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Reportaje:SINGULARES | Luciano Labajos, jardinero

Maestro en escuchar a las plantas

Este fundador de Ecologistas en Acción ejerce su vocación en la Casa de Campo

Luciano Labajos es un hombre tranquilo, acostumbrado a escuchar y observar pacientemente. Ambos verbos los ejercitó ante árboles, arbustos y flores en un trato incesante ya iniciado en su mocedad. De padre procedente de La Maroña, comarca de secano entre Segovia y Ávila, y madre de la sierra de Gredos, este jardinero madrileño tiene ahora 53 años. En las sierras cercanas a Madrid comenzó andanzas montañeras que le entrañaron con la naturaleza. Mientras cursaba bachillerato, obligadamente tuvo que dejar los estudios y ponerse a trabajar a los 14 años.

Empleado de una mercería, se percató de que le seducía sobremanera el arte silencioso y delicado de los jardineros. Al poco se integró en Comisión Madrileña para la Defensa de la Naturaleza, organización que unida a AEDENAT dio origen a Ecologistas en Acción, donde Labajos recalaría entre sus fundadores. Tras pasar por distintos cometidos, ingresó como jardinero en la Casa de Campo, todo un universo para alguien que, como él, adoraba la botánica. Allí adquirió su ascendiente profesional, singularmente en los viveros -paraje histórico que albergó la estatua a caballo en corveta de Felipe IV que hoy preside la plaza de Oriente- así como un jardín de plantas aromáticas y medicinales, láudano y cannabis incluidos. Con ellos Felipe II combatía los mortificantes dolores que le causaba la gota.

"Mis conocimientos los obtuve de veteranos que se han ido jubilando"

En ese mismo entorno, en 1993, la presidenta del Gobierno regional, Esperanza Aguirre, entonces concejal del Ayuntamiento, amenazó con atarse a un árbol si se horadaba su subsuelo para tender una vía de metro. Cosas de la vida.

Los cercanos jardines de la Principal, situados en la entrada de la Casa de Campo por la Puerta del Rey, componían un enclave vegetal con setos, arbustos, pradera naturalizada y arbolado generoso que creaba tupidas sombras. Seto de aligustre enmarcaba estos jardincillos creados según modelos inspirados en la jardinería del siglo XVI. Sin embargo, las obras del Plan Especial Madrid-Río agredieron este jardín al forzar su trazado, destruir vegetación arbustiva y trocarlo todo por praderas impropias. "No se entienden estas actuaciones en lugares tan emblemáticos", dice Labajos. Y añade: "Nuestra jardinería histórica se degrada cada día y se transforma en otra cada vez más ramplona y vulgar".

En el vivero donde Labajos y sus compañeros faenan, el Ayuntamiento cultiva plantones, esquejes y flores de mil variedades para adornar la ciudad, proveerla de árboles de sombra y dar cobertura vegetal a todo tipo de acto oficial. Allí se encuentran también los árboles de reposición con los que los ciudadanos pagan sus tropelías arbóreas.

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El soterramiento de la M-30 redujo drásticamente los límites de la Casa de Campo en las inmediaciones de los viveros donde él labora como oficial de jardinería. En la lucha contra ese acoso, Labajos se ha distinguido desde tiempo atrás por cuestiones vinculadas a la defensa de las condiciones de los jardineros y a la protección de la naturaleza. "Siempre con un punto de vista ecológico, solidario y social", explica Tomás Lorenzo, jardinero veterano y sindicalista de Comisiones Obreras, que le conoce desde hace décadas.

"Yo no tengo mérito alguno: mis conocimientos los obtuve de compañeros veteranos que se han ido jubilando", refuta él. "Mi maestro había sido Manuel Garrido, uno de aquellos avezados jardineros municipales que, como Doroteo León, Manuel Carbonero o los Spalla, acuñaron durante décadas una sabiduría jardinera que yo me he limitado a recopilar", argumenta Labajos.

Sin embargo, el portavoz de Ecologistas en Acción, Juan García, contraargumenta: "Luciano es uno de los jardineros más cualificados de todo Madrid". "Y tanto: no sólo conoce al dedillo hasta el más pequeño detalle de la floración de una planta sino que, además, sabe contarlo", corrobora Tomás Lorenzo.

Luciano Labajos es autor de media docena de libros. "El último se refiere a la saga de los Martín de Fuentidueña, una familia de jardineros cuyo origen se remonta al siglo XVII", explica. Hace dos años, junto con Luis de Ramón Laca, presentó en el Jardín Botánico Jardinería tradicional en Madrid, uno de los más completos compendios de los aquí publicados. En él se recuerda que Madrid tiene una rica tradición de tratadistas jardineros que arranca de Gregorio de los Ríos, el clérigo al cual Felipe II encomendó su jardín de plantas aromáticas y medicinales. Labajos es también autor de un Manual de jardinería ecológica, donde combina una alta practicidad y la erudición completamente necesaria para afrontar el reto que ello implica y que incorpora muchos conocimientos procedentes de las tradiciones hortelanas.

¿Cuál es el momento más difícil a la hora de decidir sobre una planta? "Como en casi todos los escenarios laborales, aquel en que has de enfrentarte al criterio de tus superiores", responde Labajos. "Yo no he sido nunca un rebelde, pero cuando mis opiniones me decían que debía serlo, me he enfrentado a decisiones que no admitía", explica.

Labajos huye de toda notoriedad y se limita a mimar los árboles y las plantas, a investigar sobre sus desarrollos para narrarlos en decenas de artículos en revistas ecologistas como Quercus o emisoras como Radio Nacional, donde colaboró más de 10 años en un programa dominical. Pero quizá lo que más le gusta a este hombre, considerado el patriarca de los jardineros madrileños, es escuchar a los ancianos y obtener de ellos la ciencia que troquela personalidades como la suya, mixtura de mansedumbre, pasión y sabiduría.

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