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Reportaje:VUELTA 2009 | Tercera etapa

El 'botellón' de Andy Schleck

El segundo del Tour hace de aguador, y la 'liebre' Henderson gana

Los hermanos Schleck son dos tipos, sin duda, simpáticos; de ésos que se hacen querer; divertidos, joviales. Especialmente, Andy, un luxemburgués bromista que rompe los tópicos sobre los hieráticos centroeuropeos. Ayer, a falta de 50 kilómetros, descendió hasta el coche de su director y se cargó de bidones de agua para sus compañeros. Allí, junto al vehículo, vestido con el tricolor maillot de campeón de su país, nadie habría dicho que se trata de uno de los tres o cuatro mejores ciclistas del mundo, segundo este año en el Tour, sino del 149º en la Vuelta, el lugar que ocupa tras el despiste del domingo, cuando cedió 30 segundos absurdos. ¿Bonhomía, compañerismo, humildad o la traducción gráfica del interés con el que ha llegado a la ronda española? Nunca se sabe; con Andy, nunca se sabe.

Era la imagen de una jornada en la que la liebre se impuso al gallo. Un neozelandés de Dunedin, ciudad financiera, cultural y surfera y unas cuantas cosas más, Henderson, pistard y rutero, curtido en Estados Unidos y hecho ciclista en Europa, se adjudicó un sprint al que acudía como lanzador de Greippel -"pero en el último kilómetro mire atrás y no le ví, así que me lancé por mi cuenta", se excusó- y en el que rebasó a Bozic, que había atacado de lejos, y a Freire, demasiado retrasado para el riñoneo enloquecido de sus rivales.

Dos imágenes dispares de una etapa infestada de nuevo de rotondas e isletas, aunque esta vez no fueron trampas para los escarmentados corredores. Ni uno se fue al suelo a pesar de que los últimos 10 kilómetros el pelotón rodó a 50 kilómetros por hora con los equipos habituales en cabeza y la escapada rutinaria del día, esta vez protagonizada por dos holandeses, Bloom y Hoogerland, y un español, Rosendo. El del Andalucía se endilgó 175 kilómetros de fuga para acabar entregando la cuchara a 12 de la meta. Publicidad obliga, pero no parece que, a estas pequeñas alturas de la carrera, ninguna aventura pueda llegar a su fin.

Y entre el triunfo de la liebre y el botellón del relajado Andy se consumieron los últimos kilómetros en Holanda, un país entregada al ciclismo y a la Vuelta que hoy será relevado por Bélgica, donde la afición no es menor y se espera a Boonen con pasión. Aunque, visto lo visto, la revolución en el sprint (Ciolek, Henderson, en ausencia de Cavendish) parece derrocar a los generales.

Freire, con media barba cinematográfica, era la baza española, pero le falta un golpe de pedal. El resto de nuestros corredores siguen la indicación machadiana de hacer camino al andar, aunque el camino se le complique especialmente al Euskaltel en espera del comunicado oficial de la UCI sobre el contraanálisis de Astarloza. Un estado de nervios que atenaza al equipo.

Y lució el sol en Holanda. Y no llovió. Y no hubo viento. Todo cambia.

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