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Columna
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Rita, la cantaora

De pronto un rayito de sol te entra por la ventana, siempre y cuando no hayas sucumbido a la tentación de cerrar la persiana a cal y canto convirtiendo tu habitación en una celda de castigo. Quedamos, pues, en que te entra un rayito de sol por la ventana, que en mi caso suele coincidir con el encendido automático del despertador radiofónico que me emparenta directamente con Carlos Francino, al que primero odio (puta envidia) por su vitalidad a esas horas y después agradezco porque jamás chilla y raras veces se enfada. Total, que sale Francino y te resume las noticias de ayer y de hoy, a las que añade esa búsqueda de lo curioso que a veces acaba devorando a la propia noticia.

Quedamos en que estamos somnolientos, con un rayito de sol por las rendijas de la persiana y una voz que te va desgranando esa media docena de cosas (no suelen ser más) que, según dice el manual, te bastan para empezar el día sin la mente en blanco, con la lección aprendida, que te dan seguridad para mirar a la gente por la calle con un aspecto altanero de sabelotodo, por si el otro se ha despertado con el vulgar ring-ring del despertador del pleistoceno.

Lo mejor, sin embargo, es cuando te despiertas con una sonrisa. O incluso con el orgasmo de una risotada. Reconozco que es un poco insultante, pero irrefrenable. Alguien que se despierta riendo cuando entra un rayito de sol por la persiana, sólo puede estar loco según el imaginario popular. Pero hay excepciones

Revivamos la escena. Uno abre la pestaña por ese rayito que aún no sabe si es de sol o de luna, se le activa el radiodespertador y aparece una voz masculina que habla del caso Camps, el caso Costa o el caso Rajoy, que uno, aturdido, ya no está para grandes discernimientos. ¡Vaya truño!, que dice ahora la chavalería... Craso error. La voz es auténtica y trasladada a la audiencia sus sesudas reflexiones, que consisten en alardear de que el caso Gürtel ha eclipsado la visita de Rodríguez Zapatero a Barack Obama, con lo que la crisis del PP (llamemos a las cosas por su nombre) habría sido fraguada voluntariamente en la calle Génova con la única misión de joder a Zapatero. Costa, pues, no sería un pillín (utilizo el término más parecido a su imagen) sino un héroe sacrificado por la causa; Camps, el artista invitado, el Bigotes, un extra con ambiciones de actor secundario, y Rajoy un director con seudónimo de películas de serie B.

El sol se apodera de la habitación y Francino ha conseguido que mi único interés en la vida de ese sol naciente sea saber a quién corresponde aquella voz que me ha hecho reír a las siete de la mañana con la tontería más grande de la enciclopedia del absurdo político. Rita, sí, era Rita Barberá -la del bolso de Louis Vuitton, Rita la cantaora- la que me hizo reír por la mañana, la que me dio vergüenza ajena. ¿Podría llamarle la cantamañanas? Mañana, por Dios, mejor dicho, por Louis Vuitton, déjame dormir. Los chistes contados dos veces dan pena.

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