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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Encuentro prometedor

La sintonía entre el presidente español y Obama debe sepultar el desencuentro con EE UU

José Luis Rodríguez Zapatero finaliza en Turquía, en el foro de la Alianza de Civilizaciones, su semana de mayor proyección internacional desde que llegara a la jefatura del Gobierno. El primer ministro español ha conseguido, en la cumbre del G-20, inscribir a nuestro país en el nuevo órgano de vigilancia de las finanzas internacionales y ha comprometido ante la OTAN, tras el fiasco de Kosovo, la presencia temporal de más tropas españolas en Afganistán. Pero sin duda lo más provechoso han sido sus encuentros con el presidente estadounidense, rutinario en Londres y amplio y cordial ayer en Praga, sin que quepa descartar su coincidencia en Turquía, última etapa de la intensa gira europea de Obama. Turquía es un aliado crucial de Washington. Y Obama quiere lanzar desde allí, primera visita a un país musulmán, un mensaje al mundo islámico, donde se sitúan la mayor parte de sus grandes desafíos, desde Afganistán y Pakistán a Irak e Irán.

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Zapatero ofrece todo su apoyo a Obama

Las relaciones entre Madrid y Washington bajo Zapatero han sido la historia de un largo desencuentro, iniciado con el malhadado gesto en 2003, todavía en la oposición, hacia la enseña estadounidense y culminado con las sucesivas pifias diplomáticas que han enmarcado el anuncio de nuestra salida de Kosovo, parcheada en el último minuto. Las discrepancias son legítimas y saludables, pero la manera de expresarlas es crucial, sobre todo entre socios y aliados. La sintonía personal o su ausencia -es evidente que entre Zapatero y George W. Bush no había ninguna- no es un buen argumento en el diseño de las relaciones internacionales.

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Los encuentros Obama-Zapatero de estos días pueden y deben anticipar una progresiva, imprescindible y plena normalización. A confesión de parte, el líder estadounidense ha impresionado vivamente a Zapatero. Parece que no se han limitado a hablar de la OTAN, Afganistán o la recesión global, sino que han tanteado cuestiones menos solemnes. Obama, en el comienzo de su mandato, ha adoptado iniciativas internacionales encomiables, y resulta ser, como se ha visto por doquier, el favorito de Europa. Una buena y fluida conexión con el presidente de EE UU será inequívocamente beneficiosa para los intereses y el perfil global de España. Nuestra próxima presidencia de la UE, si es suficientemente ambiciosa, debería ayudar a ello.

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