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Reportaje:

Sabina, en familia

Media entrada en el concierto que el Xacobeo programó en Lalín

Por obra y gracia del Xacobeo y de su afán por diversificar conciertos a lo ancho de Galicia, la furgoneta de Sabina y familia aparcó el jueves ante el Lalín Arena, calle Xosé Cuiña sin número. Y allí se vio el bardo andaluz que firma manifiestos de apoyo a Zapatero saludando con su bombín ante la plana mayor del PP regional, con Feijóo, Alfonso Rueda, Carlos Negreira, el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, y el anfitrión Xosé Crespo, todos en la tribuna de invitados, silabeando como podían estribillos que sólo el presidente logró defender de vez en cuando. Si de lo que se trataba era de poner a prueba la "Galicia única" que ansía, el aforo no pasó de media entrada. Y sin embargo, el oficio de Sabina deparó un espectáculo notable para las 2.000 y pico personas que asistieron al estreno de otro contenedor cultural, éste en el kilómetro cero de Galicia.

Los clásicos del andaluz seducen al público y a la plana mayor del PP

Hay algo de ventaja en las zurras que la crítica propina últimamente al trovador de Úbeda. Podrá alegarse que su sosiego vital tras el "marichalazo" no le propicia grandes versos. O que su nueva corista, Mara Barros, es sólo nostalgia de la eficiente Olga Román. Que le sobra demagogia en sus alusiones al pulpo o el ribeiro cuando pisa Galicia. El jueves, incluso, que algún sonidista olvidase subir más la regleta de los micros el rato que atronó la electricidad de las guitarras. Pero nunca, la falta de compromiso de un Sabina más profesional, que en Lalín deleitó con dos horas de repertorio a un auditorio extraño.

Sirvió para empezar un Tiramisú de limón excesivamente frío. El grupo se dio cuenta y decidió atajar hacia los éxitos de antaño. Ahí les bastan a los Varona, García de Diego y compañía todos los kilómetros que han girado juntos para defender una partitura más que aceptable. El bulevar de los sueños rotos, Princesa y La Magdalena arrancaron los primeros coros que se deshicieron con 19 días y 500 noches. A partir de entonces, la comunión habitual con el público cuando interpreta Contigo y encadena Noche de Bodas seguida de Y nos dieron las diez... Cuando llega ese punto, el repertorio suele devenir en jolgorio colectivo. Ayer no fue distinto, por más calvas que hubiera en la pista o que escasearan los mecheros para acompañar las estrofas lentas de clásicos como Peor para el Sol o Y sin embargo...

El fin de fiesta, La del pirata cojo y, bombo en mano, Pastillas para no soñar, que Sabina arrojó en su día contra el ex ministro de Interior socialista José Luis Corcuera sirvieron de premio para un público que ya no aguardaba tanto. Ni siquiera esa letra logró que los vips del PP, incluido el presidente, quien alguna vez se ha confesado fan de Sabina, se levantaran del asiento.

Su caravana gira mañana hacia A Coruña con un nuevo cometido: ordenado oficiosamente comendador del Cocido de Lalín, Sabina se comprometió a hacer de embajador de este plato por el mundo. "Me habrán visto flacucho", aceptó sin rechistar.

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