Schank: "El 'e-learning' actual es la misma basura, pero en diferente sitio"
Experto en Inteligencia Artifical, profesor en Yale y Standford, aboga por el cambio drástico en la educación cada día" - "Necesitamos conocimiento práctico de por qué suceden las cosas con las que nos enfrentamos
Roger Schank es un experto en Inteligencia Artificial que investigaba cómo educar a los ordenadores y acabó descubriendo que a los humanos nos educan mal. Schank fue profesor de Ciencias de la Computación yu Psicología en la universidad de Yale y, posteriormente, director del Proyecto de Inteligencia Artificial de la misma institutión. En 1989 fue contratado por la universidad de Northwestern para crear el Instituto de Ciencias de la Educación. Ha sido también profesor en Standford y Carnegie Mellon, pero ha tenido que esperar hasta los 64 años para que una institución académica le permitiese poner en práctica sus teorías: la Escuela de Negocios de La Salle presenta en marzo una serie de másters en Internet basados en la revolucionaria visión educativa de Schank.
"Todo lo que puedas aprender se basa en la práctica. Para saber conducir un coche no tienes que estudiar cómo va el motor o por qué se mueven las ruedas"
"Las escuelas cogen las tecnologías y las arruinan. Cuando salió la televisión todas pusieron una en cada aula, pero la usaban para hacer lo mismo que antes"
Pregunta. ¿Qué piensa del actual sistema de enseñanza virtual, el e-learning?
Respuesta. Es la misma basura, pero en un sitio diferente. Las escuelas cogen las nuevas tecnologías y las arruinan. Por ejemplo, cuando salió la televisión todas pusieron una en cada aula, pero la usaban para hacer exactamente lo mismo que antes. Igual ahora con los ordenadores: ¡Oh, sí, tenemos e-learning! ¿Y qué significa? Pues que dan el mismo curso terrible, pero en línea, usando los ordenadores de forma estúpida.
P. En su página web leo: "Sólo hay dos cosas que están mal en el sistema educativo: qué enseñamos y cómo lo enseñamos". ¿Qué deberíamos enseñar?
R. A vivir, que tiene muchos aspectos, como aprender a ser un abuelo o una madre. Pero la escuela no nos lo enseña. Tampoco a tomar decisiones sobre nuestra vida, aprender valores humanos o decidir qué trabajo nos gustaría.
P. ¿Y cómo deberíamos enseñar?
R. La fórmula del profesor que da la clase magistral y los alumnos hacen exámenes no funciona. Deberíamos aprender como cuando éramos pequeños: nuestros padres no nos sentaron en una mesa y nos dijeron que nos iban a enseñar a hablar, que eso era la gramática y lo otro, el vocabulario. No. El niño habla y, cuando se equivoca, sus padres le van corrigiendo. Aprendemos conversando con los niños, usando el lenguaje.
P. Es lo que usted llama "aprender haciendo".
R. Sí: todo lo que puedas aprender está basado en la práctica. Para saber conducir un coche no tienes que estudiar cómo funciona el motor o por qué se mueven las ruedas. Toda la educación debería ser así, práctica.
P. En sus libros explica que es así como aprende la mente humana.
R. Los seres humanos tienen diferentes procesos mentales que funcionan desde que nacemos, como hacer predicciones, decidir objetivos o establecer la causa de las cosas. Si lo haces bien, triunfas en la vida. Pero en la escuela no lo enseñan. Como mucho te enseñarán la relación causa-efecto en física, pero no adaptada a la vida real. Lo que necesitamos es conocimiento práctico de por qué suceden las cosas con las que nos enfrentamos cada día de nuestras vidas.
P. ¿Pero cómo enseñar de forma práctica algo tan importante como filosofía, literatura o historia?
R. Es que no son tan importantes. Lo son para los académicos, que deciden qué debemos aprender. Si una parte de la población quiere, de acuerdo, pero no deberían obligar a todos los estudiantes del mundo a aprenderlo. Y sí, es posible estudiar historia de forma práctica, por ejemplo con una simulación que te lleve a la Revolución Francesa.
P. ¿Cómo pueden los ordenadores ayudar al "aprender haciendo"?
R. Con simulaciones más o menos elaboradas que presenten situaciones reales: tenemos este problema, cómo podría resolverse. Ni tan sólo necesitas un ordenador para esto, aunque lo facilita, ya que te permite trabajar con personas que no están en tu misma habitación. El auténtico cambio es cómo se enseña, no los instrumentos.
P. Los mejores hackers que conozco son autodidactas, ninguno ha aprendido en las universidades sino con sus ordenadores.
R. Exacto, han aprendido haciendo, como ir en bicicleta.
P. ¿Entonces, no necesitamos escuelas?
R. Por supuesto que no y deberían ser eliminadas. Las escuelas están controladas por los gobiernos, que no se preocupan de que salga de ellas gente inteligente. Todo lo contrario: quieren gente simple que no se haga muchas preguntas ni complique las cosas.
P. ¿Cómo llegó a estas conclusiones?
R. Mi campo de estudio es la inteligencia artificial, hacer a los ordenadores inteligentes. En los setenta trabajábamos muy seriamente sobre cómo los ordenadores deberían aprender. En los 80, cuando ya era un experto en educación, mis hijos entraron en la escuela. Y cuando ví lo que hacían allí me llevé las manos a la cabeza. ¡Qué forma más estúpida de aprender!
P. ¿Por qué?
R. Un ejemplo con mi hijo: a los 6 años me llegó una nota de la profesora que decía que no era bueno en matemáticas, cuando yo sabía que a los 4 ya hacía multiplicaciones. Fuí a verla y me explicó que aprendían a hacer cuentas con líneas hechas con rotuladores ¡y que mi hijo no dibujaba bien las líneas!
P. Ahora experimenta con sus nietos. Ha creado videojuegos que les enseñan matemáticas o a leer. ¿Funciona su sistema?
R. Sí. Mi decisión más importante se refiere al mayor, que tiene 8 años. Mi hija dudaba a qué escuela llevarlo. Le propuse montar una con otros padres y hoy son doce chicos en una habitación, con una profesora, que lo único que hacen es lo que les gusta a esa edad: construir trenes, coches, camiones, robots.
P. Es la misma línea que ha seguido para crear los másters de La Salle de Barcelona, haciendo que los alumnos se enfrenten no a teorías sino a situaciones simuladas de la vida real...
R. Va a cambiar el mundo. Es divertido, emocionante, algo muy nuevo. Cuando me lo propusieron pensaba que bromeaban porque hablamos de una universidad, que es parte del sistema, que me contrata para cambiar este sistema.
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