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Reportaje:CONVULSIÓN EN EL GOLFO DE GUINEA

Obiang despierta a tiros

El ataque a Malabo muestra la vulnerabilidad de Guinea Ecuatorial ante la creciente inestabilidad en la zona, un ejército incapaz y la marcha de su principal aliado, George Bush

Oriol Güell

Teodoro Obiang dormía plácidamente en Bata cuando, el pasado 17 de febrero, una veintena de hombres armados llegados en tres lanchas asaltaron el palacio presidencial en Malabo. No lograron su objetivo, que aún no está claro. Pero la cruenta batalla que un grupo de desconocidos libró con el ejército de Guinea Ecuatorial amargó el despertar del dictador. Esa noche, Obiang, en el cargo desde que apartara del poder y fusilara a su tío Francisco Macías en 1979, debió tomar conciencia de al menos tres problemas. Una es que la inseguridad que asuela el golfo de Guinea, con varios grupos armados con objetivos dispares emergiendo desde el vecino delta del Níger (Nigeria), supone una amenaza real para Guinea Ecuatorial; otra, que sus tropas no están para grandes alardes. El 4 de diciembre de 2007, el Ejército no hizo nada para evitar que otro grupo, también llegado en lanchas, tomara Bata -la segunda ciudad del país y la más importante de la parte continental de Guinea- durante un par de horas y se llevara un botín multimillonario de dos bancos. El día 17, en la capital, el Ejército guineano logró repeler el ataque, pero no sin muchos esfuerzos y tras toda una madrugada de tiroteos. En los primeros momentos, los atacantes incluso llegaron a entrar en las dependencias del palacio.

El presidente ha purgado a la cúpula de Defensa y Seguridad, refugio de una de las facciones que pugnan por sucederle
La inestabilidad en el delta del Níger amenaza con desestabilizar una zona rica en petróleo

La tercera constatación que debió hacerse Obiang esa noche es que, a la hora de la verdad, quizá ya no pueda contar con el apoyo incondicional de Washington. Si con la concesión de licencias petrolíferas a empresas estadounidenses se ganó el afecto de la Administración de George Bush -la ex secretaria de Estado Condoleezza Rice llegó a llamarle "buen amigo"-, la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca abre un "escenario incierto que de alguna manera cambiará los pilares sobre los que Obiang ha sustentado su política exterior", afirma Alicia Campos, investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid especializada en Guinea. "Está por ver qué hará Obama con Guinea. El interés de Estados Unidos por el petróleo en la zona seguirá, pero sí deberían cambiar las relaciones con un régimen como el de Obiang".

Antony Goldman, ex miembro del equipo de investigación de The Economist especializado en el oeste de África y hoy dedicado a asesorar a empresas que arriesgan sus inversiones en el golfo de Guinea, comparte la idea de que Obiang se enfrenta a nuevos retos, agravados por la caída de los precios del petróleo, ante la creciente inestabilidad en una zona en la que, "con epicentro en el delta del Níger, coexisten grupos armados con objetivos dispares y cuyos miembros cambian de bando según la coyuntura". "Los objetivos declarados de algunos son políticos. Otros son criminales. Algunos más mantienen una retórica de revolución, pero actúan movidos por el dinero. La petrolera Shell estima que cada día de 2008 le robaron 100.000 barriles de petróleo en Nigeria, mientras los botines de secuestros y atracos ascienden a varios millones de dólares", afirma.

Obiang ha reaccionado con aparente contundencia al ataque a su palacio, destituyendo a buena parte de la cúpula de Defensa y Seguridad Nacional, 11 miembros del núcleo duro del régimen encabezados por Manuel Nguema Mba, tío del dictador y al que se atribuye una frase -"se llega antes con la pistola que con la ley"- que resume su pésima reputación en materia de derechos humanos. En cualquier país con semejantes antecedentes de ataques exteriores, nadie dudaría de que los destituidos habían acumulado méritos suficientes para ser apartados del poder. Pero en Guinea Ecuatorial, donde los lazos de sangre o la fidelidad al líder suelen pesar más que la eficacia en el desempeño de cargos públicos, esta purga es "una revolución, un hecho sin precedentes en el país", opina Adolfo Fernández Marugán, secretario de la Asociación de Solidaridad Democrática con Guinea Ecuatorial (Asodegue). "Los mandos han estado años más ocupados en hacer negocios que en organizar un Ejército competente. Obiang lo sabía y lo ha permitido, quizá para evitar que alguien le hiciera lo que él hizo con su tío. El otro día se dio de bruces con la cara amarga de todo ello, de que el medio millón de barriles que exporta cada día no le dan toda la seguridad".

La violencia en el golfo de Guinea se ha recrudecido en los tres últimos años con el surgimiento del Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (MEDN), al que Malabo acusa de estar tras la agresión. El grupo lo niega. "No, nosotros no fuimos responsables del ataque", contesta por correo electrónico un supuesto portavoz del MEDN, al que los corresponsales de prensa internacionales en la zona dan credibilidad por la precisión y regularidad de sus informaciones.

En el delta del Níger viven 30 millones de personas sumidas en la más absoluta pobreza sobre un océano de petróleo. Hace tres décadas, la población era pobre, pero vivía de la pesca y los cultivos. Hoy, tras haberse exportado desde su tierra miles de millones de barriles, sus habitantes deben gastar sus magros ingresos en pescado congelado procedente de Asia. La contaminación impide cultivar la tierra y los bancos de peces han desaparecido. "El deterioro de las condiciones de vida en el delta por la explotación salvaje del crudo ha sido atroz", resume desde Lagos Otive Igbuzor, director en Nigeria de la ONG Action Aid International. Él se muestra convencido de que "el MEDN no está detrás del ataque a Malabo. El grupo siempre reivindica sus ataques porque lo que quiere es publicidad. Obtienen aquí todo el dinero que necesitan. ¿Qué necesidad tienen de irse hasta Malabo?", se pregunta.

Igbuzor y Antony Goldman destacan que a los grupos armados del delta no les faltan armas ni dinero para desestabilizar todo el golfo de Guinea. Los cuantiosos ingresos provienen de la venta de petróleo robado, los servicios de seguridad que ofrecen a las multinacionales petroleras, los actos de piratería, y los atracos y secuestros. El influyente think tank Council on Foreign Relations, con base en Washington, describe al MEDN como un grupo "paraguas" bajo cuyas siglas actúan, según las circunstancias, varias facciones con una estructura de mando muy descentralizada (e incluso enfrentadas entre ellas) en un complejo escenario de luchas internas, corrupción y debilidad del Ejército nigeriano.

Pero el MEDN ha demostrado ser en los últimos tres años un enemigo muy serio y su actividad, según varios informes oficiales, ha restado en varias épocas medio millón de barriles de crudo al día a los dos millones que exporta el país. Su último y más audaz ataque reivindicado ha sido el asalto el pasado junio a la gigantesca plataforma petrolífera Bonga, situada a 120 kilómetros mar adentro y de la que Shell extrae 200.000 barriles diarios. La empresa tuvo que cerrar la instalación cinco días y asumir unas pérdidas multimillonarias.

Además de los ataques a ciudades costeras y plataformas petrolíferas, el golfo de Guinea también ha vivido ofensivas contra los ejércitos de la zona -21 soldados de Camerún murieron en noviembre de 2007 en una ofensiva lanzada por un grupo sin identificar en la península de Bakassi, además del goteo constante que sufre el de Nigeria- y el International Maritime Bureau (IMB) ha alertado que la piratería en el golfo de Guinea vive "una escalada que ha quedado minimizada por la atención prestada a Somalia y el golfo de Adén", informa desde Londres un portavoz. "De 23 ataques en 2004 se ha pasado a 60 en 2007 y a 40 en los tres primeros trimestres de 2008".

En este amplio abanico de ataques, el de Malabo recuerda por su ejecución al de Bata y otro sufrido por la ciudad de Limbe, en la vecina Camerún, el pasado 28 de septiembre. Pero una diferencia se hace evidente: los asaltantes no fueron por los bancos de Malabo, sino por el palacio de Obiang. La sede presidencial es, en el imaginario popular ecuatoguineano, una cueva de Alí Babá en la que se esconde "una habitación llena de fajos de billetes de 500 euros y 100 dólares", cuenta Celestino Bacale, número dos de la Convergencia para la Democracia Social, partido que tiene el único diputado de la oposición en un Parlamento con un centenar de escaños. Un nieto adolescente del dictador fue detenido después de que él y sus amigos se dieran hace unos meses la gran vida tras una incursión a la cámara del tesoro, según comenta todo el mundo en Malabo en un hecho que el régimen no confirma. El objetivo de los asaltantes era, según esta hipótesis, llevarse esa fortuna aprovechando que Obiang no se encontraba en palacio y que, supuestamente, las medidas de seguridad se habrían relajado.

El fantasma del golpe de Estado, sin embargo, sacudió a muchos la noche del ataque. No sería la primera vez: otra intentona, en la que están implicados mercenarios surafricanos, oscuros empresarios internacionales y Mark Thatcher, hijo de la ex primera ministra británica, fue abortado en 2004 en Zimbabue, país en el que el avión en que viajaban había hecho una escala para aprovisionarse de armas.

La escasa información ofrecida por el Gobierno no ayuda a despejar incertidumbres. La versión oficial habla de una cifra no concretada de atacantes a bordo de dos o tres lanchas. De ellos, 15 fueron detenidos, varios están bajo las aguas del puerto de Malabo tras ser hundida su lancha, otros huyeron y uno más murió en el asalto. Un soldado ecuatoguineano también perdió la vida en los enfrentamientos. El régimen se muestra firme en sus acusaciones al MEDN. "Los detenidos hablan inglés y, aunque van indocumentados, los indicios apuntan a este grupo. Aunque todo sigue bajo investigación", asegura por teléfono desde Malabo Jerónimo Osa Osa, ministro de Información. Fernández Marugán sostiene que "hay muchas lagunas en la información oficial". "Nadie ha visto a los 15 detenidos. Nada se sabe de los asaltantes supuestamente sumergidos. Nuestras informaciones, basadas en los atendidos en el hospital Loeri Combá, hablan de tres soldados muertos y entre 10 y 12 heridos. Fue una auténtica batalla".

La respuesta oficial tampoco ayuda a conocer los objetivos del ataque. Malabo niega la existencia de la cámara del tesoro en el palacio, pero también rechaza de plano que pueda hablarse de un golpe de Estado. "Ha sido un ataque político porque ha sido atacado el máximo símbolo de poder de nuestro país", sostiene el ministro Osa Osa. Malabo sí confirma que los atacantes contaron con ayuda desde el interior del país. "Llegaron de madrugada y sabían muy bien dónde desembarcar y cómo llegar al palacio. Alguien les ayudó y en eso estamos centrando nuestras investigaciones", añade.

Para expertos como Alicia Campos y Fernández Marugán, hay que interpretar con precaución la supuesta complicidad de ecuatoguineanos en el asalto, ya que "el Gobierno puede aprovechar lo ocurrido para aumentar el control de la población". Un ejemplo de ello es el acto celebrado en el estadio de Malabo el pasado fin de semana, convertido por Obiang en un acto de afirmación patriótica en el que no se olvidó de mandar el recado con tono amenazador a los ecuatoguineanos supuestamente cómplices. "Yo sé que están mezclados entre la población civil", afirmó.

A la recién descubierta debilidad exterior de Guinea se une la incierta sucesión que se avecina. Obiang, nacido en 1942, sufre cáncer de próstata según varias informaciones, y "las destituciones son un duro golpe a una de las dos facciones que pugnan por la sucesión de Obiang, la que orbita alrededor de sus hermanos y tíos", afirma Alicia Campos. En esta facción, según Fernández Marugán, también milita Antonio Obama Ndongm, primo de Obiang y viceministro de Defensa Nacional, también destituido. Permanecen en sus puestos, aunque supuestamente debilitados, Antonio Mba Nguema, ministro de Defensa Nacional, y Armengol Ondo Nguema, director general de Seguridad. Ambos son hermanos del presidente.

La otra facción de esta pugna palaciega es la liderada por la esposa de Obiang, Constancia, cuyo candidato es uno de sus hijos en común, conocido por todos en Malabo como Teodorín, que ha amasado una fortuna con el negocio de la madera desde el puesto de ministro de Agricultura.

Guinea ha vivido en los últimos años, al albor de los precios del petróleo, un crecimiento económico espectacular, con ejercicios por encima del 20%. El Gobierno ha lanzado un ambicioso plan de infraestructuras sobre el que quiere articular "un desarrollo económico que ha convertido a Guinea en un polo de crecimiento en la región, como lo demuestran los miles de trabajadores llegados de países vecinos en busca de trabajo", según el ministro Osa Osa.

Estos avances son cuestionados por una oposición que critica que "tanta construcción aún no ha sido capaz de llevar el agua potable a los barrios de Malabo", asegura Celestino Bacale. "El 80% de la riqueza sigue en manos del 8% de la población. Los dirigentes se han repartido el negocio alrededor del petróleo y las obras, y las han utilizado como una herramienta más para repartir favores". Alicia Montes también duda del supuesto desarrollo de Guinea: "Una de las razones por las que todo Gobierno quiere desarrollar la economía de un país es para recaudar más impuestos. Obiang no quiere ni eso de su población. Él tiene montado un gran negocio de exportación de petróleo. Lo que quiere de los guineanos es que se estén quietos para él seguir enriqueciéndose". -

Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial, en una foto de julio de 2008.
Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial, en una foto de julio de 2008.AP

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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