El Villarreal entierra al Valladolid

El Valladolid culminó ayer una semana fea, con un jugador, Pelé, apartado por faltas de disciplina, otros en el punto de mira por sus supuestas salidas nocturnas y el equipo hundido en la tabla. Onésimo, un optimista, volvió a inventar otra alineación, rellenó los huecos de las lesiones, de las sanciones, y de lo que no quiso utilizar, pero no formó un equipo decente. Lo mismo que le ha ocurrido desde que llegó, porque el Valladolid de ayer, como toda la temporada, era una banda. En la última oportunidad que tenía para asomarse a la permanencia se agravaron los defectos.

Al Villarreal le bastaron 40 segundos para enseñar su buen estado y soltar el primer puñetazo, directo al mentón y en frío. El Valladolid pasó del estado de nervios a la histeria colectiva, a caerse en pedazos con sólo una carrera por la banda, de un pase atrás que estuvo cerca del gol. No había ninguna presión, ninguna exigencia para el centro del campo que solo ocupaba Bruno. Garrido había colocado todo su músculo de ataque, Nilmar, Llorente y Rossi, y el Villarreal se colocó a un universo de distancia. El primer gol llegó rápido, en un balón suelto, que Ángel recogió sin pelea y lo colocó por encima del portero.

Entre Llorente y Nilmar se organizó una exhibición de ocasiones de todos los colores, por las dos bandas, pero Onésimo no abandonó y tiró de un canterano, Sergio García, para relevar la indolencia extrema de Marquitos. Apareció un algo de alegría, un par de ocasiones que Costa no remató. Pero la sentencia llegó al poco de comenzar la segunda mitad de la cabeza de Nilmar. El escenario se retorció, Medunjanin, uno de los sancionados por su vida nocturna, comenzó a gesticular contra los aficionados y el Valladolid terminó de enterrar sus opciones en Primera.