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El examen a la banca europea

Los bancos y cajas disponen aún de un 'colchón' extra de 20.000 millones

Las provisiones genéricas han permitido a numerosas entidades superar las pruebas - Los reguladores quieren extender el sistema a todo el mundo

Las provisiones genéricas o anticíclicas, el mecanismo por el que bancos y cajas españoles están obligados a guardar en una hucha reservas para los malos tiempos, han acabado siendo el mejor plan de rescate de la banca. Los 27 bancos y cajas analizados disponen aún de 19.796 millones de euros en ese tipo de provisiones, listas para usarse en escenarios de crisis y pérdidas crediticias. También se crearon para frenar los beneficios de las entidades financieras en momentos de burbuja, como la que vivió España entre 1994 y 2007. En el momento de mayor auge, las entidades españolas acumularon 35.000 millones de colchón.

Estas provisiones extra -tantas veces criticadas por las entidades porque les restaban beneficios- son las que han facilitado a numerosas entidades superar las pruebas de resistencia. Incluso, según comentó José María Roldán, director general de Regulación del Banco de España, en el primero de los dos escenarios de tensión, casi todas las entidades pasaban el listón de solvencia al aplicar las provisiones genéricas.

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Según algunos analistas que acudieron a la presentación de las pruebas de esfuerzo que realizó el supervisor el sábado pasado por la mañana, Roldán comentó que este hecho demuestra el éxito de las provisiones anticíclicas. El informe del Banco de España sobre las pruebas de estrés comenta el efecto positivo de esta hucha, que se une a las provisiones específicas, las reservas que se dotan por créditos que entran en mora: "Una parte sustancial del deterioro hipotético puede ser absorbida por las provisiones acumuladas a diciembre de 2009", 70.000 millones en total, que paran un tercio del golpe de esta supuesta crisis extrema, que se ha cifrado en un deterioro bruto de activos de 207.000 millones, equivalentes a un 20% del PIB, el supuesto más severo de todos los países.

Según los datos publicados, solo cinco de las 17 cajas (si no se tiene en cuenta a Cajasur) sufren deterioro de su solvencia en el primer caso de estrés, aunque en otros cuatro casos el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) les ayuda. Sin las provisiones anticíclicas, eso hubiera sido imposible. El efecto es mayor en los bancos, que no han recibido fondos públicos. En los ocho casos, pasan la primera prueba de estrés sin problemas gracias a las provisiones extra.

En la prueba más extrema, hay tres bancos y seis cajas que superan el listón del 6% de solvencia por menos margen que el que tienen en provisiones genéricas. ¿Han aprobado gracias a ellas? Es cierto que hoy por hoy no aprobarían sin ellas, aunque también puede argumentarse que si las entidades no hubieran tenido que dotarlas, tendrían al menos parte de ellas como reservas por el beneficio no distribuido, sobre todo en el caso de las cajas, que no reparten dividendo.

Los bancos conservan más provisiones genéricas que las cajas, que ya han tenido que usar más la hucha (ver cuadro).

Desde el comienzo de la crisis en 2007 se han alabado estos colchones, objeto de atención internacional. El G-20 los alabó y propuso la extensión de las denominadas "provisiones españolas", como se conocen en algunos países. Ahora, el Banco Internacional de Pagos (BIS) acaba de someter a consulta una propuesta para extender el sistema de reservas anticíclicas. Según el BIS, "serían impuestas cuando, a juicio de las autoridades nacionales, se considere que el excesivo crecimiento del crédito pueda generar un riesgo para el sistema". Esas provisiones "ayudarán a asegurar que el sistema financiero tiene una adecuada reserva de capital para protegerse frente a futuras pérdidas", según los documentos del BIS.

La idea del fondo anticíclico es muy antigua y ha sido fuente de agrias polémicas con la banca. Desde la crisis bancaria de los setenta hasta la quiebra de Banesto en 1993, el Banco de España presenció la desaparición de unas 40 entidades. Estos hechos hicieron plantearse la necesidad de una medida especial anticrisis.

Mariano Rubio (gobernador desde 1984 hasta 1992) transmitió a Luis Ángel Rojo (1992-2000) las primeras ideas a través de la Ley de Disciplina e Intervención de Entidades de Crédito de 1988, que sigue siendo la base actual de la legislación bancaria. Con la crisis económica de 1993, Banesto se hundió casi sin que el supervisor pudiera hacer nada para evitarlo. El mal trago vivido marcó a los gestores que vivieron la experiencia. Rojo plasmó las ideas definitivas sobre las provisiones en una circular. Jaime Caruana, (2000- 2006), las implantó desde su primer año de mandato.

En numerosas ocasiones, bancos y cajas pidieron usarlas para atajar los problemas del momento y exhibir más beneficios. El supervisor no movió su posición. Seis años después se lo habrán agradecido.

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