"Me corre el frío por la espalda al oír hablar de ensaladas"
Ricardo Coler cree que la vejez quizás sólo sea una enfermedad y que puede existir algo que la cure o mejore. Lo que no está nada claro es que ese medicamento sea una dieta especial y una vida sana. A él se le ocurrió viajar a Vilcabamba, un pueblo de Ecuador donde la gente vive más de 110 años, y se llevó una sorpresa: "Comen con toda la sal del mundo, consumen alcohol y tabaco y se drogan con chamico, sustancia altamente tóxica. Y, además, practican el sexo todo lo que pueden". Cuando, muy animada, voy a pedir un chuletón y una copa de vino, resulta que Ricardo pide un poco de pescado a la plancha y una coca-cola light. ¿No quedamos en que la dieta no importa? "No les importa a ellos. Tú y yo mejor comemos sin sal, no fumamos y hacemos deporte". Me paso a la ensalada. ¿Y Vilcabamba? "Pues eso es lo importante de ese pueblo. Que quizás existe algo que actúa como un medicamento contra la vejez, pero no sólo contra el endurecimiento de las arterias sino contra el deterioro de otros órganos, y que les permite vivir tanto tiempo y, sobre todo, en tan buenas condiciones". Coler no cree, sin embargo, que se vaya a comprar una casa allí, como han hecho dos antiguos astronautas norteamericanos y algún que otro artista del mismo país. "Es un pueblo muy aburrido".
Este médico buscó las claves de la eterna juventud. Y no están (sólo) en la dieta sana
El restaurante lo ha elegido él, cerca del Jardín Botánico de Buenos Aires. Lugar tranquilo, que se compadece poco con la vida de Coler, médico reconvertido en periodista y escritor y que recorre a veces partes raras del mundo en busca de historias especiales. Escribió una sobre los mosuo, una sociedad matriarcal en China. "Son alrededor de 25.000 personas y las mujeres están realmente al mando". ¿Y qué conclusiones sacó? "Que los hombres eran más felices". El libro (El reino de las mujeres, Planeta) tuvo éxito en Argentina.
Otra buena indicación para vivir mucho debe ser la calma. Coler come sin prisas y alternando una conversación suave e irónica. Yo quiero hablar de Vilcabamba y él, de la vejez en general. Volvemos a mi tema, su libro Eterna juventud (Planeta, 2008). Le irrita haber leído tantas mentiras sobre Vilcabamba: "Los representantes de la vida sana mienten descaradamente sobre el lugar. No es un secreto que allí se consume alcohol, tabaco y drogas". Por lo que se ve, les visitó un médico japonés especialista en Okinawa (una isla con muchos longevos) y se empeñó en recomendarles que comieran sin sal. "Habla con gente que tiene 112 años y la tensión baja de toda la vida ¡y les dice que no pongan sal en la comida¡". "En Vilcabamba los centenarios ven sin gafas y conservan la dentadura. Con dieta sana y con ejercicio uno puede mantener bien las arterias, pero los ojos y los dientes no tienen nada que ver". ¿Será entonces algo genético? "No, cuando se van de allí se mueren antes, como todos".
¿Y café? ¿Podemos tomar café? "A mí, tanto hablarme de dieta sana, alimentación natural y hortalizas me quita el apetito. Cada vez que oigo hablar de ensaladas me corre un frío por la espalda". Así que ignoramos las recomendaciones y bebemos un café ardiente y fuerte. El médico vuelve a lo suyo: ¿y si existiera algo en ese pueblo que ralentizara el proceso degenerativo de todas las células del cuerpo. ¡Ah, si Vilcabamba tuviera el remedio para comer chuletón y huevos fritos sin mala conciencia!
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