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Reportaje:

La mirilla del océano Atlántico

La Sociedade de Historia Natural edita el primer catálogo de fondos marinos

En los bajos de un edificio ruinoso en la céntrica plaza de Amboage conviven discretamente tiburones prehistóricos, calamares gigantes, fósiles milenarios, cráneos de orca, huesos de cachalote y un esqueleto de una ballena de 18 metros que conforman la mayor colección de cetáceos marinos de España, con 17 de las 25 especies contabilizadas en la Península. En total, más de 1.300 especies acuáticas recopiladas, descritas y clasificadas por los voluntarios de la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) de Ferrol a lo largo de sus 36 años de vida que asoman a la superficie en el primer catálogo de fondos marinos de Galicia.

Del alga más común al pez más extraordinario, cada pieza esconde una historia. "Hay especies que son únicas para la ciencia", explica Juan Ignacio Da Silva, coordinador de la SGHN, "algunas incluso están pendientes de clasificar". Entre las joyas de la colección está el vetusto cráneo de un zifio -un tipo de cetáceo- con 15.000 años de antigüedad que unos pescadores de Cedeira encontraron al echar las redes en un caladero al norte de Galicia, A Selva, que llamó la atención de la comunidad científica internacional.

El del bipartito fue el único reconocimiento institucional en 36 años de historia
El 80% de los fondos permanecen guardados en baúles y ocultos al público

Siete meses de trabajo documental y fotográfico han sido necesarios para alumbrar un volumen de 169 páginas financiado por la Xunta del bipartito y con prólogo de la ex conselleira de Pesca Carmen Gallego. Gallego aplaude el trabajo "intenso y desinteresado" de los miembros de una entidad sin ánimo de lucro que recorre las costas gallegas en busca del tesoro de crustáceos, peces, reptiles y fósiles.

"Es el primer reconocimiento de una administración pública en 36 años de historia", lamenta Da Silva, al frente de una sociedad que vive de las cuotas de sus 600 socios gallegos, 200 de ellos en la comarca ferrolana. Explica que en este primer catálogo figuran 1.300 especies marinas, casi un tercio de las 4.000 entradas naturales que poseen sus fondos de la entidad, a menudo, con varios ejemplares por especie recogidos por voluntarios o cedidos por marineros que los capturan accidentalmente.

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"Una vez nos llamó un hombre de Marín que había pescado un peixe con cara de demo relata desde la SGHN. Resultó ser un tiburón anguila, tan extraño como primitivo. Cuentan que frente a las illas Sisargas hay un caladero sin clasificar conocido como O Dinosaurio, una auténtica mina de fósiles.

Entre las costas de Ferrol y Muxía se recogieron en 1995 más de 150 tipos de algas de 70 especies diferentes, rojas, pardas o verdes, que dan forma a un algario. La colección se completa con una de las mejores colecciones de conchas del mundo, cedida por la familia de un contralmirante que las recopiló en sus viajes por los siete mares. En la ría de Foz se pescó un calamar gigante de ocho metros que a punto estuvo de quedar sepultado por los escombros tras un desplome en la sede de la entidad en julio del pasado año. La colección de cetáceos incluye la piel de una orca que varó en Campelo o un cachalote que atracó en la ferrolana playa de Ponzos cuyas mandíbulas "eran más grandes que nuestro coche", bromean.

Hasta las costas gallegas, arrastradas por la corriente del Golfo, también llegaron cuatro de las siete especies de tortugas marinas que hay en el mundo, seis de ellas en peligro de extinción. Las que fallecieron en la travesía se exhiben deshidratadas y curtidas en el museo ferrolano. Otras, como Lume, sobrevivieron al cuidado de la SGHN y regresaron al Caribe en barco tras varios meses en un sótano húmedo que hace las veces de hospital marino. Un pez erizo o un tiburón duende prehistórico son algunas de las joyas que guardan los naturalistas ferrolanos y que ahora recoge el catálogo, con una tirada de un millar de ejemplares que se distribuirá entre bibliotecas y centros educativos.

Sin embargo, el 80% de estos fondos únicos que integrarán el futuro Museo da Natureza de Galicia permanecen guardados en baúles y ocultos al público a falta de un lugar donde exhibirlos. La SGHN ocupa desde 1983 la planta baja de un inmueble cedido por el Ayuntamiento de Ferrol pero resquebrajado por la humedad y apuntalado con 17 maderos. Esperan, desesperados, un traslado comprometido por el gobierno local en 2007 y todavía sin fecha.

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