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El riesgo en Irlanda y Portugal supera al que desencadenó el rescate a Grecia

La economía irlandesa cae por sorpresa y los problemas bancarios arrastran a la deuda - España se mantiene a salvo, pero los analistas no descartan dificultades

La economía mundial ha vuelto del borde del precipicio. Pero algunos países siguen cerca del abismo: Irlanda y Portugal están llegando a ese punto de no retorno en el que cualquier cosa puede suceder. Grecia desató un huracán en el mercado de deuda a finales de enero, y el efecto contagio acabó golpeando a todos los países periféricos, España incluida. Tras un verano tranquilo, los mercados vuelven al ataque: el riesgo país de Irlanda y Portugal -una medida del miedo a que no puedan pagar sus deudas- se encaramó ayer hasta los niveles de Grecia en enero, cuando la canciller Angela Merkel tuvo que salir a declarar que Europa no iba a dejar caer a ningún país. Aun así, la crisis se agudizó hasta que en mayo la UE anunció un bazuca de 750.000 millones para rescatar a los países atacados. Los analistas no descartan que, de seguir así, Irlanda y Portugal tengan que hacer uso de esa munición.

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El presidente Zapatero dio por zanjada la crisis de la deuda soberana en España y en Europa el pasado martes, en Wall Street. Pero a la luz de los problemas de los periféricos -Irlanda, Portugal y Grecia, un grupo de países del que España ha conseguido desgajarse- los expertos no descartan un nuevo coletazo de la crisis fiscal que afecte a toda Europa, con la excepción de Alemania, cuya deuda se considera intocable.

Irlanda es el principal foco de problemas. La economía irlandesa cayó inesperadamente un 1,2% en el segundo trimestre, manteniendo así al país en recesión. Se esperaba un crecimiento del 0,5%, inferior al sorprendente avance del 2,2% del primer trimestre pero suficiente para haber sumado un segundo trimestre consecutivo al alza y haber salido oficialmente de la recesión. La ingrata sorpresa llega en un momento especialmente delicado, con el mundo financiero expectante por las dudas sobre la solvencia de la banca irlandesa y en particular sobre el coste del reflotamiento del Anglo Irish Bank. Los problemas se agudizaron ayer, cuando se filtró que el Ejecutivo irlandés podría dejar de respaldar a finales de este mes la deuda de esa entidad financiera.

Los bonos del Tesoro a 10 años, que se han convertido en el indicador más recurrente para medir la confianza del mercado en las finanzas públicas de un país, se dispararon de inmediato y cotizaron a un tipo de interés 416 puntos básicos por encima del bono alemán, el diferencial más alto desde hace 10 años. Portugal rebasó también los 400 puntos básicos. En otras palabras: la deuda irlandesa y la portuguesa a 10 años pagan intereses de más del 6%, frente al poco más del 2% alemán. Y eso es porque los mercados asocian altos niveles de riesgo a la capacidad de pago de ambos países.

El incremento de ese diferencial no se debe solo a los malos datos irlandeses o portugueses, sino al temor de que el Tesoro alemán recorte sus emisiones, lo que ha encarecido de inmediato el papel alemán en forma de una caída del interés que obtienen los inversores que adquieren esos bonos. Eso ha elevado las primas de riesgo prácticamente en toda Europa: España sigue con el riesgo país bajo control. Ayer subió levemente, y la mejoría fiscal de los últimos meses no ha permitido rebajar ese indicador.

Al menos el Tesoro español no sufre subidas a toda velocidad y prácticamente a diario del riesgo país, como en el caso de Irlanda. Las malas noticias añaden presión al Ejecutivo irlandés para impulsar recortes adicionales del gasto público en un entorno de enorme descontento entre una población que ha realizado ya numerosos sacrificios salariales, ha sufrido un sensible recorte del Estado de bienestar y teme que el paro llegue al 14% en un país que se había acostumbrado a crecer sin techo en los últimos 20 años. Algo parecido sucede en otros países europeos, cuyos Gobiernos han anunciado nuevos ajustes -el eufemismo favorito para los recortes entre los ministros de Economía de la eurozona- en 2011. Si la deuda no se relaja, el BCE deberá replantearse su timidez en la compra de deuda pública, según Janet Henry, de HSBC.

Los problemas de Portugal son distintos: no ha hecho esfuerzos creíbles por contener el déficit y eso está castigando su deuda. La incógnita es si las dificultades portuguesas e irlandesas serán suficientes como para que esa réplica del terremoto fiscal alcance esta vez a España, que ha aguantado la presión después de la publicación de las pruebas de esfuerzo a la banca. "Lo preocupante es que pese a que se perciben claras mejoras con respecto a la situación fiscal española, la prima de riesgo no baja; pero es poco probable que haya problemas si el Gobierno no se sale del guión", indicó Santiago Carbó, asesor del banco central de EE UU. "La economía europea es ahora un cóctel extraño: un euro fuerte combinado con una deuda pública con serios problemas en la periferia. Lo más duro ha pasado ya, pero la crisis fiscal puede dar algún disgusto más", cerró Juan Ignacio Crespo, de Thomson Reuters.

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