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OPINIÓN
Columna
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'Operación biquini'

La pérdida de diputados en las últimas legislativas sufrida por los socios preferentes del Gobierno durante la anterior legislatura (ERC, BNG, IU-ICV), el ofendido distanciamiento de los partidos nacionalistas dominantes en Cataluña y el País Vasco desalojados del poder autonómico por los socialistas (CiU y PNV) y el viraje estratégico del PP hacia posiciones menos extremistas han modificado el horizonte de alianzas parlamentarias posibles. Esta misma semana, el PSOE ha sido derrotado en el Congreso por una moción de ERC apoyada por los populares instando al Gobierno -entre otras iniciativas- a suprimir tres ministerios (Cultura, Vivienda e Igualdad) y a presentar un plan de reforma de la Administración General del Estado. Sin embargo, no todo el monte es orégano: en el mismo pleno, una propuesta de UPN, también patrocinada por el PP, para suspender la tramitación parlamentaria del proyecto de ley de reforma del aborto, fue rechazada por amplia mayoría.

El PP apoya una moción de ERC instando a la supresión de tres ministerios y al adelgazamiento estatal

El voto favorable del PP al desapoderamiento del presidente del Gobierno de sus facultades constitucionales para diseñar la estructura ministerial y al vaciamiento parcial de la Administración General en beneficio de las administraciones autonómicas resulta sorprendente, tanto por sus contenidos como por haber sido su promotor un partido independentista catalán. El portavoz socialista Rafael Román se remontó hasta los debates americanos del siglo XVIII entre federalistas y anti-federalistas para poner de relieve la paradoja de que los populares, tan emotivos, enérgicos y tronitonantes en la defensa de un vigoroso Estado central, presten apoyo a una estrategia centrifugadora de sus recursos y competencias.

El portavoz de ERC despejó cualquier equívoco posible sobre el espíritu de su propuesta: el Gobierno central -sea el actual o el que le suceda- deberá ponerse a dieta mediante la operación biquini (llamada operación top-less por el portavoz de CiU en una subasta de ingeniosidades) para adelgazar su estructura. Ese régimen afectará al grasiento corpachón de la Administración General del Estado; las administraciones autonómicas también habrían sido víctimas de la bulimia de lo que Octavio Paz denominó el Ogro Filantrópico: perjudicadas "en el reparto del pastel" presupuestario, el Estado debería cederles "al menos el 9,2% de sus actuales recursos" para restablecer el equilibrio.

Esta nueva derrota parlamentaria del Gobierno -la novena en pocas semanas- es una confirmación de la salida del PP del lazareto al que fue relegado, no por el Pacto del Tinell de 2003, sino por su desatinado comportamiento opositor entre 2004 y 2008. Si Rajoy se hubiese mantenido a sus mensajes de la anterior legislatura (desde la lectura del Estatuto de Cataluña como primer paso hacia la ruptura de España hasta la interpretación del atentado de Atocha como una conspiración del terrorismo islamista, ETA, los servicios extranjeros, la policía española y los propios socialistas), es seguro que el PP no estaría hoy día en condiciones de entenderse con CiU y PNV.

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