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Reportaje:LA VICTORIA, EN CÁDIZ | verano

Un enorme parque de arena

La principal playa de la capital gaditana ofrece actividades casi las 24 horas

La playa de La Victoria es el mayor parque de Cádiz. Su actividad nunca muere del todo. La luz del amanecer desvela a los supervivientes de la noche: algún joven desorientado, pescadores en la orilla o deportistas madrugadores. La vida aquí se retoma entre operarios de limpieza para presentar la mejor cara del lugar a los bañistas y veteranos paseantes que obedecen al médico antes de que el sol salga del todo. Luego vendrán las sombrillas, las neveras, las sillas, los niños en las pequeñas lagunas, los saltos en el agua. Y se consumirá un nuevo día sin descanso.

La Victoria recorre todo el tramo litoral de la parte moderna y urbana de la ciudad de Cádiz en casi tres kilómetros. Sus límites se encuentran entre la muralla de Defensa, que la separa de la playa de Cortadura, y las rocas, que la distinguen de la de Santa María del Mar. La Victoria es reconocible por su cuidado paseo marítimo, por su bandera azul que acredita su calidad desde hace más de 20 años y por las numerosas actividades que alberga su enorme arenal. El Ayuntamiento de Cádiz se queja siempre de que no tiene apenas suelo para crecer. No hay muchos espacios como esta playa para acoger ofertas deportivas y lúdicas, que se multiplican en verano.

Cursos de yoga, baile, relajación... y, cada 300 metros, un chiringuito
El arenal acogerá las actuaciones de Macaco y Chayanne a mediados de agosto

Después de que los pescadores recojan sus cañas y los camiones se lleven las últimas bolsas de basura, arrancan en algunos de los módulos dispuestos por el Ayuntamiento cursos de yoga, relajación, aerobic o baile. Se aprovecha la brisa de la mañana y que el termómetro todavía no ha alcanzado su máximo. A esa hora parece que todo son prisas: corren para hacer ejercicio. Manuel Martínez, turista vasco, no se detiene para explicar que no hay nada mejor para sus problemas de circulación que los paseos junto al mar. "Hay que aprovechar antes de que venga la masa", suspira.

La masa, como dice Manuel, no es muy madrugadora en esta playa. Empieza a aparecer sobre las once de la mañana cuando el desayuno está consolidado. La Victoria recibe muchas excursiones en autobús de pueblos cercanos. Son los primeros grupos multitudinarios que se forman en la arena. Al mediodía los núcleos de sombrillas, mesas y sillas ya son numerosos. La playa tiene un carácter muy familiar aunque también favorece la llegada de veraneantes solitarios, parejas cariñosas y marchosos grupos juveniles.

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Cada 300 metros hay un chiringuito. Unos se vuelcan con las sardinas asadas y las caballas con piriñaca. Otros prefieren atraer a los jóvenes con música y copas. A la hora de comer se intensifican los baños refrescantes. La cercanía con las viviendas permite ir a casa a almorzar para luego regresar, aunque también el aire de la playa se impregna de olor a tortilla, pimientos asados o filetes empanados, sobre todo los sábados y domingos, cuando junto a la orilla se cuelga casi el cartel de completo en agosto.

La noche se alía con una acera que se colapsa de veraneantes, dispuestos a disfrutar de un paseo al fresco. La playa de La Victoria vive días especiales en verano. Acoge conciertos, como el que ofrecerán Macaco y Chayanne a mediados de agosto, o aguanta el tipo en las noches del Carranza, cuando la arena se llena de barbacoas. Pero la propia rutina del resto de jornadas es también un mar de sorpresas.

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