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Los actores toman la calle por un día

Una procesión laica en honor de Valle-Inclán

Miguel Ángel Villena

Estudiantes melenudos, jubilados trajeados, vecinos en los balcones del Madrid más castizo, turistas despistados o teatreros convictos y confesos. Una procesión laica y variopinta de centenares de personas recorrió anoche, en su XII edición, los principales escenarios de Luces de bohemia, la obra cumbre de Ramón del Valle-Inclán (1866-1936) y una de las piezas más importantes del teatro español, la que abrió paso al esperpento. Aquello que comenzó como charla de café de un grupo de ilustres del mundillo teatral (autores, intérpretes, profesores, periodistas...), a mediados de los noventa, se ha convertido en una cita original, que actúa como prólogo del Día Mundial del Teatro.

En medio de la Puerta del Sol, el escritor Moncho Alpuente recordó al académico Alonso Zamora Vicente, uno de los grandes expertos en Luces de bohemia, para destacar la aspiración de una obra ya universal. "Se trata", recordó Alpuente, "de creer en la esperanza de un mundo más cordial donde siempre haya una mano tendida al infortunio". La casa de Larra, en la calle de Santa Clara; la estatua de Calderón, en la plaza de Santa Ana; o el callejón del gato, fueron testigos anoche, una vez más, de un Madrid abigarrado y lleno de personajes diversos. Como en Luces de bohemia. Incluida la charanga de búlgaros que acompañó a la comitiva.

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