El Defensor del Pueblo pide que se abra una fosa común en Huelva
Un parque oculta restos de víctimas de la Guerra Civil en La Palma del Condado
Los niños de La Palma del Condado (Huelva) se columpian sobre una fosa de la Guerra Civil. Ignoran que bajo el parque en el que juegan, frente a una urbanización de 119 viviendas de hace dos años, se arrojaron los cuerpos de decenas de hombres fusilados entre 1937 y 1939. Ignacio Ávila, familiar de represaliados y vicepresidente de la Asociación para la Memoria Histórica del Condado, tras años de lucha para impedir que el Ayuntamiento autorizara la obra, cimentada sobre el antiguo cementerio del municipio, ha encontrado nuevas actas de ejecuciones de sentencia.
El defensor del pueblo andaluz, José Chamizo, había archivado la queja de la asociación por "falta de documentación". Tras recibir los detallados informes, en mayo, el Defensor ha reabierto el caso. "El Ayuntamiento nos dijo que no tenían constancia de la fosa. Pero ha llegado una documentación que muestra perfectamente su localización. La información es rigurosísima y el Ayuntamiento no va a tener más remedio que aceptarlo", declaró Chamizo.
"A mi tío Miguel le tiraron a la zanja esa", dice Josefa Acuña
"Un juez tendrá la última palabra pero estoy convencido de que conseguirán exhumar la fosa. Lo contrario constituiría una gran falta de respeto para los familiares de las víctimas. Ya he puesto el asunto en conocimiento de la Administración", añadió. La fosa de La Palma, junto con las de los municipios próximos de Niebla y Bonares, fue la que el juez Baltasar Garzón, quien intentará investigar los crímenes del franquismo, ordenó abrir. Pero el juzgado de La Palma se inhibió al considerar que no era competencia suya. Lo mismo hizo el Juzgado de Moguer, encargado de Niebla y Bonares.
Desde el Ayuntamiento de La Palma, gobernado por Juan Carlos Lagares (PP), no quieren ni oír hablar del asunto. Responden con silencio. Y en el pueblo, los vecinos muestran reparo al recordar "aquellas historias". Josefa Acuña, de 79 años, perdió a su padre y más familiares en 1936. "Mi tío está ahí debajo", asegura. "A mi padre y mi tío Juan se los llevaron a Niebla porque aquí, según cuentan, ya no cabían más cadáveres. A mi tío Miguel, que era concejal socialista en aquel momento, sí le tiraron a la zanja esa". No apunta a responsables concretos. "No culpo a la derecha ni a la Iglesia ni a nadie. De hecho tengo un hijo cura y yo creo en Dios. Solo quiero sacar de ahí los huesos del tío Miguel y darlos sepultura", añade con una foto ampliada de sus familiares desaparecidos.
Acuña va entrelazando mil historias de guerra y rencillas históricas en el pueblo. Conserva en un cofre antiguo las palabras que su padre escribió en una servilleta de lino la noche de su muerte. Pudo dársela a alguien escondida en el canasto de la comida. En ella, con letra grande y curva, dice adiós: "Madre y Padre y Esposa y hermanos, me despido para la eternidad esta noche... No me han tomado declaración ninguna...Padre y hermano, no abandonéis a mi niño y esposa mientras viváis".
El historiador y experto en la Guerra Civil Francisco Espinosa calcula que se mató a más de 200 personas pero que fueron arrojadas en diferentes zanjas. "Yo estoy seguro de que la gente asesinada en La Palma está en varias fosas. La cifra inscrita en el registro es de casi 200. Esto es muchísimo. La realidad siempre arroja un número tres o cuatro veces superior".
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