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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Adiestrados para matar

Quizá alguien creyó ingenuamente que una ley sería capaz de impedir que un perro peligroso adiestrado para atacar dejara de hacerlo. Nada más alejado de la realidad. Especialmente, si esa ley no se cumple. La última víctima mortal de un perro peligroso ha sido una mujer a la que dos rottweiler (raza de especial fiereza) segaron la vida a dentelladas en un pueblo de Huelva. En la mayoría de los casos como este se suele constatar (casi siempre demasiado tarde) que no se cumplía la ley; que los perros o no estaban amarrados o no portaban bozal o sus dueños no cumplían los requisitos exigidos (certificado de aptitud psicológica y registro de perros peligrosos).

En realidad, los expertos consideran que no hay razas caninas peligrosas y que el peligro no son tanto los perros como sus amos; que así como unos los adiestran para hacer compañía, guiar a los ciegos o ser buenos policías, otros encuentran en estos animales el arma ideal para defenderse y/o custodiar sus propiedades. Una vez educados para tal fin, atarlos cortos o ponerles bozal es como apartar las balas de un rifle. Pero ahí están.

Durante el año 2010 hubo cinco muertos en España por ataques de perros. Es una cifra pequeña si se tiene en cuenta la irresponsabilidad de muchos dueños. Solo en Madrid se abandonan cada día una docena de perros; más de 6.000 al año. Muchos de ellos, pitbulls, rottweiler o mastines previamente adiestrados para atacar, para apresar con sus potentes mandíbulas la garganta de su víctima y terminar con su vida. Extrañamente, la mayoría de los ataques registrados públicamente tienen dueño, lo que confirmaría las tesis de los amantes de este animal de compañía.

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El resultado es a veces un sarcasmo del destino. De los cinco muertos del pasado año, dos fueron víctimas de sus propias mascotas. Uno era un niño al que atacó el pitbull con el que había crecido. Su padre, el dueño, sufrió doblemente por ello: la responsabilidad penal por lo ocurrido y la pérdida de su hijo. Los verdugos de la mujer de Huelva fueron sus propios perros. La atacaron a las puertas de su finca, que ambos custodiaban. Se equivocaron de víctima y serán sacrificados.

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