Víctor Vázquez reencuentra a Messi

Controló el cuero, se perfiló para el disparo y definió con finura ante la salida de Ryzhikov, el portero del Rubin. El medio Víctor Vázquez (Barcelona, 1987) volvió a girarse y se topó con Messi, con quien se fundió en un abrazo intenso y lleno de recuerdos. "Soy feliz", le susurró Víctor. "Me alegro mucho por ti, de verdad", respondió Leo. Son viejos amigos, de la misma quinta, de la generación del 87 laureada por Piqué, Cesc y Messi, la mejor que ha dado el Barça en su historia como confirmó Pep Guardiola. "El bueno era Víctor", entona con frecuencia Messi. Pero una grave lesión en la rodilla derecha le marcó de por vida. Por algo su articulación no tiene cartílago, por algo toma cada día varios medicamentos (Artilane y Condrosan) y por algo se infiltra cada tres meses factores de crecimiento.

El medio era el líder de la generación del 87, completada por Piqué, Cesc y Leo

Se rompió una rodilla en un partido y estuvo 14 meses sin jugar

No es la primera vez que Víctor llama a la puerta del primer equipo azulgrana. Debutó el 9 de diciembre de 2008 en la Champions ante el Shakhtar. Por esas fechas todo iba rodado. Hasta que escuchó el maldito chasquido. Fue en un partido contra el Villarreal B, cuando un defensa le cazó el tobillo para que crujiera su rodilla, para sufrir una desviación de la rótula junto a una rotura del menisco. "Es la segunda operación que hago de este tipo y es complicada. Es posible que no vuelvas a jugar al fútbol", le dijo unos días más tarde el doctor Ramón Cugat. El mundo de Víctor se fundió a negro.

La reacción del cuerpo técnico del Barça fue inmediata. "Estás renovado", le aseguró Guardiola junto a Vilanova y Alexanco. Una motivación para afrontar la eterna recuperación. Un mes de escayola, otros cuatro en la Clínica Quirón bajo la supervisión del fisio Miguel Ángel -del equipo médico de Cugat- y nueve más en la ciudad deportiva. "No sufras", le decía Guardiola esas mañanas en las que se encontraban; "trabaja duro porque tendrás tu oportunidad". Así ha sido. "No me lo esperaba porque Pep contaba hasta ahora con otros jugadores", dice Víctor, "pero era mi ocasión, la recompensa a tanto sufrimiento". Un sufrimiento, en cualquier caso, aliviado por sus grandes amigos -Miguel, portero del Ontinyent, y Javi, del barrio-, que se han ganado un sitio en su muñeca derecha, el próximo tatuaje que se hará. Tiene otros tres tatuajes, serigrafiados el nombre de su abuela, el de su hermana y una frase que le sirvió en los momentos más duros: Only the strongest survive (Solo el más fuerte sobrevive). Cumplió con el lema. "Ha sufrido mucho", le reconoce Thiago; "por eso se merece este premio. Es un futbolista de Primera División". Y añade Fontàs: "Tuvo muy mala suerte, pero le sobra calidad y llegará lejos".

"Tranquilo, haz lo que sabes", le soltó Guardiola antes del encuentro frente al Rubin. "Disfruta de esto, te lo mereces", abundó Busquets en el vestuario. "¡Vamos, Víctor!", le animó Piqué, como hacían cuando eran niños. No en vano Víctor siempre fue el Gitano del equipo. "Porque tengo la piel morena y de chico llevaba el pelo largo", conviene Vázquez, que a Messi siempre le llama Enano, que a Piqué le dice Largo y que a Cesc lo conoce como Chisca. Por eso sobre el césped del Camp Nou fue el mismo de siempre. "Se ha asociado muy bien con Leo", resaltó Guardiola. "Normal, Messi y yo nos conocemos de toda una vida", responde Vázquez, que hace 11 años y junto a sus compañeros le gastó una broma que La Pulga nunca olvidará. Fue en un viaje a Italia, donde le destrozaron la habitación, le quitaron la PlayStation, la cama y le alborotaron el armario. Messi no pudo más que llorar al explicárselo a Rodolfo Borrell, técnico del equipo, que ya sabía de qué iba la cosa. Horas después, cuando Leo llegó al comedor, se llevó una atronadora ovación. Y supo que serían sus amigos. Como Víctor, ese con el que se fundió el martes en un abrazo bien intenso.