permanecen en alerta. Además, el servicio de control de riesgos ambientales de la Jefatura Territorial de Sanidade tomó muestras en las redes de abastecimiento de Lugo, Rábade y Outeiro de Rei para comprobar la potabilidad del agua.

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