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ANÁLISIS | El 'lehendakari' convoca comicios anticipados
Columna
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Aires de agotamiento

Fiel a su gusto por los golpes de efecto, el lehendakari Ibarretxe ha hecho coincidir las próximas elecciones vascas con las ya anunciadas en Galicia, adelantando su celebración lo máximo posible. Con maniobras de este tipo los dirigentes políticos tratan de transmitir una idea de control de la situación, cuando lo habitual es que revelen lo contrario: inseguridad ante lo que viene.

Haber sorprendido levemente a sus adversarios, que esperaban los comicios en la segunda quincena de marzo, y dificultar la presencia en Euskadi de los líderes nacionales del PSOE y PP, que tendrán que repartirse en dos frentes, son las únicas ganancias del solapamiento de fechas. Sin embargo, la voluntad de dificultar con esa finta los preparativos de los demás contendientes revela dos cosas nada halagüeñas para Ibarretxe y su partido: que se encuentran seriamente preocupados por el resultado de las elecciones y que las posiciones entre el PNV y el PSE están tan próximas como indican las encuestas y la balanza puede inclinarse a uno u otro lado por detalles tan nimios como ése.

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Como hiciera en su mensaje de fin de año, el lehendakari dio ayer por cumplido el mandato que inició en mayo de 2005. Pero el concepto de agotado respondería mejor al balance que rinde el Gobierno tripartito que ha presidido. Desde septiembre, tras el frenazo del Constitucional a la consulta popular, la legislatura había entrado en los minutos de la basura y las brechas abiertas entre los tres socios no dejaban de ensancharse.

La crisis económica puede convertirse en el mejor aliado del candidato peneuvista para evitar que su partido salga del poder en las novenas elecciones convocadas en Euskadi. Le va a permitir maquillar su anterior dedicación monotemática a la consulta y a la búsqueda de la ecuación mágica que resuelva de una tacada (y en clave nacionalista) los problemas de la violencia y de las relaciones del País Vasco con el resto de España. Pero será una ayuda paradójica, porque si algo le ha caracterizado en sus diez años cumplidos como lehendakari es el haberse desentendido de la gestión diaria de gobierno para dedicarse a los "problemas" por antonomasia del país.

Ibarretxe, sobre todo a partir de su triunfo espectacular y apurado en 2001, no ha querido ser un simple gobernante. Por lo tanto, el balance de su década habrá que hacerlo sobre los desmesurados objetivos políticos que se marcó. Que ahora el PNV venda su candidatura resaltando la supuesta superior fiabilidad como gestor de Ibarretxe tiene un inequívoco aire de retorno a 1998 y de rectificación imposible. El cansancio causado en la sociedad vasca por la insistencia improductiva del lehendakari en hallar una solución que satisface solamente a una parte de los nacionalistas ha situado como factible la alternancia que no fue posible en 2001, cuando el PP y el PSE lo intentaron mediante la confrontación directa con el nacionalismo.

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