El espía que ama a la prensa
Alexander Lebedev, magnate y ex agente soviético, busca un sitio en el 'establishment' británico con la compra de 'The Independent'
El tipo corpulento, con gafas de pocas dioptrías y un corte de pelo juvenil es, en estos momentos, el hombre de moda en el periodismo británico. Y no porque Alexander Y. Lebedev, ruso de 50 años, con una fortuna personal que supera los 2.300 millones de euros según la revista Forbes, haya conseguido ningún premio cotizado. Él mismo es la noticia. El nombre que está en boca de todos los profesionales de la información en el Reino Unido. Lebedev, ex agente del KGB y un claro producto de la intelligentsia soviética, acaba de comprar dos prestigiosas cabeceras, The Independent y The Independent on Sunday, por la cantidad simbólica de una libra, aunque asumiendo pérdidas pasadas y futuras. El diario, representante de una izquierda moderna, perdió el año pasado 12,4 millones de libras (más de 14 millones de euros).
Lebedev hizo su fortuna en los turbulentos años noventa. Su 'holding' tiene intereses en una decena de sectores
Hay quien piensa que ser dueño de un diario británico es casi un seguro de vida para un ruso metido en política
La compra de The Independent y su cabecera dominical se produce además 14 meses después de otra adquisición sorprendente: la del tabloide londinense The Evening Standard, arruinado por la competencia feroz de los periódicos gratuitos y los medios en internet. La mano de Lebedev, y la de su hijo, Eugeny, de 29 años, que se ha hecho cargo de los negocios londinenses, se ha dejado sentir ya. El Evening Standard, ahora gratuito, ha duplicado su tirada atrayendo de nuevo publicidad.
Aun así, Lebedev es consciente de que su inversión no es rentable. "No veo los periódicos como un negocio, sino como una responsabilidad", declaró a una agencia de noticias nada más comprar The Independent a finales de marzo. "Creo que los periódicos son el único instrumento capaz de descubrir la corrupción internacional gracias al reporterismo de investigación". Frases para la historia que no despejan el gran interrogante: ¿qué pretende Lebedev enterrando millones de rublos en tres fallidos diarios británicos?
Amigos de sus años de agente del KGB en Londres creen que la inversión obedece a la admiración del magnate por todo lo occidental. Y en especial, por el Reino Unido, donde se topó por primera vez con los placeres desconocidos del capitalismo. Lebedev, nacido en Moscú en diciembre de 1959, no era un espía cualquiera. Su padre, Yeugeny Nikolayevich Lebedev, era profesor del Instituto de Alta Tecnología Bauman de Moscú y antigua estrella del equipo soviético de waterpolo. Su madre, Maria Sergeyevna, era profesora de inglés en el prestigioso Instituto de Relaciones Internacionales. Alexander estudió en ese centro inglés, economía y finanzas, y pasó después al Instituto Krasnoznamenniy, del que salió convertido en 1984 en un perfecto agente del KGB.
Cuatro años después, el joven y apuesto Lebedev aterrizaba en la embajada soviética de Londres con un sueldo modesto y un guardarropa pasado de moda. ¿Su misión? Controlar el posible desvío de capitales soviéticos a la capital británica y husmear un poco en los partidos políticos locales. El joven espía dedicó sus energías, sin embargo, a aprender la complicada alquimia financiera de la City. En mayo de 1992, meses antes de abandonar el KGB, reconvertido ya en Servicio Exterior de Inteligencia, Lebedev creó una pequeña empresa en Londres. Más tarde aceptaría un puesto en un banco de Lausana (Suiza). Para entonces, el ex espía, que siempre se mantuvo en buenos términos con sus antiguos camaradas, parecía decidido a hacer carrera en el incipiente mercado capitalista que se abría en Rusia tras el hundimiento de la Unión Soviética.
Nadie sabe exactamente cómo, pero Lebedev amasó su fortuna en la década de los noventa. La etapa de turbulencia económica y social que siguió a la caída de la URSS, en la que los bienes del Estado soviético pasaron a manos de unos cuantos hábiles ex miembros de la nomenklatura. En 1995 compró un pequeño banco, el Banco de la Reserva Nacional, que prosperó de forma sorprendente gracias a sus conocimientos de las operaciones financieras con bonos y derivados, y gracias a la protección, apuntan algunos, de altos jerarcas del antiguo régimen. A partir de ahí creó su propio holding, Corporación de la Reserva Nacional, con intereses en el sector energético, en el turístico, en el inmobiliario, en aviación y construcción aeronáutica, en medios de comunicación y en los sectores textil y alimentario. Todo un imperio. Aun así, Lebedev es poco dado a la ostentación. No le gustan los excesos de nuevo rico. No tiene yate, ni se concede caprichos excéntricos. Pero viaja en un jet privado; tiene casas en Inglaterra, Italia y Francia, aunque vive en Moscú, y disfruta como un niño rodeándose de celebridades. "Es sumamente agradable sentarse en una cena entre Tom Stoppard y Tom Wolfe", ha dicho a propósito de su interés por congregar famosos en sus cenas benéficas.
¿Pretende Lebedev utilizar sus periódicos británicos para rehabilitar la imagen de Rusia en el mundo? Rusia es, desde luego, una de sus preocupaciones. Ha creado el Consejo Nacional de Inversiones para apoyar a los empresarios de su país e intentar limpiar la imagen mafiosa que pesa sobre toda operación rusa. ¿O su inversión es sobre todo un costoso seguro de vida, como cree el periodista Patrick Forbes, autor de un documental sobre Lebedev para la BBC?
La tesis de este periodista es que para un hombre con ambiciones políticas, ser dueño de un diario británico es una forma de blindarse ante posibles ataques en Rusia, donde la notoriedad política puede costar cara. Y Alexander Lebedev, que intentó ser alcalde de Moscú, más tarde de Sochi, y ocupó un sitio en la Duma entre 2004 y 2008, tiene grandes ambiciones políticas. Es amigo y aliado del ex presidente soviético Mijaíl Gorbachov, con el que ha fundado el reformista Partido Democrático Independiente y con el que comparte el 49% de las acciones del periódico ruso de oposición Novaya Gazeta, varios de cuyos periodistas han muerto asesinados, entre ellos Anna Politkóvskaya.
Con The Independent entra en el establishment del Reino Unido. Una democracia importante. Otros magnates rusos compran equipos de fútbol. Lebedev se queda con las celebridades y el poder.
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