_
_
_
_
_
Análisis:Cosa de dos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Manicomios

Las historias manicomiales suelen dar juego. Ahí está, para demostrarlo, el Premio Ondas de Jorge Javier Vázquez. Sálvame podría haber sido una reedición del Tomate, pero no: se han reducido al mínimo los contactos con la realidad y se han subrayado el aspaviento, el disparate y los juegos surrealistas. Incluso la basura es ficticia. O sea, pura televisión. Hay quien se espanta con Sálvame. También hubo quien se espantó (y aquí hacemos un salto casi cósmico) con aquel programa radiofónico de Orson Welles, La guerra de los mundos. El mecanismo es el mismo: nosotros simulamos que ocurre algo en el plató, y la audiencia puede tomárselo en broma (opción aconsejada) o, si lo prefiere (opción aún más aconsejada), en serio. Funciona en ambos casos.

También Gran Hermano, también en Telecinco, alivia sus achaques por la vía manicomial: por si no bastaba una decena de personajes absurdos en una casa, se añaden más y más personajes y más y más casas. El invento deviene incomprensible. Y, sin embargo, funciona. Por lo mismo, porque es televisión.

Siguiendo con el tema, House (Cuatro y Fox) estrenó temporada en el manicomio. El largo piloto de la sexta estación mereció grandes aplausos de los críticos y muy buenas audiencias. Estaba bien hecho. A mí me inquietó.

Roto, el referido megacapítulo de House, se desarrollaba en un manicomio. No podía acogerse, por tanto, a los cánones manicomiales del reality (simulación de una simulación), sino a los cánones de una serie (simulación de una realidad). Un manicomio, o una clínica siquiátrica, como prefieran, es un santuario de la tragedia. Alguien voló sobre el nido del cuco, la película homenajeada en 'Roto', asumía lo trágico. 'Roto' lo disfrazaba con azúcar. Con otro final, con un Gregory House definitivamente roto, habría puesto un colofón magnífico a la serie. Pero House vuelve a estar libre. Sin vicodina (al menos de momento) y humanizado. Enternecido ante sus colegas de manicomio. Disciplinado. Sin un sarcasmo, sin un solo borbotón de bilis.

Espero que sea una broma. Si se elimina la bilis, ¿cuál es el punto de todo esto?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_