Bueu recupera la memoria

Las villas marineras reivindican su identidad, arrasada en muchas ocasiones por una fiebre urbanística que ha borrado del mapa salazones, conserveras y pequeños puertos pesqueros. No obstante, se extiende por la costa la voluntad de reconstruir y conservar el patrimonio "por respeto, por conocimiento, por educación a la ciudadanía". Ésta es, en opinión del arquitecto Manuel Gallego Jorreto, una de las claves del proyecto de ampliación del Museo Massó, que ayer presentó junto a la conselleira de Cultura, Ánxela Bugallo. De aquella enorme nave conservera, llamada La Perfección, levantada por Salvador Massó y Palau allá por 1883 y que entonces ocupaba toda la manzana, resta hoy apenas la fachada frontal y dos casas que albergaban una tienda para los trabajadores, el almacén de las redeiras y la enfermería, que apenas se mantiene en pie.

La sala Libros e mar recogerá los incunables de la familia Massó

Las trabajadoras de O Morrazo aún recuerdan el olor de la grasa de ballena

El entramado Massó, que empezó en 1816 con una salazón, destacó no sólo por su modernidad y capacidad de producción (superaba el medio millar de trabajadores), sino también por el afán coleccionista de la familia. Un gusto que culminó con la apertura de un museo privado en 1932, y que, según cuentan, contó con la presencia de Marconi en la inauguración. De aquella colección, parte sigue en manos de la familia y parte fue comprada por la Xunta en 1992, junto a su actual sede. Una partición que no acaban de asumir en el municipio donde todavía ayer, aprovechando la presentación del proyecto de reforma, hubo quien propuso a la conselleira que negocie con los propietarios la adquisición de un patrimonio que no han querido ceder, donar ni vender.

Una década después de esa operación de compra, se abrió al público su contenido, que afronta ahora una renovación presupuestada en 6,3 millones. El museo pasará de los 390 metros cuadrados actuales a casi 4.000. Poco espacio hasta ahora para relatar los misterios de la caza de la ballena (Massó tenía factorías balleneras en Cangas, Caneliñas y Murás), recuperar los usos de la carpintería de ribera, los primeros diseños litográficos de las latas de conserva o curiosear entre las artes de pesca tradicionales. Muestra de ellas son los arpones que hasta no hace tanto arrastraban hasta la factoría Massó de Cangas las últimas ballenas que entraron en los puertos gallegos. El intenso olor de aquella planta o las botas con clavos necesarias para moverse sobre un suelo empapado en grasa de cetáceo son huellas aún imborrables para los marineros y trabajadoras del Morrazo.

En el recinto se conservan algunas máquinas "de las primeras que hubo en España de tecnología francesa", las más avanzadas de la época y que hoy son "de las pocas o únicas que se conservan". Aparatos movidos manualmente por los hombres, minoritarios en estas plantas, con una manivela. Empleos que con la llegada de la mecanización fueron suplidos cada vez más por mujeres, que cobraban menos y encontraban en esta nave la principal fuente de trabajo hasta la década de los 90, año en que la fábrica de Cangas (a la que se derivó la plantilla de Bueu) echó el cierre con polémica y protestas.

Ahora es la voz popular, a través también de la Plataforma en Defensa del Museo Massó, la que comparte la satisfacción por este nuevo espacio ganado. Una estructura que se caracterizará por los "enormes lucernarios" en la parte central, como explicó Gallego Jorreto. Además, una de las naves de gran altura albergará varias embarcaciones. Junto a ella, habrá cuatro salas nuevas más: modelos de barcos, conservación del pescado, navegación y una última en la planta superior denominada Libros e mar, una biblioteca en torno al medio marino que recogerá además la colección de los Massó, que cuenta con incunables y piezas de gran valor. A todo ello se le sumará un salón de actos para cien personas.

El alcalde, Félix Juncal, reconoció que así se cumple "el sueño del pueblo de Bueu", por el que se trabaja desde hace dos décadas y en el que ha sido pieza fundamental el suelo cedido por el Ayuntamiento para esta ampliación que se licitará en el primer semestre de 2009 con un plazo de ejecución de dos años. Un proyecto que parte de dos criterios básicos: conservar la fachada y los edificios antiguos y hacer una calle interior que facilite el uso independiente del auditorio. Un vecino preguntaba ayer por la fecha de inicio de las obras, porque, decía irónicamente, "dada mi juventud tengo miedo de no verlo". "Sí lo verá", respondía la conselleira.