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Reportaje:

Viaje desde el útero

Una muestra feminista refleja a través del arte la mirada de la mujer-hogar

"Mi gato, mi clítoris, mi caracola: yo". La poeta y sexóloga Eva Moreira ilustra con provocadora concisión su condición femenina. Moreira pone también sus textos cortos a los retratos, firmados por Rosa Veiga, de 12 artistas que, en la Casa da Xuventude de Ourense, empujan una exposición "liberadora y feminista" para celebrar el Día Internacional de las Mujeres. Y visibilizarlas.

Cachito Álvarez y Rosa González, integrantes del colectivo sociocultural Violeta y comisarias de la exposición Cociñarte se han empeñado en enseñar la creación femenina a través de la mirada de la mujer-hogar que imperó en los años 40. Cuando, pensando en organizar la exposición, hicieron recuento de las féminas que habían colgado sus obras en el último año en las salas de arte, públicas y privadas de Ourense, quedaron fatalmente impresionadas: "No llegaban ni al 20%". Espoleadas por la mala nueva salieron a la calle a preguntar a los vecinos nombres de artistas plásticas. "Ni uno; ni siquiera Frida Kahlo, ni Maruja Mallo. Nada". A cambio, brotaban como chorros los de Picasso, Miró, Dalí...

"Cuando empezamos nos exigían pintar como ellos, pero somos otras"
Se exhiben vestidos confeccionados con palomitas, coliflor, patatas y algas

La obra de las 19 artistas que exhibieron en Ourense durante el último año -pintoras, escultoras, grabadoras, ilustradoras de cuentos, arquitectas, médicos y profesoras de Arte- se recopila ahora en una exposición en tres planos que invita a la reflexión sobre la condición social de la mujer. El colectivo feminista madrileño La Bombilla Encendida pone el preámbulo. Un escaparate de moda comestible avanza, y denuncia, el lugar que ocupan las mujeres en el espacio doméstico. Un traje de novia a base de arroz y palomitas; otro de cóctel elaborado con patatas fritas y chorizo; uno de noche confeccionado con lombarda y coliflor; otro de algas y uno más de colines hiperfeminizan el lenguaje de la exposición. Y lo meten en casa.

Desde la calle, la Casa da Xuventude muestra una cocina fabricada en vinilo con una nevera repleta de libros. Al fondo, los comestibles trajes femeninos. El catálogo, en forma de casita de muñecas desplegable en cuyo interior habitan las artistas, es un avance. La portada la ocupa una mesa bien puesta -"una alusión a la mesa para 39 comensales de Judy Chicago"- con un plato en el que se sirve una vagina como una rosa fresca.

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"Buscamos una relectura sobre el papel de las mujeres dentro del espacio doméstico, que sigue recayendo sobre nosotras y sigue siendo el modelo que estamos transmitiendo a nuestros hijos. Por más literatura y más mensajes que digan lo contrario, les estamos mostrando eso", protesta Álvarez.

El vocabulario de lo íntimo es un caudal. Moreira explica así a las artistas y sus obras. La instalación a partir de muñecos de ganchillo de Pilón Tabarés sugiere a la poeta el inquietante sonido al caer al suelo de tan femenina arma de tricotar seguida de la advertencia de Mae West: "Somos malas, podemos ser peores". La sala muestra también el trampolín imposible -los zapatos anclados en el reverso- del que jamás se podrá saltar. O el traje confeccionado con plumas de gallina, técnica que la orensana Concha Outeiriño aprendió de una mujer de la provincia que tenía el telar en el gallinero. Junto a ellas, la obra de Ana Vázquez, una especie de viaje desde el útero para coser los miedos y los deseos. Y mucho más.

"Hasta el siglo XX los referentes artísticos sólo eran masculinos", comenta Álvarez que ofrece así explicación a la desmemoria colectiva sobre el valor de la creatividad de las mujeres. "Cuando empezamos a ser artistas se nos exigió que pintáramos como ellos, pero somos otras".

La reivindicación de esa singularidad -"solemos partir de lo pequeño, de la cotidianeidad"- no supone la reivindicación de lo doméstico como lugar propio. "Ése es justo el lugar que nos invisibiliza", explica la comisaria. Por eso han servido la vagina en un plato y por eso las artistas de La Bombilla Encendida se han ofrecido para ser comidas en sus trajes orgánicos durante la sesión inaugural.

Trajes confeccionados con alimentos, en la exposición de la Casa da Xuventude.
Trajes confeccionados con alimentos, en la exposición de la Casa da Xuventude.DIEGO LEMOS

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