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Crónica:CARTA DEL CORRESPONSAL | Lisboa
Crónica
Texto informativo con interpretación

Encantadora decadencia

Si a los portugueses se les ocurriera un día organizar un concurso sobre el deterioro del parque inmobiliario en Lisboa y Oporto, sería tremendamente complicado declarar un vencedor. Las dos grandes urbes del país albergan miles de edificios decrépitos que amenazan ruina, afean el paisaje y entristecen la mirada. Caminar con los ojos bien abiertos por los barrios del centro histórico de ambas ciudades genera sensaciones contradictorias. El encanto de la decadencia, la belleza robada, la impotencia ante la degradación.

La capital portuguesa tiene 4.600 predios vacíos con 40.000 pisos desocupados, según el último censo de 2001, que podrían albergar a 25.000 personas con problemas de vivienda. Un estudio de la Facultad de Ingeniería de Oporto pone de relieve que el 64% de los edificios de la segunda ciudad de Portugal tiene síntomas de degradación, el 45% requiere labores de reparación y el 18,7% reclama una actuación urgente.

Oporto y Lisboa albergan miles de edificios que amenazan ruina
La capital tiene al menos 40.000 pisos desocupados
Los jóvenes dejan la ciudad porque no pueden acceder a una vivienda

Entre tiendas de lujo, hoteles, bancos y empresas multinacionales asoman edificios de mala cara que en su interior albergaron un día tesoros artísticos. Hoy, vacíos y destartalados, caen a pedazos. En una esquina de la avenida Liberdade de Lisboa, la más cotizada (5.000 euros el metro cuadrado), entre un hotel y un restaurante de moda, hay un inmenso bloque de siete plantas. Las ventanas están tapiadas y una armadura metálica evita la eventual caída de cascotes a la calle. Lleva 19 años vacío. En los años noventa, el Ayuntamiento aprobó la demolición, que echó atrás al comprobar que en su interior había valiosos frescos en paredes y techos. Un incendio destruyó los pisos superiores, y el agua de los bomberos acabó con las obras de arte. Desde hace cuatro años, el proyecto para una nueva construcción espera la luz verde de la autoridad municipal. Otros muchos proyectos están en situación similar.

El deterioro del panorama urbanístico de ciudades como Lisboa y Oporto ha ido de la mano del declive demográfico y el envejecimiento de la población, terrenos en los que ambas ciudades ostentan cifras récord dentro de la Unión Europea. La cantidad de pisos desocupados (devolutos) es superior a los que están deteriorados o muy deteriorados.

En Lisboa, la paradoja es mayúscula: aumentaron las viviendas (de 60.690 en 1960 a 292.000 en 2001), pero la ciudad perdió un tercio de su población en 20 años (de 796.000 habitantes en 1981 pasó a 564.000 en 2001). Entre 9.000 y 10.000 personas, la mayoría jóvenes e inmigrantes, se van cada año de Lisboa porque no pueden acceder a una vivienda económica. Los lisboetas son dos veces más viejos que en el área metropolitana de la capital y que en todo el país.

El lisboeta António Costa y el portuense Rui Rio, reelegidos como alcaldes por mayoría absoluta hace una semana, han prometido grandes inversiones en rehabilitación urbana. Pero durante sus respectivos mandatos la degradación avanzó inexorablemente.

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