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Reportaje:

El candidato 009

El PP diseña una campaña personalista a la medida de su líder, Alberto Núñez Feijóo

"Menos partido y más candidato". El PP gallego ha lanzado ya su campaña para las autonómicas que sitúa a Alberto Núñez Feijóo en el centro de todos los mensajes. El mitin del pasado domingo en Santiago ya presentó a las bases una marca novedosa que juega con la última letra del apellido del líder y el año de los comicios en un márketing electoral que apela directamente a James Bond. FEIJÓO09 acompañará a las sucesivas ideas fuerza que la formación conservadora lanzará de aquí a marzo.

En las mismas vallas que identificaban al bipartito con el despilfarro, el paro y la crisis, emergerá en las próximas semanas un candidato sonriente con el pulgar hacia arriba y un anuncio: el momento ha llegado. "No sólo es la hora de Feijóo, también la de Galicia; nuestra idea es decirle a la gente que el bipartito puede ser una experiencia de cuatro años porque hay un líder nuevo dispuesto a asumir el timón en momentos difíciles", admite un miembro de su equipo de campaña popular.

Las siglas del PP han perdido peso frente a la imagen del cabeza de cartel
En 2005 no se colgaron retratos de Fraga en Vigo y Pontevedra
"Tenemos menos dinero pero más imaginación", dice el equipo de campaña
"Rajoy participará pero las elecciones las ganamos o perdemos nosotros"
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También de Internet cuelgan desde hace 15 días una docena de vídeos de Feijóo en su piso de Vigo, recorriendo Os Peares o con la residencia presidencial de Monte Pío al fondo, en los que charla sobre su infancia en la aldea, lamenta la subida de su hipoteca o explica el plan para aprovechar sinergias en los puertos gallegos.

¿Una campaña personalista? Los estrategas populares evitan dar pistas, pero admiten que ahora disponen de un atractivo desconocido hace cuatro años. Entonces evitaron a una provincia entera, la de Pontevedra, la ración habitual de maquillaje en la cartelería de Fraga. Los responsables de la estrategia directamente optaron por no colocar el retrato del veterano presidente en una circunscripción electoral clave que acabó decantando la mayoría absoluta del lado del bipartito. En su lugar colgaron de las farolas de Vigo y Pontevedra la imagen de Corina Porro y del propio Feijóo que entonces encabezaba la candidatura provincial.

La estudiada omnipresencia del nuevo líder obedece también a razones de política más cotidiana que el PP intenta dejar atadas antes de que apremie la cercanía de los comicios. Después de escudriñar las encuestas, los asesores se felicitan de que el 92% de los gallegos reconozca las fotos del sucesor de Fraga. Aunque, todavía hoy, no todos acierten con su nombre. En Ourense, por ejemplo, el barón José Luis Baltar suele llamarle Núñez, una costumbre que ha cundido entre los alcaldes y buena parte de la militancia. Así que la intendencia electoral decidió clavar más carteles en la provincia interior. "También podríamos esperar a que TVG o el resto de medios públicos se ocupen del grado de conocimiento de nuestro candidato, pero de momento en estos cuatro años no hemos tenido mucha suerte", ironiza otro dirigente con peso en la estrategia del Partido Popular.

La nómina de consejeros se ha empleado estos últimos meses en humanizar al líder del partido, cuya imagen distante preocupa en la sede regional, hasta el punto de que ha enviado encuestas a todas las agrupaciones locales para incidir sobre aspectos claves de la personalidad del candidato que le separan de las bases.

Desde entonces, las cámaras le han fotografiado junto a personas drogodependientes en la Fundación Proxecto Home, con quienes Feijóo compartió una experiencia similar que afectó a un familiar cercano. Los objetivos también han captado durante los últimos tiempos sus lágrimas en una convención con jóvenes en Santiago cuando recordó su infancia en Os Peares, o el "gracias papá" que dedicó a su progenitor en el acto de proclamación en el Palacio de Congresos, el pasado domingo.

El espacio que va ganando Feijóo en los cartelones lo perdieron ese día las siglas del partido, que figuraron minúsculas en una esquina del escenario. Si esas dos pes siguen encogiéndose de aquí hasta marzo es algo que debe decidir todavía la dirección de campaña. "No lo vemos como una necesidad, el partido ha demostrado una fortaleza envidiable durante estos tres años para soportar el frío de la oposición y permanecer unido". Los expertos en demoscopia sostienen que la marca PP resiste bien en Galicia, donde ha cosechado porcentajes de voto por encima del 43% elección tras elección.

Otro parámetro a dirimir es la participación de Mariano Rajoy en la actividad de campaña. Feijóo ha insistido varias veces en que el presidente nacional tendrá hueco en los mítines que él mismo elija. Dado que su discurso no levanta pasiones entre el electorado rural, es previsible que concentre su presencia en dos o tres grandes actos en las ciudades. Desde la sede regional se insiste, en todo caso, en que "las elecciones [frente a lo que defienden los enemigos internos de Rajoy] se ganarán o perderán desde Santiago".

Otro que se ha ofrecido a prestar ayudar es el propio Manuel Fraga, que ha insistido en pasar, si fuese necesario, los 15 días previos a la votación en Galicia. Pero tres años después de que se mudara a Madrid, la compañía del veterano senador ya no garantiza nuevos votos y además entorpece el discurso de futuro y la autocrítica que últimamente propone Feijóo sobre sus 16 años de Gobierno en la Xunta.

El doble objetivo que ya nadie disimula es subir dos puntos sobre los resultados de 2005 y evitar que el voto de la emigración decida diputados. Para esto último, los populares redoblarán esfuerzos al otro lado del Atlántico, a donde viajará no sólo el candidato -que estos días visita Buenos Aires y Montevideo- sino también los presidentes de Ourense y Pontevedra, y una legión de alcaldes de las cuatro provincias.

Todo con un presupuesto mucho menos estirado que en anteriores convocatorias. "Tenemos menos dinero pero más imaginación que otras veces", sostiene un miembro de la dirección. A diferencia de lo que sucedió en la campaña de 2005, que todavía recuerdan en el PP por su desastre organizativo y el despilfarro en actos como una comida en Silleda donde se invitó a empanada a 13.000 simpatizantes, ahora se anuncia un programa austero.

El diseño de la campaña se le ha encomendado a la misma agencia, Swat, que allanó el camino a José María Aznar hacia La Moncloa en 2000 y que un año después dio como resultado los 41 escaños que otorgaron a Manuel Fraga su última mayoría absoluta.

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