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El más allá de los sondeos de opinión: intención o votos

En muchas de las investigaciones realizadas en los últimos 50 años sobre comportamiento electoral y, más en concreto, sobre la racionalidad del voto o las motivaciones que lo orientan, no siempre han sido satisfactorios los resultados, por cuanto se trata de un tema complejo que busca poner al descubierto cuestiones tan profundas al ser humano como son aquellas que rozan sus principios, valores y convicciones. Lejos de entrar en un recorrido teórico y buscar la confrontación entre los diferentes argumentos, la irrupción de un posible relevo del Partido Socialista en el Gobierno de Andalucía vuelve a provocar el debate sobre la fiabilidad de los sondeos y su grado de acierto en el desvelo de la intención de voto de la mayoría de los ciudadanos y de las motivaciones que sustentan la misma.

La clave no está tanto en el partido vencedor, sino en la influencia de la credibilidad de la clase política y el estilo de gestionar lo público

Podemos establecer cinco tipos de motivaciones diferentes en el ejercicio del voto: el voto por interés personal, el voto por interés colectivo o por solidaridad, el voto por valoración de la consecución de objetivos -bien de la candidatura que ya ha mostrado sus habilidades en el ejercicio del poder o por la posibilidad de conseguirlos si es la oposición-, el voto por simpatía/afinidad y, finalmente, el voto por ideología, afiliación o militancia. Sin embargo, buen fracaso le auguraría a quien diseñase una encuesta que preguntase al elector sobre esto directamente.

El reciente barómetro de Andalucía del IESA puede ser un instrumento muy válido en estos momentos para valorar el estado de opinión de los encuestados cara a determinar su intención de voto y el posible relevo del PSOE en 2012. Por ello es imprescindible interpretar algunos datos significativos del sondeo que pudieran fortalecer o debilitar las expectativas de los partidos implicados y detectar algunas contradicciones.

En relación al comportamiento electoral, en el sondeo se explicita la convicción de que al final volverá a ganar el PSOE (52,1%) aunque existe un empate técnico entre el PSOE y el PP cuando se les pregunta por el partido que les gustaría que ganase (31%). En ambos casos, uno de cada cuatro encuestados no contesta a esas preguntas (25%). Sin embargo, el partido que más simpatías despierta es el PSOE, con un reducido porcentaje de los ns/nc (8,2%), y apareciendo una diferencia respecto a las otras preguntas, ya que el 19% contesta que no le gustaría ningún partido político y, además, al 30% le parece que ninguna fuerza política le ofrece confianza. Un dato directo muy relevante sobre la valoración de los partidos.

En cuanto a la posición ideológica, la mayor parte de los encuestados, el 52%, lo hace entre el 3 y el 5, lo que supone una mayor proximidad hacia donde ubican al PSOE (4) que hacia la posición ideológica que dan al PP (7,7). En esa línea, en el caso de que la motivación hacia una candidatura fuese por ideología, simpatía o militancia, la información obtenida sobre el relevo de gobierno no se sostiene, aunque se fortalece la idea de un malestar generalizado en una población que sigue posicionándose ideológicamente en el centro izquierda (3-5).

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En cuanto a la posibilidad de orientación del voto por interés personal o colectivo, si el voto estuviese orientado al interés personal, el sondeo no mostraría claramente que la percepción de la situación es negativa (78,6%) a pesar de que la valoración personal no alcanza estos niveles. Por ejemplo, mientras el 82% conoce a alguien que ha perdido el empleo, el 66% cree que el suyo no peligra. Así quedaría descartado el interés personal reforzando el voto condicionado por la solidaridad o el interés colectivo. En este sentido, si los principales problemas señalados son el paro, la crisis económica, la inseguridad y la inmigración, y en las respuestas se pone de manifiesto que el PP es el partido que mejor afrontaría la solución de estos problemas, estaría justificado el relevo del partido socialista. No obstante, cuando se le pregunta sobre la valoración de las medidas del PP para afrontar la crisis, el 70,4% establece que ni bien ni mal, mal, o muy mal, y al preguntar sobre cómo lo haría el PP si estuviese al frente de la Junta de Andalucía, el 55,8% dice que lo haría igual o peor.

Así pues, en el caso de que la motivación fuese de interés colectivo, o basado en la valoración de las actuaciones de ambos partidos, cabría la posibilidad de que se produjera una alternancia, como lo hace posible la existencia de una real competitividad electoral donde ambos partidos pueden ganar.

Lo que no parece claro es cómo combinar la idea de que el partido que aborda mejor los ámbitos de la educación, la sanidad, el urbanismo, la vivienda y las pensiones, políticas estrella del Estado de Bienestar, que según la encuesta es el PSOE, no sea identificado como el que plasma mejor la idea de solidaridad o interés colectivo. Podría ser que el encuestado entienda que el desempleado va a dejar de existir, que la educación ya no necesita mejoras, que las pensiones han tocado techo y que lo único importante es acabar con la crisis económica porque afecta negativamente a la situación del vecino. Lo cual supondría una vuelta al interés personal como motivación de voto.

Por todo ello, en este estudio de opinión la clave no está tanto en el posible partido vencedor, porque la ubicación ideológica de la mayoría de los andaluces no ha cambiado, sino en la influencia que puede tener en el voto la credibilidad de la clase política y el estilo de gestionar lo público. El 61,7% de los encuestados manifiestan un deseo de cambio acompañado de buenos gestores económicos que generen empleo, que se trabaje eficazmente por la igualdad de oportunidades y por atender a los colectivos con necesidades específicas, que los andaluces no sientan complejos al compararse con otras comunidades autónomas pero, sobre todo, que se propicie una regeneración en la forma de proceder de los partidos políticos para mostrar, en las próximas carreras electorales, quién ofrece un mejor proyecto para este cambio, incluso moviendo las ubicaciones ideológicas tanto de los electores como de los partidos políticos, y dejando de contar votos antes de que estén depositados en las urnas.

Susana Corzo es profesora de Ciencia Política de la Universidad de Granada.

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