La reconquista de las gaitas

La crisis no ha podido con los folkies ni la electrónica con las gaitas. Con algunos recortes presupuestarios, el Festival de Ortigueira arranca hoy con el objetivo de recuperar su flema céltica, a golpe de gaita gallega y de foliada. Atrás quedan los experimentos de música fusión de las últimas ediciones que acallaban el sonido de las gaitas y que disgustaron a los más puristas, restando público y aplausos a la cita.

Desde esta tarde y hasta el próximo domingo, Ortigueira celebra los 25 años de su festival -aunque cumple 31, ya que pasó seis en silencio por falta de fondos- con el cartel más gallego de la década dispuesto a recuperar la magia celta de antaño con una alianza musical atlántica a cinco bandas entre Escocia, Bretaña, Irlanda, Galicia y Canadá. La organización ha encargado a dos viejos conocidos del escenario ortegano que resuciten el espíritu folk de los primeros años. Susana Seivane y Xosé Manuel Budiño lideran el programa artístico de la 25ª edición, con refuerzos de lujo como Fred Morrison, considerado "el mejor gaitero del mundo", La Bottine Souriante (Canadá) o Wolfstone, la banda de rock escocés que ha impreso potencia y energía al folk tradicional.

El pinar de Morouzos acogerá este fin de semana a 90.000 personas

Fiesta de Interés Turístico Internacional desde 2005, el festival ortegano es el mayor evento gratuito del mundo dedicado a la música de raíz. Cada año arrastra hasta esta villa del litoral coruñés a cerca de 100.000 visitantes, que multiplican por 50 una población que apenas sobrepasa los 2.000 vecinos. En cifras, el festival se resume así: 96 horas en cuatro jornadas maratonianas de música en directo en una veintena de conciertos. Medio centenar de artistas, siete bandas de gaitas y un presupuesto de 600.000 euros (100.000 menos que en 2008), financiados principalmente por la Xunta a través del Xacobeo 2010 con el patrocinio de otras instituciones públicas y empresas privadas. Las 400 personas que componen el operativo de seguridad esperan este fin de semana a 90.000 personas.

Los folkies, como se conoce a los asiduos al festival, ya han empezado a colonizar el pinar de Morouzos, junto a la playa, en un millar de tiendas de campaña. Desde el ayuntamiento se preparan para la avalancha de las próximas horas, que reporta pingües beneficios al municipio: cinco millones de euros en 2008, según un estudio encargado por el gobierno local. El alcalde, Rafael Girón, del PP, señala que pese a los recortes monetarios, han puesto el acento en los servicios para mimar a los turistas. Se han reforzado los equipos de limpieza, las líneas regulares de bus y tren y los autobuses lanzadera que conectan la zona de acampada con el centro. Para abaratar costes, este año desaparece el escenario Runas para los grupos noveles. Los debutantes Tiruleque, Pablo Seoane y la formación catalana Qui Hi Ha competirán a medianoche sobre el escenario principal en busca de su pasaporte musical al Festival de 2010.

Horas antes, a las 20:00, cumpliendo con 25 años de tradición, la Escola de Gaitas de Ortigueira hinchará los foles para inaugurar el festival, seguidos de una foliada que rescata la verbena popular gallega de gaita y pandereta a golpe de muñeiras.

Susana Seivane regresa al escenario ortegano el viernes como solista para presentar Os soños que volven, canciones que aprendió de niña, heredadas de una familia de artesanos gaiteiros. Fred Morrison exprimirá la magia de su gaita en la plaza Isabel II a las 20:00 horas y la banda irlandesa de Michael McGoldrick sucederá a Seivane sobre el escenario principal. El sábado, Budiño tomará el relevo con la intención de ofrecer un concierto para grabar un disco en directo que comprima sus cuatro álbumes. Y la histórica Battlefield Band cierra el festival la noche del domingo. La cita se completa con una extensa feria de artesanía instalada en el malecón, talleres de canto, baile, gaita y pandereta y una exposición fotográfica en el claustro del ayuntamiento que repasa la historia del festival desde sus orígenes, en 1978.