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Análisis:El Gobierno cumple un año
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Reaccionar con dos años de retraso

Javier Casqueiro

Ahora sí. Ahora, pasado el ecuador de este su segundo y por ahora último mandato en La Moncloa, quiere empezar de verdad la legislatura. Ahora quiere que se note más actividad en su Gabinete, en varios frentes, e incluso en el de la anodina presidencia española de la Unión Europea. También quiere que se le vea más en sus contactos internacionales, algunos demasiado soterrados hasta ahora. Dicen que se ha hecho amigo del británico Gordon Brown, y que habla más de lo que se conoce con Barack Obama. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pasó su primer año de esta legislatura "gripado", como admiten algunos de los suyos, sin asumir la realidad de la crisis y de varios errores propios cometidos; y en el segundo año ha intentado "enderezar" ese rumbo, tras introducir hace ahora 12 meses algunos cambios en su Gabinete para dotarle de más pulso político.

Su entorno no se atreve a asegurar que se presente en 2012. Le prometió a su esposa que no lo haría
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Sostienen en su entorno que ha recuperado la forma, y que es ahora, más motivado, cuando está dispuesto a dar la batalla en esta recta final. Pero nadie se atreve aún a asegurar que se presentará en 2012. Le prometió a su esposa que no lo haría, y esa situación no ha variado.

Al presidente del Gobierno le han visto correr por las dunas de Doñana en esta Semana Santa. Ha estado allí con su familia, con amigos, y a su regreso varios ministros le han observado en mejor forma, tanto física como anímica. Algunos de sus colaboradores de siempre confiesan que antes de las vacaciones estaba bajo de tono, preocupado. Gente de su equipo llegó a diagnosticar ese estado como "la recrisis", un bajón más conceptual que explicable.

La mala situación económica y el paro, sobre todo el juvenil, le siguen obsesionando. Es verdad que el PP no está a la distancia electoral que debiera, que se vislumbran ciertos signos de recuperación incluso en ese ámbito, y que Mariano Rajoy aún no ha pagado los costes de la corrupción en su partido, pero Zapatero sabe que, cuando la cola del desempleo se hace cada mes más larga, esos escenarios estratégicos valen de poco.

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Quiere más actividad. Propia y de los ministros. Y no le preocupa excesivamente que algunas de las actuales carteras del Gabinete continúen en el anonimato.

Ha tomado en su mano, con llamadas y contactos directos, algunas de las negociaciones en marcha, tanto en pactos políticos como sobre todo en la primordial reforma laboral. Ha preguntado por toda Europa cuáles son los programas más pioneros de empleo juvenil. Y sobre las quinielas gubernamentales y el juego de las crisis de Gobierno, está seguro de que hace un año acertó en los puestos clave.

Los ministerios de Estado (Economía, Exteriores, Interior y Defensa) los ve bien cubiertos, con unas relaciones aceptables y asumibles con los interlocutores del PP, y está encantado con la incorporación de José Blanco, su número dos en el partido, a Fomento. Los demás departamentos no le interesan mucho, y no considera que sea grave que sus titulares no trasciendan.

No quiere prescindir de María Teresa Fernández de la Vega en la vicepresidencia primera, pero no le gusta cómo ejerce de portavoz ni en general la política de comunicación del Gobierno. Hay quien mantiene en su entorno que en la próxima crisis, que hará cuando haya menos presión pública y no necesariamente tras el semestre de la presidencia europea, nombrará un ministro o ministra portavoz, que compaginará con el Ministerio de Presidencia. En parte porque ahora admite que está muy solo a la hora de comunicar, algo que durante años no sólo no le importó sino que alentó, pues se creía con ese don especial.

Habrá crisis, pero lógicamente nadie sabe cuándo será. Tal vez antes del verano, si se adelantan las elecciones catalanas, algo que José Montilla no desea, o después, coincidiendo con esos comicios, lo que tiene el problema de la visita del Papa a España en otoño.

Podría aplicar el bisturí en Trabajo, porque le falta sintonía con Celestino Corbacho, que quiere ser número dos de Montilla en las listas catalanas, aunque ese perfil no encaja en el nuevo reparto de poder en el PSC.

Podría cambiar de titular en Exteriores y en otro ministerio si lo necesita para la candidatura de la Comunidad de Madrid. Incluso podría reducir carteras, como va a hacer el Consejo de Ministros esta semana con muchos altos cargos en varios departamentos. Y podría comunicar que no se presenta en 2012, tras consensuarlo con su esposa, a la que no ha roto aún esa promesa.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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