_
_
_
_
Cosa de dos
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Maluquinho

Lo que pasa con los brasileños es que se ríen. Un día le pregunté a Fernando Henrique Cardoso, el ex presidente, sobre cómo estaba su país, y dijo: "Mal, pero los brasileños no lo saben". Decía Stefan Zweig que Brasil es el país del futuro. Y el malvado añadió: "Y siempre lo será". Pero se ríen. Cuando Madrid llevó a Dinamarca su propuesta olímpica no contaba con eso, que Brasil se ríe, y Río es la capital de la risa, hasta en el nombre. Río. Y la risa es contagiosa. ¿Y Madrid se ríe? Madrid tiene el ceño fruncido ahora. ¿Por la crisis? Por el malhumor, que ya parece una coraza congénita. Cuando la acaben, decía Benedetti, vuelvo. Y mientras no se acabe, que se ría un poco, por lo menos.

¿Y a qué viene esto, ahora que ha pasado tanto tiempo desde que Río ganó la batalla? Viene a que está en España, recibiendo un premio que quizá no salga en los telediarios, el hombre que personifica esa manera tonificante de ver la vida, Ziraldo. Ayer le dieron el Premio Quevedo en la Universidad de Alcalá de Henares. Y se lo han dado porque ha estimulado durante años la risa de los brasileños dibujando a un niño que es como él, pero más chico.

América ha dado al menos dos filósofos dibujados en el siglo XX, entre otros. Una es Mafalda, de Quino, el argentino, y otro es Maluquinho, de Ziraldo. Lo ha dibujado durante decenios en Copacabana, debajo de unos quinqués antiguos, sentado ante una caipirinha. Es, por decirlo así, el Vinicius de Moraes del dibujo, y es querido como Pelé. Su personaje representa al muchacho alocado pero noble que cruza esas playas de Río haciendo ruindades y repartiendo risa.

Cuando Brasil no tenía de qué reírse tenía O menino Maluquinho. En España tenemos gente así, que hizo reír en las épocas oscuras. Como ahora parece que oscurece, a lo mejor sería el momento de revolver las videotecas para sacar aquellos tiempos en que Tip y Coll nos hacían reír con un vaso de agua. No cuesta nada reír, pero a veces cuesta tanto hacer reír. Ziraldo lo consiguió en Brasil, y por eso le han premiado en este adusto país que sólo se ríe si el otro se cae.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_