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Reportaje:SUDÁFRICA 2010 | Semifinales: Alemania-España

El viaje de Schweini

El alocado jugador del Bayern pasa de extremo a volante y toma el mando

Diego Torres

Cuando los empleados del club entraron en la sede de Säbener Strasse, en la madrugada de un día de primavera de 2003, se encontraron al chico del filial en compañía de una chica, sumergido en el jacuzzi del primer equipo. Emergió su cabeza roja, su chorreante pelo trigueño, y dijo: "He traído a mi prima de visita". Se llamaba Bastian Schweinsteiger y el presidente de honor del Bayern, Franz Beckenbauer, se frotaba las manos cada vez que le informaban de sus correrías. "Por fin nuestra cantera produce un jugador que merezca la pena", decía.

Antiguamente, a los extremos los llamaban locos y a los volantes centrales caudillos porque hay lugares que imprimen carácter. Hay posiciones que cambian a las personas. Hay futbolistas que solo se hacen responsables de los demás cuando se alejan de los límites exteriores de la cancha para trasladarse al medio del campo, que es como hacer un viaje interior. Allí, rodeados por la soledad de la pradera, dejan de percibir el aliento inmediato del público. Se sienten como actores olvidados. Algunos no superan la falta de este estímulo. Otros descubren a sus compañeros y comienzan a jugar con ellos. Esta es la clase de descubrimiento que hizo Schweinsteiger cuando hace un año su técnico, Louis van Gaal, le mandó al eje.

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No se sabe bien por qué tardó tanto tiempo en encontrar su sitio. Se sabe que Schweinsteiger, nacido al pie de los Alpes, había sido un excelente esquiador juvenil. En cierto punto, se aburrió de liberar adrenalina en los descensos y se alistó en la academia del Bayern. Allí le emplearon en todo tipo de posiciones, aprovechando que manejaba bien ambas piernas, era potente, listo, hábil y tenía un buen disparo.

Jupp Heynckes le llevó a la pretemporada y su sucesor, Ottmar Hitzfeld, le acomodó en el primer equipo en 2002, con 18 años. Debutó con la selección en partido oficial durante la Eurocopa 2004. De aquella época se recuerdan sus incursiones alborotadoras, su desparpajo.

La llegada de Löw a la selección no le proporcionó una felicidad especial. Comenzó como suplente de Podolski en el extremo izquierdo. Jugó en Alemania 2006 como extremo derecho y se convirtió en un reclamo publicitario. Para la hinchada era Schweini (El Cerdito). La película documental del director alemán Sönke Wortmann, Un sueño de verano, basada en la trayectoria de la selección en aquel Mundial, contribuyó a popularizar la imagen frívola del atacante.

Los años que siguieron a 2006 sumieron a Schweinsteiger, al Bayern y al fútbol alemán en una crisis de identidad. Zé Roberto, Ottl y Van Bommel se repartieron los carriles centrales del Bayern y Schweinsteiger debió insistir en el costado. Ahí jugó la final de la Eurocopa contra España, escoltando a Ballack por la derecha. El analista de los rivales de la federación en 2008, César Mendiondo, recuerda: "Estaba mucho menos suelto que ahora. Alrededor de Ballack se gestaba todo el juego de Alemania. Ahora, sin Ballack, es más libre".

"Mi posición ideal es la de interior", comenzó a decir Schweinsteiger mientras se hartaba de la fama de bromista que había labrado. "Me gustan Xavi, Lampard y Gerrard", repetía. Estaba seguro de que su papel ya no debía limitarse a regatear rivales. Quería mandar y Van Gaal le dio la razón. "Tú eres un seis", le dijo el técnico en la pretemporada, hace un año; "juega ahí".

En los últimos meses ha ganado la Liga y la Copa y ha sido finalista de la Champions con el Bayern. Ahora, según Beckenbauer, "es el mejor jugador del Mundial".

Schweinsteiger realiza ayer estiramientos con el resto de sus compañeros.
Schweinsteiger realiza ayer estiramientos con el resto de sus compañeros.AFP

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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