Ritmos electrónicos un día antes de las campanadas
Directa y sin disimular se presentaba la fiesta del Zombie Club el pasado miércoles, 30 de diciembre. Dominada por una actitud muy clara -"liarla un día antes que todo el país y mañana ya veremos qué pasa"-, la sala se llenó de un ecléctico público que vivió la noche del 30 como si fuera la última del año. Muchos con uvas incluidas, porque antes de la discoteca habían ido al ensayo general de las campanadas de fin de año, habían visto el espectáculo de luces de la Puerta del Sol y se habían felicitado el 2010.
"Hacemos lo que nos gusta y lo que nos da la gana. La gente viene porque perciben que es algo diferente, porque tiene alma", explica Edgar Candel Kerri, DJ y creador de la sesión. Desde después del verano pasado, el Zombie Club (en la sala Charada) revoluciona, cada miércoles, la capital con sus fiestas provocativas, diferentes y que apasionan al público. Y el último miércoles del año, aunque fuera el día antes de Nochevieja, no iba a ser menos.
Treintañeros de estética hetero, modernos, gays, culturetas noctámbulos y una equilibrada proporción de chicos y chicas guapos se congregaban en la puerta. Mientras tanto, dentro, las remezclas electrónicas de Campamento Dorado, en la planta de abajo, y la variada selección de los Zombie Kids (Edgar y Jay, los DJ de la zona de arriba), iban animando el ambiente. "Me encanta la sesión porque mezcla muchos estilos de música, desde Michael Jackson hasta Justice, clásicos con sonidos más actuales... No puedo parar de bailar", resume Sandra Jerez, diseñadora gráfica de 26 años y asidua al local.
El miércoles pasado la discoteca estaba llena, pero no sólo porque fuera una insolente fiesta que retaba al mismísimo fin de año. Cada sesión ocurre lo mismo. La cita madrileña ha revitalizado la escena nocturna y aunque los DJ mezclen a su manera, jueguen toscamente con el volumen y pinchen lo que se les pase por la cabeza, la gente los sigue amando. Para Pablo Piquer, fotógrafo de 24 años, son increíbles "porque saltan, sudan, se emborrachan y bailan contigo". "Son como estrellas punkis pero cercanas", resume.
Y encantados por los ritmos del Zombie, los asistentes aguantaron sin dudar hasta las seis de la mañana. Y al día siguiente, cañas, aperitivos, cena, uvas y de nuevo fiesta. Seguro que muchos tuvieron bastante y decidieron que no importaba si esta Nochevieja no salían. Total, ya la habían liado y despedido el año un día antes.
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