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ANÁLISIS
Columna
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Regresión, proyección, ensueño

"A mí los tiempos no me cambian, lo único que ha cambiado, desgraciadamente para la política valenciana, es el tipo de interlocutores". Francisco Camps, el esquivo presidente de la Generalitat, reveló ayer de manera inconsciente algunas claves, tan importantes como preocupantes, de su estado de ánimo, un año después de que estallara el escándalo de corrupción del caso Gürtel, que le ha afectado de lleno. En su primera sesión de control en las Cortes tras aquella de noviembre en que acusó a los socialistas de querer verlo muerto y tirado en una cuneta, se cerró en banda a cualquier oferta de diálogo sobre la crisis económica y menospreció a la oposición parlamentaria, en todas sus variantes. Camps añora al Joan Ignasi Pla de la primera época, con el que pactó el Estatut d'Autonomia, aunque probablemente no al de la segunda, que se granjeó una salva de descalificaciones por presentarle una moción de censura. Lo prefiere al incómodo Ángel Luna, en una regresión que se entiende perfectamente a la luz de la teoría de la personalidad. El jefe del Consell vive el presente como algo amenazante o desagradable y se refugia en experiencias pasadas. Se muestra manifiestamente incapaz de enfrentarse a situaciones o problemas nuevos.

También proyecta. Ayer pagó el pato un asombrado operador de cámara de Televisión Española, al que inquirió qué hacía en el hemiciclo. "Sólo viene aquí al lío. ¡Qué pena de tele!", exclamó, en una manifestación que cualquier manual de psicoanálisis identificaría con un mecanismo de defensa conocido como proyección, por el que uno culpa a los demás de la propia conducta, completamente convencido de que su punto de vista es el correcto. No se puede entender de otra manera una distorsión de tanta envergadura como la de permitirse acusar a la televisión estatal de un comportamiento en el que Canal 9, la cadena autonómica que maneja el PP con mano de hierro, es todo un paradigma.

"¿Está usted capacitado?", le preguntó reiteradamente el portavoz socialista al emplazarlo a liderar un acuerdo frente a la grave situación económica. Y Camps replicó que está dispuesto a "hablar de todo con todo el mundo" siempre que sea gente "respetable, seria y razonable". Pero añadió que su Consell no tiene mucho de qué hablar porque ya adoptó las medidas de austeridad que debía y "se adelantó a un Gobierno noqueado en el ring sin saber qué proponer", en referencia al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Entonces, ¿por qué la economía valenciana está peor que otras? ¿Por qué la Generalitat registra una morosidad tan alta y acreedores de todos los colores hacen sentir sus quejas?. "El moroso y tramposo es el Gobierno de Zapatero", que nos ha escatimado 500 millones de la financiación autonómica, respondió, para presumir de un "elevadísimo y respetuoso alcance del pago de nuestras obligaciones". La fase del ensueño empieza cuando el individuo no se enfrenta a la realidad e inventa otra distinta.

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